Intenta Dilma evitar consumación del ‘golpe de estado’

La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, reiteró que está sufriendo un ‘golpe de estado’ político de la élite brasileña, ultraconservadora, que no terminó nunca por aceptar el haber sido derrotada en las últimas elecciones.

El gobierno interino de Michel Temer es golpista, sin legitimidad, misógino y sin preocupación por los problemas sociales del pueblo brasileño, acusa.

La presidenta advirtió de que esta situación va a sentar un precedente muy peligroso para la democracia brasileña: condenar a un presidente sin pruebas.

Sentencia que con su exclusión, llega una ola ultra-conservadora a la política brasileña, lo que va a ser aún peor para las mujeres, los más viejos y las minorías.

Advirtió que está siendo tratada de manera injusta, arbitraria, y cobarde, y que será juzgada por senadores que parecen no estar preocupados por la verdad de los hechos.

La presidenta Dilma Rousseff ha ensalzó sus causas pasadas, su compromiso con las cuestiones sociales y acusó a la élite brasileña de haber promocionado lo que califica de golpe de Estado.

Con la presencia de prácticamente todos los líderes políticos de Brasil, incluso Lula, invitados especiales y periodistas de todo el mundo, Rousseff comenzó su discurso recordando los viejos tiempos y el sufrimiento que vivió durante la dictadura militar.

Rousseff fue torturada varias veces durante este período y lloró cuando comenzó a describir este momento, diciendo que este sufrimiento estuvo a punto de dejarla sin fe en la humanidad. Dice también que, después de eso, y de tener sido madre, abuela y de haber enfrentado una enfermedad mortal, nada tiene que temer, ni la misma muerte.

 

Los otros golpes de estado

La mandataria recordó que la América Latina ha sufrido, a lo largo de su historia, diversos golpes de estado.

Afirmó que otros presidentes brasileños antes de ella, como Getulio Vargas, que se suicidó en los años 40; Juscelino Kubitcheck, que murió en un accidente de coche tras sufrir una gran persecución política; y João Goulart, que perdió su cargo y tuvo que huir a Uruguay después de que los militares se hicieran con el poder, fueron los precedentes históricos que citó para justificar su interpretación.

 

Acusaciones sin sustento

La mandataria acusó al expresidente de la Cámara, Eduardo Cunha (PMDB), como el principal responsable por este juicio político. La mandataria dijo que el diputado representaba las élites en la Cámara, actuando por venganza, dificultando la aprobación de medidas importantes en la Casa y actuando con el apoyo de los grandes medios de comunicación de Brasil en un cálculo político inmoral.

Expuso que, a diferencia de Eduardo Cunha, no enriqueció ilícitamente ni a ella misma ni a su familia con los recursos del Estado y que no tienen cuentas o activos en el exterior.

Rousseff terminó su discurso negando haber cometido los delitos de los que la acusan: la apertura de créditos adicionales sin el permiso del Congreso y operaciones de créditos ilegales con bancos públicos.

Para Rousseff, todo el proceso no es más que un pretexto fabricado para apartarla del poder.

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