Insuficiencias profundas de la educación en México

En México, la educación del siglo XXI vive profundas insuficiencias que hoy en día reclaman atención en términos analíticos y una serie de respuestas en términos de política educativa. Pese a la existencia de una compleja estructura institucional que actualmente da cabida a más de 36 millones de estudiantes en todos los niveles, la educación nacional vive todavía un déficit cuantitativo incomprensible para un país que es la undécima economía del mundo.

Esto se planteó durante la realización de los foros universitarios La UNAM y los Desafíos de la Nación, que en esta ocasión tocaron el tema Educación.

Cifras

Alberto Vital, titular de la Coordinación de Humanidades, refirió que, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2015 los habitantes de 15 años y más tenían nueve años de escolaridad en promedio; es decir, un poco más de la secundaria. Pero el dato varía de acuerdo con las distintas entidades: 11 años en Ciudad de México y 7.3 años en Chiapas. “Esta es una más de las desigualdades en las cuales hay que seguir trabajando”.

“La educación resulta ser un punto neurálgico de la compleja realidad contemporánea”, y la Universidad Nacional puede aportar ideas concretas para mejorar ese aspecto tan importante para México, finalizó.

Hugo Casanova, integrante del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) y coordinador del foro, expresó que excepto en los niveles de primaria y secundaria que alcanzan una cobertura de 97 y 93 por ciento, respectivamente, los otros muestran dimensiones deficitarias: preescolar, 63 por ciento; media superior, 73, y superior, 35 por ciento.

A lo anterior hay que agregar a cinco millones de personas al margen de las letras y el rezago educativo de 32 millones de mexicanos, de acuerdo con un reporte de la UNAM. Dicho déficit cuantitativo se acompaña de otras dimensiones críticas que afectan a la educación nacional: la cualitativa, la política, la de sustento pedagógico y la de infraestructura.

Es imperioso, sostuvo Casanova, promover la construcción de un acuerdo de política educativa que responda de manera más precisa e informada en torno a los profundos problemas estructurales y de coyuntura de la educación nacional, que se nutra del saber.

En la mesa I del encuentro, Retos y Perspectivas de la Educación Básica en México, Ángel Díaz Barriga, investigador emérito del IISUE, mencionó que cuando se habla de reformas educativas no se sabe a qué se refieren: a política, al sistema educativo, curricular, o es solamente la primera parte de una reforma laboral.

La que se implanta en el país está al revés: primero se establecen nuevas normas para regular la relación laboral entre profesores y Estado, y cuatro años después se piensa en el contenido pedagógico. Además, la tarea pendiente para este sexenio, opinó el especialista, será instituir un proyecto para las escuelas normales.

La prueba del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), estimó, no conforma un sistema de retroalimentación. Sólo produce un escándalo social que señala el lugar que ocupan los alumnos mexicanos con respecto a los de otras naciones.

En la mesa II, Los Grandes Retos de la Educación Superior y Media Superior: Cobertura, Calidad, Vinculación e Innovación, Humberto Muñoz, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Sociales y excoordinador de Humanidades de la UNAM, señaló que México requiere una educación que sea útil para quienes la reciben, para que sirvan con compromiso a la sociedad.

Debe otorgar conocimientos pertinentes al desarrollo local, que contribuya a eliminar la exclusión, la desigualdad y el miedo a la incertidumbre; que fortalezca la competitividad en el ámbito global y estimule la participación ciudadana. “Un sistema de educación superior cuya integración ayude a resolver la transición a energías renovables, la escasez de agua, a cambiar las relaciones sociales y otros asuntos estructurales urgentes y necesarios”.

Debate intenso

En la III y última mesa de este foro, denominada Los Temas Críticos de la Educación en México, Imanol Ordorika trató la esencia política de los procesos educativos.

Tras hacer un recuento histórico de esta cuestión en el país, el especialista del Instituto de Investigaciones Económicas estableció que nunca se había discutido con la intensidad como se ha hecho en este sexenio, por encima del tema del petróleo. El debate nacional, dijo, ha sido sobre asuntos relacionados con la educación, de lo que pueden obtenerse conclusiones: que el debate educativo es político y que debe distinguirse entre la disputa por la educación y la disputa en la educación.

Más adelante, calificó de engaño, mito y fraude a la reforma educativa emprendida por el gobierno actual. “El engaño, porque han querido hacernos creer que los problemas de la educación en México se deben a que los maestros son malos; mito porque la evaluación se ubica fuera de las leyes laborales, y fraude porque en una población de un millón 200 mil maestros sólo se han evaluado a 150 mil de ellos”.

¿Qué deberán proponer los universitarios al respecto?, preguntó, “Tenemos que llamar a las cosas por su nombre, decir que el modelo educativo no es modelo ni es nuevo; que la reforma educativa no fue tal sino laboral, así como plantear con claridad lo que verdaderamente sería un proyecto de renovación de la educación en la nación”.

Javier Mendoza Rojas, del IISUE, se refirió a los problemas y retos del financiamiento público a la educación superior en el país y apuntó que “de acuerdo con las cifras presentadas en el cuarto informe de gobierno en septiembre de 2016, se calcula que para ese año el gasto en educación, considerando el público y el privado, es de 1.26 billones de pesos, monto equivalente a 6.4 por ciento del producto interno bruto (PIB), tres puntos porcentuales por debajo de lo que establece el artículo 25 de la Ley General de Educación, el cual mandata que el Estado deberá destinar al menos ocho por ciento del PIB.

“Pero más importante que el valor del indicador de gasto educativo, como proporción del PIB, es constatar el fuerte rezago que México tiene en la inversión que se realiza por estudiante de educación superior: mientras nuestra nación destina siete mil 600 dólares por alumno, los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, en promedio, disponen el doble (15 mil dólares).”

Mejorar la calidad de vida

Mario Rueda Beltrán, director del IISUE, en su ponencia La Evaluación Educativa: Límites y Desafíos consideró: “Es una dificultad pensar que la evaluación es un mecanismo apropiado para mejorar la calidad del sistema educativo”.

¿Qué hacer ante este panorama? Según el investigador “hay estudios en los que se muestra que las estrategias de evaluación tienen dificultades; por ejemplo, sobre los docentes no hay datos que señalen que tal evaluación repercute en mejores prácticas de enseñanza y aprendizaje”.

Otras pruebas, abundó, “reiteran lo que sabíamos hace más de una década: los peores resultados de aprendizaje están claramente asociados con aquellos alumnos que tienen las peores condiciones de aprendizaje. Eso ya lo sabemos. ¿Para qué hacemos otra vez otra prueba a esos mismos estudiantes?”, insistió.

Finalmente, Roberto Rodríguez, del Instituto de Investigaciones Sociales, expuso La Equidad Educativa. De acuerdo con el especialista “por lo menos una tercera parte de la población de 15 años y más está en condición de rezago educativo, contando analfabetas, los que no terminaron primaria o secundaria; es decir, la cifra en rezago ocupa, más o menos, las dos terceras partes de la población”.

Enseguida comparó esa estimación con el anuncio hecho recientemente en el que se indicaba que la población mexicana mayor de 15 años había alcanzado 9.2 años de escolaridad.

De acuerdo con proyecciones confiables, el tiempo que toma al país avanzar un año en los parámetros educativos tarda 10 años. Eso significa, dijo Rodríguez, que nos faltan 30 para que toda la población que está entrando a la escuela pueda concluir la media superior; es decir tenemos una población en condición de rezago, concluyó.

Participaron también, entre otros, Romualdo López Zárate, rector de la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana; Rosa María Torres, presidenta del Consejo Mexicano de Investigación Educativa; María de Ibarrola, del Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, y Adrián Acosta, responsable de la Unidad de Política Educativa del Centro de Estudios Estratégicos para el Desarrollo de la Universidad de Guadalajara.

(Con información de Gaceta UNAM)

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