Independencia energética en oferta en el TLCAN

La renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que inicia este 16 de agosto, entraña uno de los temas más delicados para el país, en la recta final del gobierno de Enrique Peña Nieto, ya que la inclusión del sector energético, en consideración de legisladores, académicos y expertos, podría ser el tiro de gracia a la soberanía nacional.

Mientras el gobierno de Donald Trump busca que los energéticos se incluyan de lleno en negociación, la posición pública del gobierno mexicano es de secretismo y reserva de información de lo que se llevará a la mesa de negociación.

“Esta renegociación, impuesta por el gobierno de Donald Trump, ha sido aceptada por un gobierno mexicano que no sólo no cuenta con un mandato popular para un proceso de esta trascendencia, similar al que originó al Tratado mismo, sino que no ha hecho el menor cuestionamiento a la irracionalidad de las formas y los plazos impuestos, ni un trabajo mínimo de preparación; que carece de una estrategia adecuada de negociación y de una noción clara de lo que México debe buscar al renegociar el TLCAN”, señalan en una postura pública un grupo de 67 legisladores, académicos y expertos en temas energéticos.

El posicionamiento –promovido por la Senadora Dolores Padierna– alerta que, ante “la actitud sumisa de nuestro gobierno”, la “alarma urgente” en torno a la renegociación del TLCAN es, precisamente, la inclusión del sector energético, que se intentó desde 1993.

“Tenemos que ver que el gobierno tenga una estrategia de defensa de los intereses del país. Nosotros como senadores, senadoras, con mucho patriotismo y responsabilidad con nuestro país, podemos hacer ese papel que necesitan los negociadores de México”, dice Padierna, quien es integrante de la Comisión de Energía del Senado.

Los negociadores –representantes del gobierno federal– añade, “no pueden ir allí agachados, o de la mano de los consorcios trasnacionales, porque estos pagaron sus campañas. Esa no sería una digna comisión negociadora para algo tan importante. Y el Senado tiene que poner altura de miras, y defender con todo que no entre al Tratado el sector energético, porque sería sumamente grave que México aceptara una liberalización indiscriminada del mercado energético. Aún sin estar en el TLCAN ya estamos perdiendo la soberanía energética; meterlo al TLCAN significaría prácticamente que México regrese a 1920: una república bananera”.

Las simulaciones del TLCAN

Durante las negociaciones del TLCAN, entre los presidentes Carlos Salinas de Gortari y sus homólogos George Bush, de Estados Unidos y el primer ministro de Canadá, Brian Mulroney, el principal interés del estadounidense era incluir precisamente el sector energético, en el cual Bush tenía intereses de carácter personal (como empresario del sector). Pero la Constitución mexicana tenía atado de manos a Salinas de Gortari.

Aunque oficialmente no se incluyó, veladamente se fue privilegiando que en Pemex las contrataciones para adquisición de bienes, servicios o de obra que involucraran los montos económicos más onerosos se hicieran con empresas extranjeras -estadounidenses en mayor medida- “al amparo del TLCAN”.

De esta manera muchos consorcios y trasnacionales hicieron de la industria petrolera mexicana uno de sus principales negocios a través del contratismo en Pemex. Por ejemplo, para el arrendamiento de plataformas, barcos, equipos de perforación, suministro de equipos o prestación de servicios en estos mismos rubros.

Salinas, sin embargo, fue más allá. La Senadora Padierna rememora:

“Carlos Salinas quería meter el sector energético en el TLCAN. No podía por la Constitución que lo prohibía claramente, (y) entonces incurre en una simulación, y desde allí comienza a hacerse una privatización silenciosa del sector energético, y él hace medidas que fueron muy graves. Una de ellas fue partir a Pemex en cuatro (la división de Pemex en subsidiarias). Partir la cadena productiva de Pemex es una aberración; se trató de hacer de un gigante cuatro pequeñas (petroleras)”.

Esta vez el entorno es muy diferente, ya que a partir de la entrada en vigor de la reforma Energética, ni la Constitución es garantía de que se preserve el recurso más valioso con que cuenta México: su petróleo.

(Con informacíón de Internet)

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