Expolia gobierno ahorros de los trabajadores
A través de las Siefores, el gobierno federal financia el gasto público pagando bajos intereses que ocasionan el deterioro de las ganancias de los ahorros para el retiro y en consecuencia impacta negativamente las pensiones futuras, mientras que al Banco Mundial y al Interamericano de Desarrollo les paga altas tasas.
Claro que las urgencias del corto plazo, hacen a un lado los asuntos importantes del largo plazo. Lo primero desplaza a lo segundo. Lo inmediato ofrece rentabilidad política; lo mediato, si acaso aparece décadas después como un mero reconocimiento en los libros de texto.
Ésa lógica de la rentabilidad de la inmediatez ha dominado las políticas públicas de los últimos lustros, rezagando la agenda de lo trascendente.
En ese montón de rezagos que se acumulan, año tras año, en las gavetas públicas están las pensiones. Los pensionados.
Que si en este momento seis de cada diez trabajadores del país no tienen una expectativa de pensión porque simplemente no reciben seguridad social, es un asunto importante; pero no urgente.
Que si la informalidad lastra el futuro de los trabajadores porque a causa de ella recibirán, cuando viejos, apenas el 40 por ciento de sus ya ínfimas pensiones. Pero eso será en el futuro.
Que en México la pobreza se anida en los viejos y por eso un cuarto de la población de alrededor de 80 años tiene la necesidad de seguir trabajando para vivir, porque no le queda de otra.
Que si decenas de sistemas pensionarios de universidades y gobiernos locales viven al borde de la quiebra porque sus esquemas son inviables y mes con mes estiran la mano esperando las dádivas de la Federación.
Pero estas realidades del presente no se toman como urgentes.
México está viviendo un periodo idílico con abundancia de jóvenes que perdurará hasta 2025, un periodo al que se le ha denominado ‘bono demográfico’. Así que, ¿para qué pensar en las pensiones? Es un asunto del futuro. Ya se verá después, en dos sexenios más. Es la lógica de la rentabilidad de la inmediatez.
Bajo esa óptica es que los fondos de pensiones, a los que se formalmente se les conoce como sociedades de inversión especializadas en fondos para el retiro (Siefores) son los grandes compradores de la deuda del gobierno federal.
Estos fondos de pensiones le han comprado al gobierno federal 1.5 billones de pesos en deuda, de los 2.7 billones de recursos que administran para el retiro de los trabajadores. El 54.2 por ciento del total.
Una enorme masa de dinero por el que el gobierno federal paga un rendimiento relativamente bajo, si se le compara con el rendimiento que estos recursos podrían obtener en el largo plazo de invertirse en otro tipo de activos financieros tanto en el país como en el exterior.
Hay una merma en el rendimiento de los recursos para el retiro de los trabajadores, provocada por un ‘régimen de inversión’ que favorece el financiamiento del gasto público; pero que limita una mayor diversificación de estas inversiones.
El caso chileno es uno de un sistema con mayor flexibilidad en su régimen de inversión y que ha obtenido mejores resultados para los trabajadores en los últimos años, a pesar de la alta volatilidad vista en los mercados financieros.
La tarea de reformar la seguridad social, los sistemas pensionarios y de adecuar los regímenes de inversión de los fondos para el retiro, es una tarea que requiere de una visión estratégica de largo plazo en las políticas públicas. El olor de su gravedad no alcanza a Los Pinos ni a San Lázaro.
Así que me temo que éste es un asunto demasiado lejano para las urgencias que ahora enfrenta la secretaría de Hacienda y para los cálculos políticos de corto plazo de partidos políticos, legisladores y gobiernos.
Por el contrario, los recursos pensionarios que se acumulan en los fondos para el retiro, son una fuente abundante y barata para financiar un gasto público que ha sido insaciable en los últimos años.
Dicho de otro modo. Son los trabajadores los que además de pagar impuestos directos al gobierno –como el Impuesto sobre la Renta y el Impuesto al Valor Agregado- y de pagar precios públicos elevados –como las gasolinas, el gas y la electricidad- también abonan a las arcas públicas dejando de percibir mejores rendimientos por sus ahorros para el retiro. Una merma que, al final de cuentas, es un traslado de riqueza de las familias al gobierno.
Videgaray sale al paso. En su regreso, el secretario Luis Videgaray salió a los medios buscando detener el pesimismo enviando dos mensajes: Que buscará liberar el precio de las gasolinas a partir de 2017, y que en el Paquete Económico para el próximo año se tomará nota de las advertencias de las agencias calificadoras sobre el gasto y la deuda públicas. ¿Un respiro en medio del vendaval de desconfianza? (Artículo de Samuel García, publicado en El Universal bajo el título Mermar las pensiones)