Errores del gobierno generan crisis alimentaria

Ciudad de México.- En el país, se requiere una política integral para garantizar la seguridad alimentaria, coincidieron tres directores de instancias académicas de esta casa de estudios.

Durante la segunda parte del Foro Universitario La UNAM y los Desafíos de la Nación, en esta ocasión dedicado a la Seguridad Alimentaria, Verónica Villarespe Reyes, directora del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc), dijo que aquélla se ve amenazada en México por las condiciones internas de la política económica, que generan insuficiencia de oferta agropecuaria para satisfacer la demanda interna de alimentos; también por la crisis económica recurrente que deteriora los niveles de ingreso y concentra la riqueza, de tal manera que el acceso a los alimentos está severamente restringido en diversas regiones y para grupos muy amplios de la población.

Mencionó que es indispensable una mejora en los niveles de ingreso para garantizar el acceso a la canasta básica de alimentos.

En el Auditorio Pablo Zierold de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ), consideró que también amenazan la seguridad alimentaria factores externos. Los agentes económicos más fuertes instrumentan estrategias de manipulación de los mercados agrícolas, con lo cual están en posibilidad de desabastecer los mercados locales e incidir en la generación de riesgos.

Otra afectación es un posible escenario de desaceleración abrupta de la economía aunado a una creciente descomposición de la base productora agrícola, que se traduce en insuficiencia alimentaria interna; el valor de las importaciones alimentarias puede sobrepasar los límites de valor convencional aceptados para las exportaciones totales.

Problema multifactorial

Durante la mesa redonda de reflexión final del foro, Alfredo Cuéllar Ordaz, director de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, señaló que la seguridad alimentaria es un problema multifactorial que requiere de enfoques multidisciplinarios. “Debemos dimensionar el problema en la UNAM y que la información que se genere en las diversas disciplinas se traslade a los alumnos”.

Refirió que “las universidades deben ser más activas en las agendas nacionales y en las políticas públicas, como ya lo son en la formación de profesionales que atiendan el tema”.

Expuso que se deben proporcionar a la población alimentos de origen animal, que contienen los 20 aminoácidos básicos para la vida del ser humano, además de recuperar tradiciones culinarias mexicanas, que son nutritivas.

Cuéllar propuso que se incremente el valor agregado de los alimentos mexicanos mediante la protección de marcas, la denominación de origen y el trabajo con productos orgánicos, para los cuales la Universidad Nacional podría fungir como una instancia certificadora.

Carlos Labastida Villegas, coordinador del Programa Universitario de Alimentos (PUAL), sostuvo que “no hay una política alimentaria clara e integral, a pesar de que ésta debe ser la base de la política económica nacional”.

Expresó que en 2014 sumaron 55.3 millones de mexicanos en pobreza, mientras que siete de cada 10 mexicanos adultos son obesos. “Diabetes y obesidad son grandes problemas de salud pública, mientras la pobreza ligada al campo sigue creciendo”.

El moderador Francisco Suárez Güemes, director de la FMVZ, explicó que el objetivo del foro fue discutir y proponer esquemas que garanticen la seguridad alimentaria en México, de cara a los retos que el nuevo contexto geopolítico y socioeconómico mundial impone.

Planteó que al interior de la UNAM se requiere más extensión académica para traducir las múltiples investigaciones de esta casa de estudios en conocimientos que se puedan hacer llegar a la sociedad.

Recomendó asimismo que la Universidad elabore un plan de acción con sus propuestas y busque incidir en la toma de decisiones.

Rezago social

Al inicio del foro los participantes coincidieron en que en el tema de seguridad alimentaria, en México hay una situación de paradojas, caracterizada por excesos, éxitos y carencias. Debe dejar de ser ya una aspiración para convertirse en una solución al problema del desarrollo del campo, de los rezagos sociales y de una nación vulnerable en todos los órdenes, como competitividad y productividad.

Cassio Luiselli Fernández, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey y miembro del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo, apuntó que en nuestro país el tema es de claroscuros. Se dispone de tres mil 145 kilocalorías diarias por persona, un promedio de los más altos del mundo, cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura recomienda dos mil 362.

Tal exceso esconde insuficiencias que obligan a matizar los índices. México es heterogéneo y tiene grupos, territorios y entidades muy vulnerables. De esta manera, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social señala que únicamente 50 por ciento de familias encuestadas manifiestan tener seguridad alimentaria y ocho por ciento tiene alta inseguridad.

Ella no está garantizada a largo plazo: 23 por ciento de las familias padece pobreza alimentaria y hay problemas de desnutrición hasta en 14 por ciento de los niños, sobre todo en el medio rural. En contraste, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición refiere que 30 por ciento de los infantes tiene sobrepeso u obesidad, junto con 70 por ciento de los adultos.

Más de 70 por ciento de las unidades productivas mexicanas es de minifundio. Ahí está la pobreza y es donde debe actuarse si realmente se quiere satisfacer la seguridad alimentaria, finalizó Luiselli.

Felipe Torres Torres, del Instituto de Investigaciones Económicas, afirmó que ese concepto y su aplicación en términos de políticas tiene que superar estrategias como implementar programas localizados en ciertas regiones, de impacto temporal restringido y que después olvidan los gobiernos. Asimismo, dejar de ser una constante del discurso político.

Por el contrario, añadió, debe ser parte de un plan que permita una mejor distribución del ingreso y superar la pobreza; de un proyecto estratégico de desarrollo económico y ser un garante de la soberanía nacional.

Importancia de la educación

Luis Fernando Haro, director general del Consejo Nacional Agropecuario, resaltó que las políticas públicas son fundamentales y se debe tomar ejemplo de lo que hacen otras naciones con el común denominador de fortalecer la producción doméstica de alimentos.

Ellas deben ser incluyentes y tener bien definida la vocación productiva de cada región. Hay un gran potencial en el centro y sursureste, donde se concentra 75 por ciento del agua disponible para el sector; no obstante, la mayoría de la producción se hace en el norte. Se debe elevar la productividad con presupuestos multianuales y la integración de cadenas productivas.

Jesús Moncada, director general del Colegio de Postgraduados, opinó que el campo debe evolucionar, pero requiere organización, capital humano y social. “La agricultura productiva es una estrategia real para mitigar la pobreza, proteger el medio ambiente y contribuir a la seguridad alimentaria”. La innovación y el desarrollo participativo son procedimientos eficaces para el crecimiento.

Tenemos un desafío común: productividad, competitividad, rentabilidad, sostenibilidad, desarrollo humano, equidad y bienestar sin deteriorar el ambiente. Para ello se requerirán proyectos multidisciplinarios e interinstitucionales.

También participaron Enrique Sánchez Cruz, director en jefe del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria; Horacio Santoyo, de la Universidad Autónoma Chapingo, y José Luis Díaz, de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas.

(Con información de Gaceta UNAM)

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