Ejercen violencia obstétrica en la mayoría de las instituciones públicas del país
El proceso del embarazo y el parto son momentos en que las mujeres están más vulnerables a distintos tipos de vejaciones relacionadas con su salud reproductiva.
Estar embarazada, tener un parto tranquilo y regresar a casa con un bebé hermoso y sano es el ideal y el derecho natural de cualquier mujer.
Sin embargo, esta historia tan afortunada es el relato de pocas mujeres. De esto nos platica Dunia Verona Campos Rodríguez, doula y terapeuta en respiración ovárica, alquimia femenina.
Dunia se dedica sobre todo a atender a mujeres que han sido violentadas en el proceso del embarazo, parto y puerperio; sobre estas experiencias, la especialista asegura que en la mayoría de las instituciones públicas existe este tipo de violencia.
“Creo que son dos factores que confluyen para que el sistema no funcione adecuadamente a la hora del parto: la saturación de los espacios que impide darle tiempo de calidad a la atención de las mujeres, por un lado, pero también que las mujeres no tienen el espacio para fluir como necesitan de acuerdo con la etapa gestacional en la que están transitando”, dijo.
“Entonces, si una mujer llega en trabajo de parto a un hospital saturado, con poco personal, y hay más mujeres después de ella, el personal lo que quiere es terminar, no se detiene a preguntarle: ¿cómo te sientes?, eso hace que el trabajo de parto no fluya de manera natural”.
Sábanas rotas, camillas averiadas, negar una sonrisa, infantilizar a las mujeres, insultar y omitir lo que la mujer está sintiendo o ser un expediente más, todo esto integra la violencia obstétrica.
Dunia explica que también, aunque una mujer sea de las afortunadas que tuvieron información, ya en el trabajo de parto no puede pelear por sus derechos, “puedes tener mucha información, pero estás pariendo, es el momento más vulnerable de la mujer, esa otra situación es aun más frustrante y vienen otro tipo de heridas para muchas mujeres que conocían sus derechos y no pudieron hacer nada al respecto”.
En su experiencia, la especialista asegura que muchas de las heridas que a las madres les quedan empiezan con este maltrato, pero además hay madres que han vivido violencia sexual y en el momento del trabajo de parto y de los tactos se despierta esa memoria de la violencia, lo cual bloquea el parto, “en vez de que pueda abrirse para sacar al bebé, se cierra porque está siendo invadida contra su voluntad. Así el rendimiento no es el esperado y se van a la cesárea, como en muchos casos.
“Al salir del hospital, muchas mujeres en su entorno familiar al expresar su sentimiento de malestar no entienden la situación y, por el contrario, aseguran: ‘a eso va una mujer cuando va a parir, es normal’. (Vea el artículo completo en www.eluniversal.com.mx)
“Muchas de las huellas de la violencia obstétrica son de carácter emocional, no es tan fácil asumir que se vivió violencia de este tipo, pues una misma no asimila que esas acciones tienen un efecto en las mujeres, es algo tan sutil que no se reconoce tan fácil”
La especialista explica que las mujeres muchas veces se sienten deprimidas, pero sólo con el paso del tiempo se asimila esta situación, que en muchos casos se pudo haber evitado.
Dunia asegura que deberíamos comenzar con una preocupación por parte de las instituciones que vaya más allá de si la atención fue recibida: deberían preguntar cómo fue la experiencia de parto. El enfoque de derechos humanos para la salud sería un buen lente para saber que cuando se trata con personas, se trata con sentimientos también.