Desolador panorama alimentario y energético de México
Ciudad de México.- Maíz, carne, trigo, leche, huevo, pollo, gasolina, gas natural, medicamentos, vacunas, plástico, son algunos productos elaborados en los Estados Unidos de América (EU), de los que dependen millones de mexicanos.
Las razone son varias: en algunos casos, la producción local es insuficiente para abastecer la demanda. En otros, como ocurre con los combustibles, la dependencia se debe a prácticas lesivas para el país como la nula construcción de refinerías y la falta de centros de almacenamiento.
Es un hecho reconocido por el propio gobierno federal priista que el 52% de la gasolina que se consume en México se importa diariamente de EU.
Con la actual crisis diplomática con el nuevo gobierno de Estados Unidos, la posición de México es sumamente vulnerable, dicen especialistas.
Una guerra de aranceles (impuestos a productos de importación y exportación de ambos países) puede afectar a algunos de los productos con alta demanda, como el maíz o leche en polvo.
Por parte del sector empresarial está claro que el gobierno no debe precipitarse en la inminente renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
S requiere cautela, como señala el presidente de la Unión Nacional de Avicultores (UNA), César Quesada Macías, porque una negociación no adecuada del acuerdo puede generar desabasto o encarecimiento en algunos alimentos, advierte Eduardo Orihuela, presidente de la Confederación Nacional de Propietarios Rurales (CNPR).
Los mercados ahí están, y México debe insertarse en ellos para tener una posición de fuerza en las negociaciones con EU.
«Con o sin negociación del TLCAN lo que deben a hacer ya -y es tarde- es diversificar la geografía de su comercio exterior», dice Antonio Gazol Sánchez, investigador de la Facultad de economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La ‘Telecandependencia’
Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (Inegi), el 82% de las exportaciones mexicanas se envían a esos países.
De este porcentaje, la mayor parte se envía a compradores estadounidenses. El intercambio comercial supera los 534 mil millones de dólares al año.
Sin embargo, por el modelo de producción que se implementó desde el inicio del convenio en 1994, existe dependencia en algunos productos que no se elaboran en México.
Uno de los casos más evidentes es el de la gasolina y el gas natural: el volumen diario de importaciones es de 195 mil barriles, la mitad de lo que se consume en el país.
Debe ser un flujo constante pues Pemex sólo tiene capacidad para almacenar el combustible durante 3 días.
Un caso similar es el gas natural. México compra diariamente 3 mil millones de metros cúbicos a proveedores estadounidenses.
Del abasto de ese combustible dependen compañías fundidoras, armadoras de autos y otras empresas, sobre todo del norte del país.
También se utiliza para generar electricidad que abastece a por lo menos 20 millones de usuarios.
Para 2026 la Comisión Federal de Electricidad planea duplicar el consumo de gas natural en la generación de energía.
La estrategia se basa en la construcción de 7 mil kilómetros de gasoductos, la mayor parte conectados con proveedores de Estados Unidos.
Sin huevos y… sin pollo
Un caso parecido a la gasolina y gas natural es el del maíz amarillo, del que se importa un promedio de 11 millones de toneladas anuales.
Es el 45% del consumo total y proviene de granjas estadounidenses, según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
El grano se utiliza para alimentar aves y ganado, aunque algunas empresas lo mezclan con la variedad blanca para elaborar tortillas.
Las mayores consecuencias de una crisis comercial podrían ocurrir en la producción de huevo y pollo, advierte la UNA.
El sector «tiene una amplia dependencia de insumos estadounidenses», dice Quesada Macías, presidente de la agrupación.
La dependencia de los granos de Estados Unidos «va en aumento porque la producción nacional no cubre las necesidades de la avicultura».
Pero no es todo. Desde la epidemia de gripe aviar en 2012 y 2013, que prácticamente devastó la producción, los avicultores aumentaron las importaciones de pies de cría y pollitos progenitores o reproductores.
En 2016, por ejemplo, se compraron en Estados Unidos más de 37 mil toneladas de huevo fértil.
Otro sector vulnerable es el lechero. La producción nacional, de unas 11 mil millones de litros anuales, insuficiente para abastecer a todos los habitantes.
Por eso desde hace décadas se importa leche en polvo, que en 2106 alcanzó un promedio de 250 mil toneladas.
El 90% proviene de Estados Unidos, según datos del Consejo Nacional Agropecuario.
La leche en polvo se utiliza, sobre todo, para abastecer a comunidades marginadas o a la población urbana en situación de pobreza.
La carestía por venir
Es difícil que se interrumpa la importación de estos productos estadounidenses, insiste el investigador Gazol.
Pero la posibilidad de que encarezcan su precio no puede descartarse, y eso impactaría a los consumidores mexicanos. Es consecuencia de la decisión de concentrar el comercio con Estados Unidos.
«México tenía concentrado su comercio exterior con ese país antes del TLCAN, pero luego se profundizó», señala.
En los últimos 20 años se han firmado 45 tratados de libre comercio «pero ahí se han dejado, no se promueven».
Y ahora que la principal relación está en crisis es momento de aprovechar esos acuerdos.
«Cualquier inversionista sabe que parte del negocio es diversificar el riesgo, y México debió hacerlo».
No se trata de hacer a un lado el mercado estadounidense, subraya Antonio Gazol, «sino de aprovechar mejor los otros mercados». (Con información de BBC)