Crímenes: 95% hombres, 5% mujeres
«La violencia en todo el mundo es perpetrada predominantemente por hombres jóvenes. Eso lo sabe todo el mundo», respondió un profesor de criminología y estadísticas de una reconocida universidad de Estados Unidos, al ser interrogado por Margarita Rodríguez.
Pero la segunda parte de su respuesta impulsó a investigar por qué las mujeres, que son poco más del 50% de la población mundial, cometen sustancialmente menos homicidios que los hombres.
«Nadie sabe realmente por qué. Pero hay mucha especulación que va desde la testosterona hasta la socialización. No tengo conocimiento para opinar sobre esto. Lo siento», dijo.
Y aunque no quiso ser entrevistado, dio luces de una realidad cuyas estadísticas son contundentes.
De acuerdo con el más reciente estudio mundial sobre el homicidio de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), publicado en 2014, cerca de 95% de los homicidas a nivel global son hombres.
«La diferencia es enorme y fue impactante para mí también. Me quedé muy sorprendida», señala Caron Gentry, académica especializada en género y terrorismo de la Universidad de St Andrews, en Escocia.
«Me gustaría tener más información cualitativa. ¿Qué hay detrás de esos números? Si entrevistas a las mujeres que han cometido un homicidio o si ves las circunstancias de las vidas de esas mujeres ¿qué está pasando ahí?», dice la experta.
Y agrega «me pregunto si hay datos que no están a la luz. ¿No arrestamos tantas mujeres porque pensamos que ellas no son capaces (de asesinar) o porque sus actos violentos se registran de una forma diferente? No estoy segura».
Un asunto de hombres
Los porcentajes del estudio de UNODC son más o menos constantes «de país a país y entre regiones, independientemente de la tipología del homicidio o del arma empleada».
«Los homicidios son principalmente un problema de hombres, desde la perspectiva no sólo de los perpetradores sino de las víctimas, y en su mayoría involucra a menores de 30 años», dice Enrico Bisogno, jefe de la unidad de desarrollo de datos de la UNODC.
En un informe publicado en marzo por el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas sobre las tendencias de la delincuencia a nivel mundial, se afirma que alrededor del 80% de las víctimas de homicidio intencional en todo el planeta son hombres.
Y añade: «el 90% de quienes cometen homicidio en el mundo son hombres, y la tasa es similar en todas las regiones», indica el reporte.
Según Bisogno, los homicidios cometidos en los espacios públicos son generalmente perpetrados por hombres contra hombres, mientras que en la esfera doméstica en la mayoría de los casos las víctimas son mujeres, asesinadas por sus parejas, exparejas o familiares.
«Mientras que los hombres son asesinados por alguien que ni siquiera conocen, casi la mitad de todas las mujeres víctimas son asesinadas por las personas más cercanas a ellas», señala un comunicado de la UNODC.
La concentración de asesinatos entre hombres es una de las constantes más firmes de la criminología, señala en comunicación con BBC Mundo el director del Instituto de Criminología de la Universidad de Cambridge, Lawrence Sherman.
Para ilustrar ese punto, el profesor de criminología cita los hallazgos del historiador urbano estadounidense Eric Monkkonnen, quien es considerado una autoridad en la historia del crimen.
Monkkonnen analizó exhaustivamente las estadísticas de homicidios en algunas ciudades. Lo que halló cuando examinó las de Londres y Nueva York es impresionante:
Un enigma sicológico
Aunque hay evidencia de que a nivel global los hombres cometen más crímenes violentos que las mujeres, no hay certidumbre sobre las razones.
«Hay una gran incógnita sobre por qué pasa y no hay una explicación. Los criminólogos, los psicólogos y todos los que se han acercado al fenómeno no han sido capaces de dar una respuesta satisfactoria (…) Hay más disenso que consenso», dice Antonio Andrés Pueyo, profesor de Psicología y Criminología de la Universidad de Barcelona.
Para Bisogno, es importante ir más allá de lo que pudiese parecer obvio: los roles del hombre y la mujer en ciertas sociedades, el consumo de alcohol, el acceso a armas de fuego, la tendencia masculina a participar en pandillas o en actividades del crimen organizado.
Sin embargo, en muchos casos esos factores son los detonantes.
Y es que de acuerdo con la UNODC, «el consumo de alcohol y/o drogas ilícitas aumenta el riesgo de cometer un homicidio. En algunos países, más de la mitad de los homicidas actuaron bajo la influencia del alcohol».
«Las armas de fuego son las armas homicidas más utilizadas, al causar 4 de cada 10 homicidios a nivel mundial, mientras que una cuarta parte de las víctimas son asesinadas con cuchillos y objetos punzantes».
El enfoque biológico
Investigadores como Martin Daly y Margo Wilson, autores de «Homicide: Foundations of Human Behavior» («Homicidio: Fundamentos del comportamiento humano»), exploran una «psicología biológica evolutiva del homicidio que toma en cuenta las diferencias de género», señala Sherman.
Entre esas diferencias, explica el académico, están las biológicas subyacentes, incluyendo la testosterona.
De acuerdo con Pueyo, cuando uno observa que los hombres son más violentos físicamente, más agresivos que las mujeres, «naturalmente lo que más sobresale desde el punto de vista hormonal es la preponderancia de la testosterona».
Y es que la testosterona, explica el profesor de la Universidad de Barcelona, tiene una relación directa con la competitividad «y a veces la violencia es el último paso de la competitividad».
«El tipo de asesinato más frecuente entre los hombres es el que acontece en el marco de la pelea, en el contexto del ocio o de bandas que compiten en el ámbito de la delincuencia», señala.
Para el experto español, la testosterona pudiese tener cierta influencia, pero no es lo determinante.
«La testosterona parece explicar en parte que la mayoría de los asesinatos los cometen hombres jóvenes. Pero en otros casos, como por ejemplo los asesinatos de pareja, pesan otros factores no tan biológicos», indica el docente desde Barcelona.
Y no es el único, el profesor Sherman, en Inglaterra, considera que existen factores culturales, sociales y políticos que se correlacionan para incidir en la inmensa diferencia en las tasas de homicidios cometidos por hombres y mujeres.
Razones que da la sociología
La experiencia en la calle de un sargento en Colombia no está muy lejos de confirmar lo que los estudios demuestran.
«Tomos de investigaciones sociológicas demuestran que los niños y los hombres son socialmente recompensados por ser físicamente fuertes y dominantes y socialmente ridiculizados si se muestran débiles o sumisos», explica la profesora de Sociología de la Universidad de Harvard, Jocelyn Viterna.
Para la docente, «la impresionante diferencia en las tasas de homicidio por género es, desde un punto de vista sociológico, claramente enraizado en la socialización de género».
«Las mujeres, en contraste, son premiadas socialmente por su comportamiento tranquilo, subordinado y pacífico. Debido a que se espera que los hombres sean violentos y las mujeres pacíficas, hay hombres y mujeres que viven para satisfacer esas expectativas».
«Para ilustrar cuán arraigado está eso en nuestra sociedad, piensa por un minuto cómo los hombres se alientan para ser más agresivos o más dominantes físicamente, ya sea en un campo de fútbol o en el ejército o en una pelea en el bar».
Se dicen que no actúen como niñas, como mujeres, lo cual deja muy claro que el comportamiento no agresivo es un atributo femenino, no de un hombre «real», señala la académica.
Para Gentry, quien junto a Laura Sjoberg, es autora del libro: «Mothers, Monsters, Whores: Women’s Violence in Global Politics» («Madres, monstruos, putas: la violencia de las mujeres en la política global»), las razones que explican por qué hay mayor cantidad de hombres que mujeres homicidas podrían tener raíces sociales y culturales y no tanto biológicas.
«Las mujeres en la mayoría de las sociedades, si es que no en todas las sociedades, no tienen acceso igualitario al poder. Quizás tienen acceso a las armas, pero no necesariamente al poder y a la dinámica social que les dan la habilidad de cometer un asesinato».
Violencia masculina, visión antropológica
«Los hombres inventaron la guerra y me refiero a los varones», dice la doctora Florence Rosemberg, profesora de Antropología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México.
«Desde el neolítico, desde el surgimiento de las primeras ciudades, del poder y del Estado teocrático y militar, los varones empiezan a conquistar otros espacios y así inventan la guerra», señala la antropóloga social.
«Y es muy bien sabido que cuando los hombres llegan a conquistar otros lugares, roban o violan a las mujeres, usan la violencia».
«Eso ha sido parte de la historia en los últimos 5 mil, 6 mil años».
Cuando las armas de fuego empiezan a producirse a gran escala, se convierten «una vez más» en elementos de dominio masculino y por ende en instrumentos para imponer su fuerza, indica.
Paradójicamente, el hecho de que estas armas sean fáciles de usar permitió que las mujeres también tuvieran acceso a ellas.
Cuando las mujeres matan
Al hablar de la personalidad de un homicida, explica Pueyo, hay dos factores que son clave: su actitud hacia la violencia y su impulsividad o temperamento.
Ambos elementos se dan indistintamente en hombres y mujeres: «cuando la persona ya sea por venganza, por celos, por envidia o por cualquier otra razón cree que el homicidio es tolerable, justificable».
Y es así como mujeres y hombres llegan a mostrar la misma crueldad.
«Asumimos que las mujeres son más pacíficas, más gentiles, más dadas a criar, a educar, y (como sociedad) no sabemos cómo reaccionar cuando no son así, pero las mujeres han estado envueltas en genocidios, las mujeres violan, las mujeres cometen actos de terrorismo, torturan. Abu Ghraib es un ejemplo de ello», señala Gentry.
En muchos casos, las mujeres matan para defenderse o para proteger a sus hijos.
Sin embargo, si nos concentráramos en los infanticidios encontraríamos que la balanza del sexo de los perpetradores cambia, advierte Pueyo.
«Las mujeres son más autoras de infanticidios, especialmente de bebés, que los hombres. Parece fácil la explicación: ella son las que están a cargo de su cuidado».
Al analizar los casos de mujeres que han matado a sus hijos, se observan algunas tendencias:
«Si los niños son muy pequeños, menores de 2 años, generalmente las razones que llevan a las mujeres a matarlos son sociales. Por ejemplo: no quieren que se sepa que tuvieron un embarazo o no saben qué hacer con el niño», señala el profesor.
En el análisis «Asesinatos de niños por madres: patrones y prevención» («Child murder by mothers: patterns and prevention») de la Asociación Mundial de Psiquiatría, Susan Hatters y Phillip Resnick explican que en muchos filicidios (cuando una madre o un padre mata a su propio hijo) las madres argumentan «motivos altruistas».
De hecho, muchas de las perpetradoras presentan trastornos mentales.
Los neonaticidios, dicen los autores, ocurren cuando el bebé es asesinado en sus primeras 24 horas de vida y en su investigación hallaron que «casi todos los neonaticidios son cometidos por las madres (…), que son con frecuencia jóvenes, solteras, con embarazos no deseados y que no recibieron cuidados antenatales».
Cuando los niños son mayores de dos años, se suelen vincular los motivos con la depresión de la madre y también con celos, indica el académico español.
«Hay mujeres que matan a sus hijos para vengarse de los maridos. Pero ese es un extremo muy poco frecuente», explica el profesor de la Universidad de Barcelona.
En su libro «¿Por qué las madres matan: caso de un psicólogo forense» («Why Mothers Kill: A Forensic Psychologist’s Casebook»), el doctor Geoffrey R. McKee indica que es extremadamente difícil conocer las tasas globales de infanticidios en su magnitud real porque muchas muertes son tratadas como accidentes, no se recoge la información forense de forma adecuada y en algunos casos los cuerpos de los niños nunca son encontrados.
Es atrevido sacar conclusiones determinantes sobre por qué los hombres cometen más homicidios que las mujeres, pues, como advierten los expertos, cada homicidio responde a una situación en particular y en ella confluyen varios factores.
«Es muy raro que haya mujeres terroristas que se autoinmolen, pero las hay. Es muy raro que haya hombres que maten bebés, pero también los hay. Ningún comportamiento de homicidio o asesinato es exclusivo de un género», señala Pueyo.