Asoma desconfianza de víctimas del sismo hacia autoridades
Ciudad de México. A casi una semana del terremoto de magnitud 7.1 que deja 326 muertos en México, la esperanza de encontrar vida entre los escombros se agota, mientras crece la tensión entre familiares de personas desaparecidas en un edificio reducido a escombros.
El alcalde de la ciudad, Miguel Mancera, informó que son cinco los sitios donde los equipos de rescatistas, tanto locales como extranjeros, continúan trabajando en el centro y el sur de la ciudad.
El grueso de ellos se concentraba en el sector Roma, donde un edificio de siete pisos se derrumbó.
Ahí, al caer la noche, bajo una lluvia que no cesaba y que obligó a suspender los trabajos de cientos de rescatistas, la tensión nuevamente subió cuando un centenar de personas que decían ser familiares de las personas exigían información sobre los suyos y amagaban con romper el cordón d seguridad en torno al amasijo de escombros.
«Hay unos que están conformes, (nos dicen) que tengamos paciencia. Pero llevamos una semana y no nos dicen cuándo, no nos han informado de ningún cuerpo», dijo a la AFP Aurelio García, quien se presentó como tío de la joven Noemí y cuyos familiares protagonizaron otra protesta el domingo.
Protección Civil contabilizaba a unas 40 familias que buscan a seres queridos que estaban ahí al momento del sismo, poco después del mediodía del pasado martes, cuando los mexicanos recordaban otra tragedia: el terremoto de 8.1 grados del 19 de septiembre de 1985 que dejó más de 10 mil muertos.
En medio de la falta de información, los rescatistas colombianos que participan en las tareas emitieron un comunicado en el que señalan que han contribuido a recuperar seis cadáveres desde el domingo. Pero las autoridades no han confirmado ni desmentido esta versión, lo que tensa aún más la situación.
«El malestar es general, pero hay formas de expresarlo. Hay gente que tiene miedo, que se siente muy mal, que están completamente dormidos, hay gente que está muy rabiosa. Están ante una situación de no saber si tienen un familiar vivo o muerto», dijo Sebastián García, voluntario que contribuyó a colocar y asistir en carpas donde permanecen familiares más cercanos de las víctimas.
En tanto, medios locales denunciaron que la escuela del sur de la ciudad, donde murieron sepultados 19 niños y 7 adultos, habría utilizado documentación falsa para poder operar.
El alcalde Mancera, el ministro de Educación y la alcaldesa de la zona donde se ubica el colegio Enrique Rébsamen intercambiaban señalamientos en torno a qué instancia tendría responsabilidad directa ante una eventual violación de las normas.
«De confirmarse sería muy grave», dijo el ministro Aurelio Nuño a la cadena Televisa y aseguró que su despacho abrirá una investigación.
Mientras, las clases se reanudan de manera paulatina pues autoridades revisan las instalaciones de las más de 8 mil, públicas y privadas. Se anunció que el martes estarán ya trabajando 676.
Difícil retomar normalidad
Más de 9 mil inmuebles ya han sido revisados en toda la ciudad. La gran mayoría ya son habitables, unos 700 requieren alguna reparación para volver a serlo y 300 presentan afectaciones graves, por lo que se evaluará si los derriban o refuerzan su estructura, informó Mancera.
En Tlalpan, en el sur de la ciudad, en los restos de un edificio de departamentos también reinaba la desconfianza en la actuación de autoridades y políticos que semanas antes del desastre se exhibían en los medios de cara al inicio de un año electoral.
Este lunes, la ciudad trataba de recuperar su ritmo de vida reanudando parcialmente clases en escuelas y universidades, mientras algunas empresas y oficinas públicas trabajan con personal reducido.
En la Torre Mayor, uno de los edificios más altos de la capital, con 225 metros de altura y 59 pisos, los lujosos y modernos ambientes de oficinas aún lucían por debajo de su capacidad.
«Tenemos miedo (…) el viernes muchos no quisieron todavía venir. Les dimos la opción de trabajar en casa», dijo David González, un contador de 42 años que trabaja en el décimo piso.
Su empresa no puede estar inactiva pues las operaciones en otros países dependen del equipo en México.
González dice que entre sus compañeros el impacto del sismo fue mayúsculo: tres perdieron su casa, una perdió a su hermana y otra a su hijo, en el colegio Rébsamen.
Y en medio de la emergencia, una falsa alarma de bomba forzó a evacuar a unos 3 mil trabajadores de la sede central de la petrolera estatal Pemex, atizando el nerviosismo de los afectados capitalinos.
Hasta la noche el lunes, sumaban 326 muertos por el sismo: 187 en Ciudad de México, 74 en el estado de Morelos, 45 en Puebla, 13 en Estado de México, seis en Guerrero y uno en Oaxaca, según Protección Civil federal.
(Con información de AFP)