Mujeres tabasqueñas no se rinden pese a represión

Un grupo de mujeres de Macuspana, Tabasco, desde hace siete años ha luchado por que las autoridades las apoyen para sacar adelante un proyecto de industria textil que generaría cientos de empleos, pero en el camino únicamente han encontrado represión, cárcel y promesas falsas, dijeron a La Jornada los responsables de la iniciativa.

El vocero de la asociación civil Movimiento México Despierta, Julio César Álvarez Santos, comentó que en 2010 surgió por primera vez la idea de formar un colectivo de costureras, mismo que disminuiría el desempleo en dicha zona de Tabasco, el estado con menor índice de ocupación laboral de todo el país.

El plan de negocios fue diseñado por especialistas del Instituto Politécnico Nacional, quienes señalaron que la iniciativa podría generar 500 empleos directos y se necesitaban 8 millones de pesos para echarla a andar.

El largo peregrinaje de las costureras en busca de apoyo comenzó en 2013, cuando se encontraron con el recién electo gobernador Arturo Núñez Jiménez, quien se comprometió a ayudarlas con máquinas de coser industriales y la obtención del terreno donde se asentaría la fábrica de textiles.

Al ver que las promesas del mandatario no se cumplían, las mujeres realizaron una larga serie de movilizaciones de protesta, que incluyeron huelgas de hambre, mítines, plantones e incluso extraer su propia sangre como tinta para escribir sus demandas en los muros de las instituciones.

Luego de varios episodios de represión policiaca y cuatro meses de cárcel para dos de los activistas, la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Tabasco emitió cinco recomendaciones al gobierno local, donde se establece que las mujeres deben recibir los recursos prometidos y una disculpa pública por las agresiones sufridas.

Sin embargo, la ayuda sigue sin llegar, pese a que las costureras han hablado desde entonces con funcionarios del Instituto Nacional del Emprendedor, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la Secretaría de Gobernación y la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, entre otros. Todos, dicen, las engañaron.

En el caso de la donación del terreno, las impulsoras de Exótica Textiles finalmente lo lograron en marzo de este año, pero sin el dinero para poner a funcionar el proyecto, la simple posesión del lugar carece de sentido.

Las promesas de apoyo incumplidas, los errores burocráticos que impidieron la llegada de recursos, las citas a las cuales no llegaron funcionarios estatales y los ataques en los medios informativos locales, dice Álvarez Santos, forman parte de una violencia de género sutil, pero constante, con la cual el secretario de Desarrollo Económico de Tabasco, David Rodríguez Rosario, se ha encargado deliberadamente de obstruir el proyecto.

Pese a todas las dificultades, Lucía Hernández Canul, una de las impulsoras de la fábrica textil, sigue defendiendo la iniciativa como una lucha digna para tener un trabajo digno pues dice “prefiero morir luchando que morir de hambre. Sigo de pie, y si es posible otra huelga de hambre, otra huelga les vuelvo a hacer”.

(Con información de La Jornada a través de Regeneración)

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