La cultura de la ilegalidad y de la dádiva en Chiapas
Tuxtla Gutiérrez. El gobierno de Manuel Velasco se caracteriza por la ilegalidad en sus decisiones y por la pérdida del rumbo de la institucionalidad que tiene su gestión.
Las muestras son muchas, pero las más recientes son la designación del nuevo presidente de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, que fue nombrado a pesar de que su nombramiento viola el artículo 102 de la constitución y los artículo 24 y 25 de la Ley Estatal de los Derechos Humanos, así como por la enfermiza confusión y manipulación que se realiza con la ciudadanía, con la proliferación de notas falsas y tendenciosas que evidencia cómo se interviene en las decisiones internas de los partidos en la selección de las candidaturas a gobernador, senador y diputados federales.
El gobernador no ha querido entender que la ilegalidad en muchos de sus nombramientos le ocasiona un daño irreversible para la aplicación del Estado de derecho y la convivencia de la sociedad chiapaneca.
Sobre todo porque si la ilegalidad proviene del gobierno, entonces hay una pérdida de la autoridad en el castigo de los grupos y las personas que cierran carreteras, toman las casetas o realizan plantones frente al palacio de gobierno.
Muchas de las decisiones que ha tomado este gobierno y los anteriores a éste, descansa sobre la visión de que el gobernador puede hacer lo que quiera.
Es más, en Chiapas es reiterado el dicho de que ni las hojas de los árboles se mueven sin la autorización del gobernador y esto refleja los niveles de condicionamiento y subordinación de la población a la autoridad.
Por eso a esta altura de la incertidumbre electoral sólo puede existir un responsable, quien además es el que alienta y financia la inestabilidad en los partidos, y que ha creado un clima de confusión, rumores y guerra sucia en contra de candidatos, y ese es el propio gobernador del Estado. De su oficina salen las instrucciones de ataques que se reproducen en los medios y en varios muros del Facebook, así como las maniobras y acuerdos con los dirigentes de los partidos, que se prestan a la confusión y a la parálisis política.
Manuel Velasco no ha gobernado la entidad y carece de resultados por su paso por Chiapas, pero construyó una estructura clientelar para las elecciones, demasiado costosa para el erario, que es lo que le permite seguir manejando los hilos de las elecciones, porque desafortunadamente él controla el voto del hambre, y a pesar de su bajo índice de popularidad y de sus bajas calificaciones como gobernante, él continúa movilizando su estructura en eventos en el que se exponen a la insolación a niños, madres de familia y a persona de la tercera edad, como si Velasco Coello fuera el candidato.
Construir esos escenarios mediáticos para el aplauso y lucimiento personal del gobernador que se están haciendo, donde se exhibe la miseria de la población y se lastima la dignidad de las personas, sólo pueden hacerse por la prevalencia de la cultura de la ilegalidad que caracteriza a este gobierno, en el que lamentablemente se combina la ilegalidad con la cultura de la dádiva.
(Con información de José Adriano Anaya, vía Diario Contra Poder en Chiapas)