Seguridad y Transporte, dos megabaches del gobierno de Carlos Joaquín
Son muchos los millones que genera la delincuencia organizada de los cuales, una buena cantidad está dedicada a la compra de armamento y el reclutamiento de jóvenes para conformar nuevas y más agresivas células para luchar por el mercado económico.
Hablamos lo mismo de los cárteles financieros, hoteleros, de parques temáticos, transportistas marítimos y terrestres, así como de giros negros, derecho de piso, extorsiones, secuestros, asaltos, que están dispuestos a todo con tal de conservar sus ganancias, licitas o ilícitas.
De ahí la dificultad de acabar con el problema de la inseguridad y la violencia desatada, particularmente en la zona norte de Quintana Roo, donde ni el gobierno del estado, encabezado por Carlos Joaquín González, ni el federal, presidido por Enrique Peña Nieto, han podido hacer gran cosa para reducir los asesinatos y las actividades delictivas en general.
Todos sabemos que la entidad no es un caso único el país, por el contrario, el fenómeno está muy extendido y golpea a la tranquilidad de la población y a las actividades económicas preponderantes de cada estado.
NO se trata pues, como algunos pretenden, de atrapar a unos cuantos líderes de células o incluso de cárteles, puesto que las organizaciones se mantienen prácticamente intactas.
Recordemos que los sicarios son la cara violenta de los grupos delincuenciales, así que, si cae una célula, simplemente surgen diez más. Del mismo modo, si se captura a un líder, surgen cinco o diez nuevos dirigentes que continúan con los ilegales negocios.
En cuanto al problema de los transportes, pasa lo mismo, los líderes sindicales se quitan y se ponen, pero la estructura sigue. Desde la política se cuida y se protege los diversos grupos, ya sea por cuestiones electorales o económicas.
El gobierno tiene que garantizar el cumplimiento de la ley, ni más ni menos. Pero no lo hace, sino que actúa a su propia conveniencia en lugar de proteger los intereses de la población en general a quienes se debe pues las familias son la única razón de ser de su presencia en la administración pública.
El éxito turístico está muy bien, pero debería traducirse en bienestar para todos. La integridad física de las personas y de sus bienes es el fin primordial del Estado. Bien haría el gobernador quintanarroense en recordarlo.