Víctimas de la rabia, la que no se cura con vacuna

Hoy es el Día Mundial de la Lucha Contra la Rabia, ese padecimiento que afecta a los perros y otros animales, incluido el ser humano, que empieza con síntomas similares a la influenza y genera confusión, alucinaciones, insomnio y muerte.

Pero también quiero referirme a la otra rabia, a la ira contenida, al enfado reprimido, a la que nos hace agredirnos por pensar diferente, por tener otro color de piel, distinta creencia religiosa y hasta partido político.

Esa que genera resentimiento y violencia incluso entre quienes no se conocen, esa rabia a la que nos hemos acostumbrado los adultos y hemos hecho que niños y jóvenes la vean como algo cotidiano y natural.

Esa es la más peligrosa, porque la rabia por mordida se previene con vacunas, pero ¿cómo curar la otra cuando la vemos en todos lados? ¿cómo curar la frustración y el coraje de los familiares de los asesinados, desaparecidos y de otras tantas víctimas del gobierno, el crimen organizado, las grandes empresas?

¿Cómo lidiar con la gente agresiva que fomenta esta rabia miserable? ¿cómo evitar que siga creciendo, a través de programas de televisión, vídeos, música, comentarios, descalificaciones y toda clase de agresiones?

Estamos inundados de rabia, de impotencia y de frustración, pero también de ignorancia, de escasa memoria y de valemadrismo, por otra parte, carecemos de empatía, de solidaridad, de comunicación, de conocimiento y de verdadero compromiso con nuestras familias, nuestras comunidades, nuestros estados y nuestro país.

La pregunta es ¿hasta cuándo? Y ¿qué estamos haciendo para evitar sentirla, tolerarla y propagarla?

 

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