Nadie nace corrupto

Corrupción es la acción y efecto de corromper (depravar, echar a perder, sobornar a alguien, pervertir, dañar), palabra tan llevada y traída por pseudo servidores públicos, políticos nefastos y empresarios miserables que ignoran su significado o bien se lo pasan por el arco del triunfo.

En estos tiempos estamos tan acostumbrados a la corrupción en un todos los niveles que nos parece normal saber de corruptelas y quedarnos callados, o incluso participar en ellas: desde el estudiante que regala una botella de licor al maestro para que lo apruebe en su materia hasta el automovilista que da “mordida” al agente de Tránsito para evitar la infracción, por eso hasta el presidente de la República, Enrique Peña Nieto -que copió parte de su tesis- ha declarado que en México la corrupción es un tema cultural, tal vez para justificar sus propias corruptelas y las de su gabinete como la “Casa Blanca”, la casa de Malinalco de Luis Videgaray y otras tantas que trascienden o que no nos damos cuenta.

Decir que la corrupción en México es un problema cultural justifica a unos y afecta a otros. Justifica a los directivos de Pemex que con información y contactos privilegiados han formado sus propias empresas para obtener contratos con el mismo Pemex; justifica a los grandes empresarios que hacen favores a sus amigas, como pagar el predial de departamentos de lujo en Estados Unidos; justifica a los empresarios que dan “mochada” para adjudicarse contratos del gobierno sin concursar por ellos y nos afecta a todos, porque al final la corrupción nos cuesta a todos.

Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), cada año se registran más de 200 millones de pequeños actos de corrupción, que al final se traducen en desperdicio de recursos, en falta de transparencia y en atraso, principalmente para quienes menos tienen.

Pero la corrupción no viene sola, es acompañada por la impunidad y hasta pareciera que con el cinismo, basta ver la respuesta de Peña Nieto ante la Casa Blanca; basta ver un Sistema Nacional Anticorrupción que no aplica para todos porque pese a las pruebas, los implicados gozan de impunidad y continúan sus “carreras políticas”, escalando puestos y logrando amasar fortunas con bienes tanto en el país como en el extranjero sin el menor empacho.

México ha padecido la corrupción durante muchos años, pero también la hemos permitido porque no denunciamos, dejamos de señalar a los culpables y permitimos que nuestros niños, desde pequeños, crezcan en un país corrupto, donde “el que no transa, no avanza”, donde nos pasamos la luz roja del semáforo y lo festejamos si el agente de Tránsito no se da cuenta, donde compramos teléfonos celulares robados pero más baratos y cometemos cada vez más arbitrariedades.

Nadie nace corrupto, pero desde niños convivimos con la corrupción y la adoptamos como parte de nuestro entorno.

Sé que la palabra convence, pero el ejemplo arrastra, sé que es posible dejar un mejor país para nuestros niños y jóvenes, sé que unidos podemos cambiar el negro panorama que tenemos frente a nosotros, sé que podemos dejar de ser el país corrupto que ocupa los primeros lugares a nivel mundial.

Sé que no será pronto, pero más nos vale empezar de inmediato si no queremos hundirnos en el desorden, la opacidad y la cada vez más grande desigualdad, perdiendo lo positivo que aún nos queda.

Por eso #vamoscontralacorrupción

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