México padece escasez de patriotas y abundancia de corruptos

Cada lunes, en la explanada del palacio municipal se rinden honores a la bandera, por supuesto se canta el Himno Nacional:

Más si osare un extraño enemigo

profanar con su planta tu suelo,

piensa ¡oh patria querida! que el cielo

un soldado en cada hijo te dio…

Entonces pienso:

El Himno Nacional maravilloso habla sobre enemigos extraños, pero no se refiere a los conocidos, esos que nacieron en México o viven del abuso a los mexicanos. Los miserables que malbaratan o regalan los recursos del país; los que se autorizan sueldos estratosféricos por no hacer nada; los que en lo público pregonan respeto, honestidad y transparencia y en lo privado practican todo lo contrario; los que permiten o se alían con la delincuencia; esos que dan discursos contra la trata de personas pero contratan menores de edad para sus bacanales; las que compran ropa de diseñador con estampados autóctonos pero explotan a sus trabajadoras domésticas y tantos «enemigos» comunes: esos que aplican «el que no transa no avanza»…

¿Y dónde estamos los soldados en cada hijo? Los «soldados» son las autoridades ciegas, sordas y mudas para el pueblo. Los «soldados» son los que se rasgan las vestiduras cuando pierde la selección de fútbol; los «soldados» son los que están ocupados denostando a los que no piensan como ellos. Los «soldados» están ocupados cantando narco corridos y pidiendo milagros a «san» Jesús Malverde; los «soldados» estamos ocupados volteando para otro lado para evadir la responsabilidad de cada uno o los que están ocupados en creer todo lo que el gobierno quiere hacernos creer…

Caray, hasta parece que a propósito suprimieron la letra completa del himno:

¡Guerra, guerra sin tregua al que intente

de la patria manchar los blasones!

¡guerra, guerra! los patrios pendones

en las olas de sangre empapad.

¡Guerra, guerra! en el monte, en el valle

los cañones horrísonos truenen,

y los ecos sonoros resuenen

con las voces de ¡unión! ¡libertad!

Mexicanos al grito de guerra

el acero aprestad y el bridón,

y retiemble en sus centros la tierra.

al sonoro rugir del cañón.

Antes, patria, que inermes tus hijos

bajo el yugo sus cuellos dobleguen,

tus campiñas con sangre se rieguen,

sobre sangre se estampe su pie.

Y tus templos, palacios y torres

se derrumben con hórrido estruendo,

y sus ruinas existan diciendo:

de mil héroes la patria aquí fue…

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