Urgen a fortalecer la cultura de la diversidad corporal
Instan a erradicar los prejuicios y estereotipos sociales sobre la belleza y la delgadez que se imponen en los medios de comunicación
Urge fortalecer la cultura del respeto a la diversidad y la aceptación corporal como la mejor vía para prevenir los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) y erradicar los prejuicios y estereotipos sociales en relación con la belleza y la delgadez que se reproducen e imponen en los medios de comunicación, consideró Mayaro Ortega Luyando, integrante del Grupo de Investigación en Nutrición de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala.
Indicó que aun cuando es muy complicado ir a contracorriente de todo un sistema capitalista de comercialización, en el que la delgadez vende, desde la infancia se puede iniciar un cambio y empezar a hablar de la diversidad corporal de una manera natural y respetuosa, en el que los niños aprendan que el tamaño y la forma de nuestro cuerpo no tiene que ver con nuestra valía, que el estar delgado no significa estar sano y, por el contrario, tener una complexión grande no significa estar enfermo.
“Es muy importante ser cuidadosos respecto a lo que decimos del cuerpo ajeno, sería una manera súper relevante para prevenir los trastornos de la alimentación; por otro lado, también reforzar una cultura de la nutrición. Así como nos enseñan matemáticas, español, ortografía o historia en la escuela básica también deberían estar preocupados por ofrecer conocimientos sobre nutrición, gestión emocional, autorregulación emocional, cómo identificar las emociones y, sobre todo, cómo actuar y enfrentar los comentarios negativos respecto a nuestro cuerpo.”
La especialista subrayó que mucho de lo que se aprenda en la infancia acerca del significado que le damos a nuestro cuerpo, se convertirá en un seguro de vida, que después de muchos años, en la etapa adulta podremos cobrar, en términos de calidad de vida y autoestima corporal.
En la comunidad estudiantil
Por otra parte, Ortega Luyando comentó que de acuerdo con una investigación que se realizó en la FES Iztacala sobre el comportamiento físico y mental de la comunidad estudiantil durante la pandemia, 43 por ciento dijo estar insatisfecho con su cuerpo y, en consecuencia, realizó cambios drásticos en sus hábitos de alimentación, asumiendo algunas conductas de riesgo, como dietas o ayunos prolongados o el uso de laxantes y vómitos autoprovocados para no subir de peso.
Otro dato que arrojó la investigación fue que la gran mayoría de las y los estudiantes realizó algún tipo de dieta, sin importar que tuvieran o no sobrepeso, siendo la conducta que más efectuaron; en tanto los atracones sin control ocuparon el segundo lugar durante el encierro.
Agregó que en el estudio apareció reiteradamente una conducta que se conoce como graze o grazing, la cual consiste en comer muy poquito, pero de manera repetitiva prácticamente durante todo el día, picando y picando, sin percatarse que si se hiciera un recuento de lo que se consume durante todo ese día, se podrían llenar dos mesas de pura comida. Esta conducta la efectuaron al menos 50 por ciento de los entrevistados, y la característica común es que no respondió a una sensación de hambre, sino que solamente comían para afrontar la ansiedad.
El problema de todos estos trastornos alimentarios, resaltó, no es la cantidad de casos que se registran, sino la severidad y la gravedad con la que atacan; generan una discapacidad muy complicada porque las personas dejan hacer su vida cotidiana normal y, además, tienen una alta comorbilidad con otros trastornos; por ejemplo, quienes enfrentan problemas de bulimia, anorexia o trastorno por atracón muy probablemente también se les detecte ansiedad, depresión o incluso conductas suicidas.
En ese sentido, la investigadora advirtió sobre las consecuencias que se pueden presentar en caso de que no se atiendan oportuna y profesionalmente algunos de los principales TCA, por ejemplo, dijo, el caso de la anorexia no es un tema menor o que alguien sólo no quiera comer. Es el tercer trastorno mental con la tasa de mortalidad más alta, porque es una enfermedad que precisamente está relacionada con que las personas dejan de comer, su organismo a nivel biológico entra en una descomposición terrible, en un estado de inanición que la lleva a una desnutrición severa que empieza a desencadenar muchos otros padecimientos.
Por último, destacó que el trastorno por atracón es un padecimiento al cual se le presta poca atención y hasta se hacen bromas, cuando en realidad se trata de un problema muy serio en el que las personas no pueden parar de comer e incluso refieren que únicamente se detienen cuando el dolor de estómago se convierte en algo insoportable o cuando empiezan a tener problemas para respirar y se quedan dormidos.
En todos los casos, concluyó, los TCA tendrían que atenderse de manera multidisciplinaria con la atención integral de un médico, un psicólogo, un psiquiatra y un nutriólogo.
(Con información de Gaceta UNAM)