Treinta años de (re) pensar al feminismo el freminismo en el CIEG
“Invitamos a la conversación, la confabulación, y sobre todo, a la cooperación política, pedagógica y estratégica”, dice Belausteguigoitia
Desde su nacimiento, el Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) ha tenido el apoyo de la comunidad universitaria y las autoridades de la UNAM. En la actual Rectoría, además de la transformación del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) en el actual Centro, se ha dado cumplimiento a muchas demandas, protocolos, órganos de vigilancia, y “creo que tenemos el sistema de género más completo de todo el mundo”, afirmó su directora, María Isabel Belausteguigoitia Rius.
Con el foro Triangulaciones Activistas y Académicas: (Re) Pensando al Feminismo Contemporáneo, comenzaron las celebraciones por los primeros 30 años de la entidad universitaria.
En la sesión, la directora explicó: “Hemos relevado la figura del triángulo para esta celebración por varias razones: la más evidente es la triada de décadas”. Asimismo, señaló que ha existido una intensa resonancia del PUEG y del CIEG con cada ola del feminismo: la tercera marcó el nacimiento de esa instancia en 1992 y la institucionalización de ese movimiento, y la cuarta, el surgimiento del Centro en 2016, junto con el uso de las tecnologías y las protestas e intervención de jóvenes en contra de la violencia, significada por la rabia, la creatividad y la conciencia.
El triángulo de academia, activismo y estudiantes tiene tres ángulos, lados y posturas. “Con la invitación a triangularlas queremos establecer que nuestra intención tiene tres horizontes, que invitamos a la conversación, la confabulación y, sobre todo, a la cooperación política, pedagógica y estratégica”, abundó.
Gabriela Ríos Granados, secretaria académica de la Coordinación de Humanidades, felicitó al CIEG por su labor y celebró la realización del foro. “En una sociedad contemporánea y un país tan fracturados, con tantas desigualdades, este tipo de diálogos y acercamientos son importantísimos”.
En la inauguración, José Antonio Seade Kuri, investigador y exdirector del Instituto de Matemáticas, refirió que el triángulo “es una figura geométrica que obtenemos si en un plano tomamos tres puntos diferentes que no están en una misma línea, y tomamos los segmentos de recta que los unen. A esos puntos los llamamos vértices”.
Los triángulos –que también pueden ser esféricos o hiperbólicos– forman parte de la vida cotidiana. Los encontramos en monumentos históricos, como las pirámides de Egipto, pero también en la naturaleza, como un pino. Esa figura también fue un gesto de protesta de las mujeres durante los años 70, cuando juntaban sus dedos pulgares e índices.
Rabia y fiesta
En la mesa de discusión, Amneris Chaparro Martínez, secretaria académica del CIEG, dijo que los feminismos, sobre todo los contemporáneos, que estallan en rabia y fiesta, ofrecen desafíos impostergables para pensar y repensar los triángulos.
Este foro, explicó, busca colaborar en el bosquejo de las nuevas triangulaciones, poniendo énfasis en el necesario diálogo al interior de los feminismos y en el papel protagónico de las generaciones más jóvenes.
Marta Lamas Encabo, integrante del Centro, consideró que la vitalidad del pensamiento feminista no radica en dirigirse al conjunto de personas denominadas mujeres en razón de su biología e historia, sino en el hecho de que, como utopía radical, atañe al género humano en su conjunto.
Ser feminista es anhelar la emancipación. Si una mujer quiere nombrarse como tal, adelante. “Hay que acabar con el ‘feministómetro’, con quién es más o menos, y reconocer la pluralidad y riqueza de los feminismos”.
Leticia Bonifaz Alfonzo, académica de la Facultad de Derecho e integrante de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer de Naciones Unidas, señaló que el feminismo cabe como objeto de estudio en diversas disciplinas como la sociología, el derecho o la antropología.
Una de las cuestiones que ve más complejas, opinó, es la falta de entendimiento entre los feminismos, “porque no nos estamos escuchando, hay ruido, muchas voces, e inmediatez y ‘conocimiento recortado’ en las redes sociales”. Se requieren estudios, en los que se tomen en cuenta ángulos, aristas e intersecciones; de otra manera estamos ante la posibilidad nula de llegar a una conclusión o acuerdo. Por eso es tan importante la posición de la academia, sostuvo.
Gisel Tovar Cervantes, jefa del Departamento de Prácticas Artísticas, Escritura y Autoedición del CIEG y profesora en la Facultad de Filosofía y Letras, consideró que la nota roja, las redes sociales, la visibilidad de casos de violencia y desaparición se han encargado de “reproducir y contagiarnos con la parálisis del miedo y el horror”.
Social y culturalmente, la rabia es una emoción incómoda, no permitida ni bien vista en las mujeres, porque hace públicas las fallas y omisiones del Estado. Pero ¿cómo no sentirla cuando a diario desparecen 10 mujeres en el país? La que está presente en las protestas feministas ha demostrado ser “una fuerza fundante que ayuda a transitar la parálisis del dolor para sostenernos”. Pero hay que ser autocríticas con sus usos, potencias y límites.
(Con información de Gaceta UNAM)