Trascendente llamado de México a refundar el hemisferio
La propuesta de una nueva relación entre los países de América Latina, el Caribe y Estados Unidos fue lo mejor de la Cumbre
Ciudad de México. El llamado formulado por México en la Cumbre de las Américas a refundar el sistema de relaciones hemisféricas sin exclusiones, bloqueos ni hegemonismos, es probablemente lo más trascendente de esa cita.
En particular la esperanza expresada por el canciller Marcelo Ebrard de que esta sea la última cumbre donde estemos discutiendo sobre una entidad agotada como la Organización de Estados Americanos (OEA), el bloqueo a Cuba, y que nos falten los pueblos cubano, nicaragüense y venezolano.
Ebrard fue directo al grano: llegó el momento de iniciar una nueva etapa en la relación entre las Américas en sus diferentes vertientes, entre Estados Unidos, América Latina y el Caribe, que nos caracterice la unidad de la que todos hemos hablado.
Sin embargo, para lograrlo hacen falta ciertas condiciones y voluntad política también explicadas por Ebrard en nombre de su presidente, Andrés Manuel López Obrador.
La primera de ellas desaparición de la putrefacta OEA la cual ya está gastada y no resiste los embates de los nuevos tiempos, y eliminar el intervencionismo y las certificaciones de terceros porque somos países independientes, soberanos y orgullosos.
Que se levante el bloqueo de Cuba, se dialogue con todos y se respete a todos. Recordó que 29 de los 32 países representados en la cumbre votaron en ONU 28 veces contra el bloqueo, pero no se ha hecho nada y hay que ser congruentes. Ese momento llegó.
Por tanto, aclaró, el tema no es solo si se excluye o no a Cuba, Venezuela y Nicaragua, aunque es importante.Lo trascendente es dilucidar si se admite o no el principio de intervención, y si los fundamentos de la relación interamericana están agotados y cómo y cuándo vamos a sustituirlos estructuralmente.
Si no resolvemos eso y seguimos en esa diferencia sobre todo lo que acabo de describir, si no damos un paso delante, la próxima cumbre vamos a seguir discutiendo lo mismo. Llegó el tiempo en el que por el bien de las Américas debemos resolver esto, aclaró.
Exhortó a formar un equipo que prepare eso, que lo acuerde, que convierta en hechos lo dicho en la cumbre por jefes de gobierno o sus representantes, no se queden en una expresión de sentimientos, sino en un programa político, y es lo que está planteando México.
Poco antes de Ebrard expresar esas ideas, lo refirió también el presidente de Argentina, Alberto Fernández, en nombre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Fernández subrayó al desplazamiento de Latinoamérica de la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo, la utilización de la OEA en el golpe contra Evo Morales en Bolivia y la maquinación del préstamo monumental del Fondo Monetario Internacional (FMI) para respaldar a Mauricio Macri, e impedir su derrota electoral.
Precisamente a la Celac la sostiene una necesidad creada por la imposibilidad de los países de la región de interactuar con organismos intervenidos por Estados Unidos como la OEA, y eso le da sustancia, aunque sea irreal e inconveniente darle la espalda en la región a Estados Unidos y Canadá.
Pero al mismo tiempo tiene que ser una relación no subordinada, en igualdad, de país a país, y la Celac, como entidad representativa, busca poner un equilibrio en esa ecuación, por eso se ha fortalecido, sobre todo bajo las dos presidencias consecutivas de México que dio más densidad a su discurso.
México plantea que para la próxima cumbre ya esté resuelto todo eso, y le propone a Estados Unidos un nuevo acuerdo e iniciar una nueva etapa en la relación entre las Américas, conforme a la realidad geopolítica actual.
Esa nueva realidad, aclaró Ebrard, aconseja buscar la unidad, pero antes tenemos que resolver lo que acabo de describirle, porque si no, la diferencia va seguir imperando en estas cumbres.
La conclusión de muchos observadores en México es que la IX Cumbre de las Américas se convirtió en el síntoma más claro de la crisis del sistema institucional de relaciones en la región y el gran culpable es Estados Unidos.
Y como expresó el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, su declaración final fue desbalanceada y sesgada porque desconoció la diversidad y pluralidad política y social de nuestra región.
(Con información de Prensa Latina)