Significado cosmológico y sociopolítico de los olmecas
En 1400 a. C, había un gran centro regional con arte y arquitectura monumentales: Ann Marie Cyphers, investigadora del IIA
Alejada de la imagen de pueblos originarios poco organizados, la cultura Olmeca fue capaz de diseñar arquitectónicamente su paisaje y entorno, enfatizando sus características cósmicas y urbanas, aseveró Ann Marie Cyphers Tomic, experta del Instituto de Investigaciones Antropológicas.
“Los olmecas dieron formas al sitio como arquitectura paisajística, una réplica de la montaña sagrada y una metáfora de una colina sagrada rodeada de agua que, por supuesto, tiene un significado cosmológico y sociopolítico, y se refiere al mito central del origen que se utilizó como principio de exclusión social y política”, destacó la reconocida arqueóloga.
Al ofrecer la charla The Dawn of Olmec Civilization (El Amanecer de la Civilización Olmeca) en el contexto de la Cátedra Eduardo Matos Moctezuma de la Universidad de Harvard, la académica dijo que si bien muchos piensan en las cabezas gigantes de esta cultura, la organización social de este pueblo revela una alta complejidad urbana.
Desde 1990, Cyphers Tomic encabeza la exploración de San Lorenzo Tenochtitlan, la capital más antigua de la civilización olmeca, que surgió en 1800 a. C. como una aldea y 400 años después era un gran centro regional con arte y arquitectura monumentales.
El lugar se ubica entre 16 y 30 metros sobre el nivel del mar, salvo la Gran Meseta que se eleva a 65 metros sobre el nivel del mar, la cual mide un km de largo por uno de ancho y tiene una superficie plana, lados escalonados y una amplia periferia de relieve poco accidentado.
Tras recalcar que los olmecas de San Lorenzo no construyeron pirámides y plazas de piedra, la doctora en Historia comentó que desde finales de la década de 1960, los arqueólogos Michael Coe y Richard Diehl sugirieron que la meseta no era natural, por lo que para probarlo, ella y su equipo realizaron un muestreo masivo del subsuelo.
“Practicamos 2 mil 603 muestreos colocados a intervalos de 20 metros, es decir, 98 por ciento de la parte superior de la meseta, 45 por ciento de las terrazas y 13 por ciento de la periferia. Este trabajo reveló que los olmecas construyeron la meseta en etapas; levantaron la elevación natural hasta 25 metros en algunos sectores”.
La primera fase de construcción llevó a los olmecas 200 años y se ha calculado que el volumen artificial de la zona tiene un promedio de siete millones de metros cúbicos, es decir, siete veces el volumen de la pirámide del Sol en Teotihuacan, y 2.5 veces el volumen de la gran pirámide de Guiza, calculó la investigadora.
Se necesitaron de 14 a 18 millones de horas-persona para construir la meseta, evidencia clara de una inversión significativa de mano de obra olmeca en un momento muy temprano, resaltó, pues ahora se considera que el tamaño de San Lorenzo es de al menos 775 hectáreas, casi el doble del tamaño de Cuicuilco, y un poco menos que Tikal.
Para esta obra se calcula que la población pasó de mil 200 personas en 1800 a. C., a 12 mil habitantes hasta su fase de apogeo, entre 1200 y 1000 a. C., puntualizó la ganadora del Reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz que otorga la UNAM.
“Los estudios comparativos del urbanismo en la historia del mundo clasifican las poblaciones mayores de 10 mil personas como ciudades antiguas”, añadió la ganadora del Premio Alfonso Caso, del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Al rastrear la distribución de las estructuras en función de los tipos de pisos, Cyphers Tomic y su equipo encontraron que la organización interna de la población estaba relacionada con la elevación o altitud y la distancia al centro, es decir, “las personas más prestigiosas vivían en la cima de la Gran Meseta, con estatus decreciente en las terrazas y finalmente la gente común en la periferia”.
Esculturas de piedra volcánica
La base de la economía olmeca era la elaboración de esculturas de piedra volcánica, especialmente las bien conocidas cabezas colosales, que son retratos de gobernantes antiguos y de las 17 cabezas colosales olmecas conocidas; San Lorenzo produjo 10 de ellas, dijo.
La antropóloga ha revelado que esta actividad se llevaba a cabo en el sector norte de la meseta, muy cerca del llamado Palacio Rojo, un edificio enorme para su época, que tiene múltiples cuartos y patios que “se utilizaban como residencia, una zona de producción, almacenes, salones públicos y una sala sagrada”.
Lamentablemente, el tamaño y la profundidad de enterramiento del Palacio Rojo impiden su excavación en una sola temporada de campo. De hecho, se han requerido seis temporadas para excavar la zona que actualmente es estudiada.
El sitio tiene elementos arquitectónicos hechos de costosa piedra volcánica importada, como una columna de piedra que antiguamente ayudaba a sostener el techo, la cual fue rota por la mitad por rancheros hace unos 100 años.
“Nuestra reconstrucción del Palacio Rojo muestra los gruesos muros de tierra apisonada, la columna y el dintel de arenisca y una banqueta, un asiento que se encuentra en la parte más interna que puede haber sido utilizada para rituales privados de la élite.”
Dentro del Palacio se han encontrado esculturas de piedra sin terminar, además de múltiples herramientas y restos abrasivos en el piso, lo que indica que estas esculturas gigantes se hacían con la supervisión del gobernante.
“No había acceso general a esta zona, era exclusivo y, posteriormente, las piezas eran movidas fuera del palacio, hacia los consumidores. En general, la movilización de piedra volcánica era una importante fuerza en la economía olmeca”, explicó.
La especialista actualmente trabaja en las esculturas olmecas más antiguas para indagar cuándo comenzó esta labor que pudo ser alrededor del mil 500 a. C, como han revelado múltiples estructuras que recuerdan a uno de los primeros gobernantes olmecas o su descendencia con el linaje del ave, que pudo ser quien sentara las bases de esta cultura.
“Lo que acabamos de ver y sus implicaciones cambiarán para siempre la forma de mirar los primeros siglos del desarrollo olmeca. También significa que tenemos mucho más trabajo por hacer”, finalizó Ann Marie Cyphers.
(Con información de Gaceta UNAM)