Los mexicanos somos bailarines competitivos: Diego Vázquez
Los días 29 y 30 de abril se estrenarán obras de Sarah Matry-Guerre y Pascal Marty en la Sala Miguel Covarrubias
El primer acercamiento entre la danza y Diego Vázquez fue en el Taller Coreográfico de la UNAM (TCUNAM), de la mano de su padre, quien era estudiante de ingeniería química de la Universidad y asistía a las funciones de la compañía de la bailarina y coreógrafa Gloria Contreras (1934-2015).
“Mi papá se enamoró del taller y de la danza, y ese amor me lo contagió. Cuando regresábamos de la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, de ver Huapango, Danza para mujeres, Requiem o Concierto en re, piezas representativas del TCUNAM, mi padre nos ponía el Huapango de Moncayo y bailábamos mi hermana y yo, inspirados por lo que recién habíamos disfrutado”, recuerda el bailarín, coreógrafo y actual director artístico de este Taller en entrevista.
Luego de ver la compañía de Maurice Béjart (1927-2007) cuando se presentó en México (1999), Diego, a los 18 años, se planteó qué podría hacer cuando tuviera 40 o 50 años. Decidió ser bailarín y dejar la carrera de arquitectura. “Mis papás se infartaron y trataron de disuadirme para cambiar mi opinión”. Al poco tiempo entró en un proyecto de danza contemporánea con el coreógrafo Raúl Parrao.
A los 20 años viajó a Europa para audicionar en compañías de danza contemporánea, edad que no le favoreció del todo porque compitió con bailarines de 16, pero fue aceptado en el conservatorio de danza y música Codarts, en Rotterdam, Holanda.
A sus actuales 41 años se siente afortunado porque puede conjuntar su trabajo como coreógrafo y las artes escénicas: “La coreografía es un diseño del espacio con ritmo y música. Me encanta hacer la iluminación de mis obras y el diseño de vestuario”.
Por su experiencia en Europa, Diego afirma que en México sí hay buenas escuelas de danza de las que egresan excelentes bailarines que se desempeñan bien en Europa. Por ello, a su regreso a nuestro país creó su propia compañía e invitó a varios bailarines mexicanos que trabajaban en el extranjero a trabajar con él en 2005.
“Cuando comienzan a sonar los nombres de Isaac Hernández y Elisa Carrillo pareciera que son la primera generación de bailarines mexicanos exitosos en el extranjero y no es así. A nivel técnico somos bailarines competitivos. Donde está la diferencia es en el lenguaje y las propuestas coreográficas, pero cada vez se acortan más por la globalización”, señala.
Por invitación del bailarín Julius Brewster conoció a Gloria Contreras, quien le compartió un método de George Balanchine (1904-1983): aprender a leer música, estudiar la partitura y montar con ella en mano, para entender qué está ocurriendo a nivel musical, “y te vas a divertir más”, le dijo en su momento.
¿Alguna vez imaginaste que ibas a ser el director del TCUNAM?
“¡Nunca, nunca, nunca!”, enfatiza y añade: “Aunque Brewster me invitaba a acercarme más a la compañía, sólo lo hice para saber qué decía la maestra y aprender de ella.
“Yo creo que la maestra Gloria Contreras estaría contenta de que me ocupe de preservar su proyecto, porque es maravilloso que la UNAM tenga una compañía de danza y una orquesta filarmónica. Ella quería que los universitarios se sintieran orgullosos de esto, como se sienten orgullosos de sus Pumas”.
Para celebrar el Día Internacional de la Danza, los días 29 y 30 de abril, en la Sala Miguel Covarrubias, se estrenarán obras de Sarah Matry-Guerre y Pascal Marty. También habrá un dueto con música de Vivaldi del mismo Vázquez y se cerrará con el Requiem de Mozart de la maestra.
A Diego le interesa mucho que la comunidad se entere de que presentaron el libro 50 años del TCUNAM. Aunque el Taller tiene varios textos conmemorativos, éste es el primero a color que rescata fotografías de archivo. “Es un ‘viaje coreografiado’, porque muestra, en 460 páginas, el repertorio y a bailarines de décadas anteriores con los ejecutantes actuales”.
(Con información de Gaceta UNAM)