La tecnología, imprescindible para el trabajo docente

A raíz de la emergencia sanitaria se produjo gran contenido y se usaron recursos informativos, como las bibliotecas digitales

Atres años del inicio de la pandemia, los aprendizajes en los ambientes educativos han sido muchos; ha habido una apropiación tecnológica por parte de los profesores universitarios –que antes había sido muy lenta– y una conciencia de que la tecnología puede ser una herramienta decisiva, al menos, para dar continuidad al trabajo docente, afirmó Marina Kriscautzky Laxague, directora de Innovación en Tecnologías para la Educación.

En el Seminario Educación y TIC: transformación y retos a tres años de la pandemia organizado por la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación (DGTIC), la experta añadió que, en ese campo, también hay retos vigentes después de estos años; uno de los principales es transformar los estilos de enseñanza transmisivos, es decir, la idea de que enseñar sólo consiste en transmitir información.

Al participar en el seminario la experta refirió que a raíz de la emergencia sanitaria se produjo gran contenido para los estudiantes y se usaron recursos informativos, como las bibliotecas digitales. “En la UNAM tenemos una gran cantidad de materiales bibliográficos digitales, un gran repertorio al que se puede acceder, incluso desde casa en muchos de los casos”.

También se usaron herramientas para el aprendizaje. En las asignaturas experimentales se echó mano de recursos para simular lo que no se tenía físicamente, como los laboratorios; “ésa fue una de las principales ausencias en la vía remota”.

La necesidad llevó a los docentes a buscar alternativas, a encontrarlas o producirlas. Profesores de Química, por ejemplo, encontraron la manera de enseñar mediante experimentos con materiales caseros o compartiendo videos; hubo infinidad de soluciones a los problemas, refirió la directora.

No obstante, recalcó, también se puso de manifiesto la desigualdad de acceso a la tecnología, la cual se sumó a otras y puso en riesgo el derecho a la educación.

Después de una crisis mundial, de dos años de confinamiento donde la instrucción se vio trastocada en su principio fundamental de la presencialidad y cuando la educación a distancia era considerada sólo una alternativa, hay que preguntarse si ese proceso, en el nivel superior, se ha transformado más allá de la reacción, importante y valiosa, de buscar soluciones a una coyuntura crítica global.

Los cambios en los sistemas escolares son muy lentos, reconoció Marina Kriscautzky. En este lapso “¿se ha transformado la educación superior? No hay una respuesta única y absoluta”.

Durante este tiempo, precisó, una de las grandes transformaciones ha consistido en haber perdido el miedo a la tecnología, y a solucionar problemas relacionados con ella, así como mantener la comunicación con los estudiantes y promover el aprendizaje. “Hoy tenemos la posibilidad de comunicarnos y de estar presentes virtualmente en diversas partes del mundo; estas nuevas formas de comunicación llegaron para quedarse. Ese ya es un cambio, y hay que mantener el uso de las plataformas para conservar un espacio de encuentro virtual con los estudiantes, consideró.

Por ejemplo, los alumnos que ingresaron a la licenciatura después de haber realizado un bachillerato prácticamente a distancia, aunque llegaron buscando el contacto físico y estar en las aulas, se sienten muy cómodos con el uso de plataformas como un complemento del trabajo en clase. Ese aprendizaje se debe capitalizar, sostuvo.

Sin embargo, destacó, hay aspectos que no se transformaron. Hubo una integración y apropiación tecnológica de profesores y alumnos, pero desde el mismo paradigma de enseñanza: se usó la tecnología para transmitir información.

Kriscautzky Laxague distinguió que la información que circula por todos lados y a la cual tenemos acceso a través de internet, por ejemplo, no se convierte en conocimiento si no hay alguien que, yendo mucho más allá de memorizarla, la analice, sintetice, contraste, vincule, haga inferencias e, incluso, la transforme. “Si no se realizan ese tipo de acciones, la información sigue siendo sólo eso”.

Hay que usar la tecnología para poner en acción los procesos cognitivos de los estudiantes; por ejemplo, en lugar de darles una infografía, pedirles que ellos la hagan ya que requieren buscar, seleccionar y analizar la confiabilidad de la información, elegir la más apropiada, leer y entender, sintetizar, buscar imágenes, y revisar y corregir varias veces. “La producción de ese mensaje genera aprendizaje”.

(Con información de Gaceta UNAM)

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