La lengua española y las ciencias en hispanoamérica

Analizan desde óptica: geopolítica, divulgación, publicaciones e impacto del idioma el desarrollo y transmisión del saber

Expertos de México y España dialogaron en Madrid sobre la situación actual de la ciencia en el imaginario cultural panhispánico y la utilización del español como lengua de transmisión del conocimiento científico.
El encuentro se llevó a cabo en la Fundación Ramón Areces, en la ciudad de Madrid, y fue organizado por la UNAM España en colaboración con la Fundación Lilly, el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España(IFS-CSIC), y la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC).
Por parte de la UNAM participaron Miguel Alcubierre, director del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN-UNAM); Ana María Cetto, investigadora del Instituto de Física (IF-UNAM) y Carlos López Beltrán, investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIF-UNAM), quienes dialogaron con colegas españoles como Isabel P. Fuentes, directora de CaixaForum Madrid, Fernando Navarro, traductor médico, Bertha Gutiérrez Rodilla, investigadora en la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca, y Elea Giménez, investigadora en Bibliometría del CSIC, entre otros.
En el encuentro se analizó desde diferentes ópticas: geopolítica, divulgación, publicaciones e impacto del reconocimiento académico del español en el ámbito científico.
Entre los temas que abordaron destacan la percepción social de la ciencia en ambos países; la relación entre el español, las ciencias y las estructuras culturales; la comunicación científica en español, y el mundo de las publicaciones científicas. Asimismo, reflexionaron acerca de la relación de la actividad científica con paradigmas lingüísticos extrahispánicos y del poder de las grandes editoriales especializadas.
El inglés, lengua franca en la ciencia
El inglés se erige como el idioma por excelencia —la lengua franca— de la ciencia. Para que el español avance en este campo, se debe fomentar la cultura científica y acabar con la brecha que tradicionalmente ha existido en los países del mundo hispánico entre la cultura y la ciencia, ya que son parte consustancial la una de la otra.
Ana María Cetto aseguró en su intervención que en el mundo científico todos los idiomas han perdido terreno frente al inglés, por lo que este no es un problema específico de nuestra lengua. Sin embargo, el inglés como lengua franca para las ciencias “tiene una historia corta, desde la Guerra Fría en adelante” aseguró María Jesús Santesmases del IFS-CSIC, quien reiteró la importancia de conocer la geopolítica del saber ya que, en su visión, la lengua además de ser una herramienta cultural lo es también política.
El español, señaló Santesmases, “es una lengua del conocimiento experto, pero no produce autoridad, y el reconocimiento se produce en otras lenguas”. A este respecto, J. Francisco Álvarez (Universidad Nacional de Educación a Distancia de España) consideró que el movimiento geopolítico actual supone una oportunidad para el español.
En la opinión de Cetto, al español no le va tan mal en las ciencias y aseguró que de hecho existen alrededor de 20 mil publicaciones científicas en nuestro idioma, y que están recogidas en las bases de datos de Latindex (organización que preside).
Señaló, sin embargo, que uno de los problemas es que este tipo de plataformas son poco usadas por los investigadores y científicos de habla hispana. El reto estaría en “visibilizarlas más y lograr que en las evaluaciones del trabajo académico se les tome en cuenta, para lo cual es necesario publicar artículos de buena calidad y de alta pertinencia”.
Cetto afirmó que Latindex ha introducido criterios de alta calidad editorial y académica que se aplican a todos los títulos de las revistas que conforman su catálogo, y que no necesariamente son copia de criterios que se utilizan en otros sistemas de indización comercial. También comentó que ya hay varios países en donde las instituciones han adoptado los criterios de calidad Latindex, y que desde esta plataforma se impulsa y se ayuda a los editores de las revistas científicas a que desarrollen mejor sus productos.
Mejorar la percepción social de la ciencia
Los expertos coincidieron en que suele ser más prestigioso en la sociedad en general el conocimiento de otras manifestaciones culturales, como el arte o la literatura, más que en el ámbito científico, como lo aseguró Isabel P. Fuentes, directora de CAIXAForum Madrid.
Para contrarrestar esta tendencia, Miguel Alcubierre propuso hacer visible la manera en que la ciencia convive con la imaginación y el arte de una manera muy estrecha. Asimismo, señaló que debería de eliminarse la idea de que la ciencia es un terreno árido, por el contrario, la ciencia “es altamente imaginativa, y requerimos de la imaginación para preguntarnos cosas y para ver cómo las vamos a contestar”.
Isabel P. Fuentes aseguró que generalmente el arte atrae más a la sociedad que la ciencia, debido a que el arte ofrece permanentemente patrones del mundo y sugiere estructuras que no tienen la necesidad de ser analizadas ni comprobadas. Sin embargo, la visión de Alcubierre destacó los puntos de encuentro entre la ciencia y el arte. Ambos pueden convivir a través de la imaginación, aunque en las ciencias esté constreñida a contrastarse con la realidad.
“El arte es también imaginación; es una disciplina hermana ya que requiere de inspiración. Los científicos buscamos cosas muy estéticas, buscamos que nuestras explicaciones del universo sean hermosas, elegantes y que nos hagan entender el universo de manera relativamente simple”.
Para Alcubierre, la relación armoniosa entre ciencia y arte ha quedado ya constatada, y, por ejemplo, recordó cómo Picasso relacionó su trabajo con la geometría, y mencionó que el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN), ubicado en Suiza, mantiene un programa en el que se invitan a artistas residentes a que se inspiren en las actividades de esta institución para realizar proyectos artísticos.
Retos para impulsar al español como lengua de conocimiento
El presidente de la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC), Antonio Calvo Roy, evidenció la necesidad de saber “dónde estamos y, de resultar no estar en una situación adecuada, tratar de promover políticas para cambiarla. Y es una tarea que tenemos que afrontar de manera conjunta los 500 millones de hablantes del español”.
A este respecto, señaló que el español “es un idioma de ciencia, un idioma en el que se hace ciencia y se piensa en ciencia, pero no es un idioma de comunicación de la ciencia, porque ese papel lo tiene, casi en exclusiva, el inglés”.
Carlos López Beltrán apuntó que el reto es entender que las lenguas son organismos vivos que cambian, que se adaptan a distintas situaciones y que funcionan de determinadas formas en contextos en donde hay circulación de conocimiento.
Desde su punto de vista, es importante entender cómo los científicos se preparan para comunicarse en idiomas que no son los suyos. Otro reto importante consiste en perder el complejo que durante siglos hemos adquirido los hispanohablantes, al valorarnos como culturas atrasadas, buenas para las humanidades pero no para las ciencias. “Esas sombras que pesan sobre nosotros hay que disiparlas”, señaló.
Con esta visión coincidió José Antonio Sacristán, director de la Fundación Lilly, quien aseguró que con frecuencia partimos de la idea de que la investigación que se hace en nuestros países es inferior y esto, asegura, “se ha desmentido, y tenemos una ciencia que está al nivel de los mejores puestos”.
Para Ana María Cetto, otro de los retos radica en lograr que las políticas de apoyo a las ciencias y de apoyo a las publicaciones en nuestros países tomen en serio los esfuerzos que hacen los editores de revistas científicas y que los investigadores utilicen estas publicaciones.
Sin embargo, Cetto aseguró que estos esfuerzos no deben ser aislados. Sobre este tema, Nuria Valverde, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), aseguró que el fomento del español en la ciencia es responsabilidad del conjunto de personas que domina y conoce las peculiaridades de esta lengua.
De igual forma, López Beltrán enfatizó que el español y las ciencias no están solos y que se deben fomentar acciones con quienes no necesariamente comparten la especialización pero comparten lengua. Y sobre todo, dijo que “es importante actuar contra el epistemicidio”.
Además del fomento de la cultura científica, en el que coindicen los expertos para acabar con la brecha entre cultura y ciencia en el mundo panhispánico, y contrarrestar el uso del inglés en detrimento del español, Calvo Roy también mencionó el impacto que en esta tema ocasiona.
“La manera en la que se estructuran las carreras científicas y en cómo exigimos a nuestros investigadores que publiquen en revistas de gran impacto, que son en inglés porque los centros de decisión son anglosajones. Hay una suerte de monopolio muy complicado de romper”.
Asimismo, ha incidido en que “en las carreras científicas cuentan más las publicaciones más citadas, lo que se llaman de impacto, y las revistas de más impacto son en inglés, en buena medida porque quienes elaboran esos índices de impacto lo hacen en ese idioma. Es la pescadilla que se muerde la cola”.
“No se trata de declarar la guerra al inglés”
España y México son pioneros en la unión de esfuerzos en favor de la preservación de la lengua, a través de la cual compartimos y preservamos un conjunto de valores que nos definen como cultura global”, señaló Andrés Ordóñez, director de la UNAM España. Añadió que nadie cuestiona hoy el valor de la literatura en lengua española y nadie tiene por qué cuestionar la ciencia en nuestro idioma.
Pero para que ello ocurra es necesario operar un cambio en nuestra propia percepción de las cosas, aseguró que “no se trata de declarar la guerra al inglés sino de reivindicar el espacio del español en las ciencias”.
Alcubierre considera que el español podría convertirse en una lengua franca para la ciencia, al menos en nuestros países, si pensamos que somos más de 500 millones de personas quienes lo hablamos. Sin embargo, mencionó que con respecto al resto del mundo es complicado reemplazar al inglés, aunque ello no le resta valor al papel que el español debería jugar. Además, destacó que “si alguna legua va a remplazar al inglés, va a ser el chino”.
Publicar en inglés para dialogar en el ámbito científico con otros países, pero publicar también en español para que nuestros propios países entiendan lo que estamos haciendo es el equilibrio que propone Alcubierre, para destacar la importancia de hacer comunicación científica e nuestro idioma.
“Los alemanes se aseguran de que todo lo que se publica en inglés se publique también en alemán”, expresó López Beltrán, modelo que podríamos replicar en nuestra lengua.
Otro caminos que se podrían explorar para mejorar la percepción sobre las ciencia es ver a la producción científica como un bien común, como lo señaló el investigador mexicano Nayar Durán (Max Planck Institute for Infection Biology). “Pagamos como país por un bien que vamos a producir con gran esfuerzo”.
Otro reto estaría en aprovechar la gran ventana de oportunidad para nuestro idioma que significa el ámbito digital, como lo señaló, J. Francisco Álvarez, quien aseguró que “la alfabetización digital funcional es fundamental para el fomento del español como lengua en las ciencias, algo que se debe de impulsar desde las instituciones”.
(Con información de UNAM España y Fundación Lilly. Gaceta UNAM)

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