Historia de independencia de México no es como la cuentan
Este año se celebran los 200 años del momento en que los mexicanos enfrentamos el desafío de construir una nación independiente
Rodrigo Moreno Gutiérrez, experto del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH), explicó que la vida independiente de México no comenzó el 24 de febrero de 1821 en Iguala, sino que se construyó poco a poco, en la medida en que los grupos sociales desconocieron la superioridad virreinal y el vínculo con España.
“La independencia mexicana de 1821 tuvo sentido en su mundo contemporáneo. Pensemos en gerundio, fue ocurriendo a medida que grupos rebeldes, autoridades locales, unidades armadas y corporaciones dejaron de reconocer tanto al gobierno virreinal como autoridad superior, cuanto a lo que éste representaba como instancia dependiente de la metrópoli”, comentó Moreno Gutiérrez.
El coordinador del ciclo de conferencias El Historiador frente a la Historia, que en esta ocasión está dedicado a 1821: Experiencias, Problemas y Perspectivas, agregó que debido a estas decisiones se fueron rompiendo o modificando obligaciones políticas y fiscales, mutaciones a veces impuestas, a veces desfasadas y exaltadas, a veces anteriores a la trigarancia.
El ganador del Premio Marcus y Celia Maus 2014 dijo que este proceso varió en función de intereses y actores locales, regionales, económicos, políticos y sociales; así, la independencia no comenzó el 24 de febrero en Iguala, pues varios grupos ya habían rechazado la autoridad virreinal, y tampoco terminó el 27 o 28 de septiembre, ya que regiones enteras continuaron adhiriéndose al plan y comunidades armadas se resistieron.
También merecedor del Reconocimiento Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos en docencia en humanidades 2019, Moreno Gutiérrez destacó que la independencia no era inevitable ni debía suceder como lo hizo.
El establecimiento del imperio mexicano era tan improbable en 1820 como el restablecimiento constitucional un año atrás. “Igualmente inesperada fue la disolución de ambos en 1823, es decir, ninguna transición estaba predispuesta y los cambios ocurrieron vertiginosamente. Las determinaciones fueron precipitadas y los consensos (cuando los hubo) fugaces”, dijo.
Señaló que durante ese periodo todo estuvo sujeto a la inventiva, al oportunismo y la contingencia, al grado que en la fragua de los estados nacionales hispanoamericanos y casi como consecuencia se cimentaba un régimen esclavista colonial en Cuba y un imperio independiente en Brasil.
Dicha incertidumbre permite historiar y restituir la capacidad de asombro y de decisión de los actores históricos del momento, así como valorar sin fatalidades ni prisas teológicas la independencia de 1821, resaltó el ganador del Premio Ernesto de la Torre Villar 2015.
“Si mediante estas experiencias, problemas y perspectivas contribuimos a recuperar la complejidad de la realidad histórica y de los relatos e interpretaciones que dan cuenta de ella, habremos compartido las experiencias de los historiadores frente a la historia”, expresó.
Al abrir el encuentro, Ana Carolina Ibarra González, directora del IIH, subrayó que esta edición celebra los 200 años del momento en que los mexicanos enfrentamos el desafío de construir una nación independiente.
Este ciclo de conferencias abrirá un diálogo que renueve y diversifique las miradas sobre la independencia mexicana de 1821, así como las luchas de las comunidades indígenas, de la Colombia de Bolívar al Perú de San Martín, del Trienio Liberal español al Imperio de Brasil, de Centroamérica a Nápoles, de Trujillo a Córdoba.
(Con información de Gaceta UNAM)