Hay que enseñar a los jóvenes a ser ellos mismos, a escucharse
Con sus 71 años, Jorge Federico Osorio brinca los escalones del salón Huehuecóyotl y se sienta entre el público universitario
“Vas por buen camino, pero de pronto te encuentras con la neblina”, le dice Jorge Federico Osorio, solista de la Orquesta Sinfónica de Minería, a Katya Trejo, una de las alumnas de la Facultad de Música (FaM), quien tomó la clase magistral del intérprete. Revisan juntos la partitura; la estudiante escucha, tiene la oportunidad de recibir la asesoría de quien ha tocado junto a Yo-Yo Ma, Ani Kavafian, Elmar Oliveira y Henryk Szeryng.
Con sus 71 años, Osorio brinca los escalones del salón Huehuecóyotl y se sienta entre el público universitario. Escucha a los tres jóvenes, y cuando terminan su pieza les pide sus partituras. Una de ellas se disculpa porque son fotocopias. No importa, le dice el maestro. Y trabajan juntos.
“Si lo oyes lo puedes hacer, si no lo escuchas no te va a salir”, le dice a Samantha Alcázar, quien ha escogido una pieza “muy difícil”. Y Jorge Federico Osorio agrega: “No dejes que descansen los oyentes y tú tampoco. Exagerar a Beethoven nunca es suficiente”. El salón retumba con la Sonata para piano N° 17, en Re menor, La Tempestad. Samantha opina que es una obra bastante complicada, “de mucha maduración, que tiene demasiados detalles, y hay que estudiar mucho”.
Jorge Federico Osorio es Medalla Bellas Artes, el más alto honor conferido por el Instituto Nacional de Bellas Artes en México, y honoris causa por la Universidad Veracruzana. Ha tocado con las sinfónicas de Chicago, Atlanta, Cincinnati, Dallas, Detroit, Milwaukee, Filadelfia, Pittsburgh, Seattle, de São Paulo, Estatal de Moscú, Nacional de Francia, de Londres, así como con la Sinfónica Nacional de México; las filarmónicas de Israel, Varsovia y Real de Londres, y la Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam. Fue elogiado por Gramophone –una de las revistas de música más importantes del mundo–: “uno de los más distinguidos discos de la música de Brahms de años recientes”. En Gramophone se cita que “un crítico de Los Angeles Times lo ha descrito como uno de los pianistas más elegantes y consumados del planeta”.
Enseñar a los jóvenes lo retroalimenta: “siempre descubro cosas nuevas en las obras”, señala en entrevista con Gaceta UNAM. “Creo que es importante, con la experiencia, tratar de ayudar a los jóvenes a aprender a ser ellos mismos, a escucharse, esa es la finalidad para hacer música”.
Afirma que escribir sin partitura, tener en la cabeza el concierto, la sonata, “es algo que tradicionalmente se hace como solista. Por lo general en muchos conciertos se toca sin partitura, es para tener más libertad a la hora de la hora. En nuestro lenguaje, la música, por tradición los conciertos como solista se tocan sin partitura. Por ejemplo, si voy a interpretar música de cámara, aunque me sé las obras de memoria, pongo la partitura también, porque a la hora del concierto surgen cosas”.
Con respeto
Indica que ha tenido “muchísimas experiencias en foros o dando conciertos, en donde supuestamente no hay un público conocedor, y la reacción de los espectadores es increíble, es emotiva, escuchan la música con frescura. Hay mucho público joven en México que es fantástico, por eso siempre debemos darles la música con respeto”.
Cree que oír a Beethoven no es elitista, “sólo falta que los chicos estén dispuestos y que los papás los dejen ir a oír música. Que ellos decidan si les gusta o no. Existe una tradición, los conciertos dominicales, donde ve uno a muchos niños y jóvenes. No es como en otros países, que se les está muriendo el público”.
Uno de los conciertos que mejores recuerdos le trae fue uno popular, “que dimos hace muchos años con la Filarmónica de las Américas, la original, con un maestro alemán, en la Basílica. Un concierto gratuito, en donde tuvieron que cerrar las puertas porque se trataba de un público no conocedor, y tocamos como debe ser. Yo interpreté el cuarto Beethoven completo, se tocó la cuarta sinfonía de Brahms, es decir, un programa que se podría decir que no es para gente que no conoce, y de todas maneras fue tal el silencio y la emotividad, que jamás se me va a olvidar”.
El pianista recomienda al público que sólo vayan a la sala de conciertos y escuchen, y si les gusta regresen. “Pero consejos de qué buscar, qué escuchar, no. Respeto que cada individuo elija, es como si usted lleva a un niño a un museo y le dice: ‘no veas eso porque no vas a entender’. ¿Cómo sabe esa persona qué va a ver, qué percibirá, qué no va a entender o qué sí comprenderá ese niño? Respeto ante todo la elección de quien escucha”.
Los estudiantes
Samantha Alcázar, una de las alumnas que recibió la clase magistral de Jorge Federico Osorio, dijo en entrevista que, “aunque fue muy corto el tiempo, relativamente, me pareció una clase con indicaciones y conexiones precisas, muy enriquecedora. Estoy segura de que todo lo voy a aplicar y me va ayudar muchísimo”.
Se enteró de la clase por su profesor de piano, “y yo estaba superemocionada y hasta envié un correo al coordinador de teclado quien estaba organizando estas clases. Y afortunadamente me seleccionaron a mí y a otro chico para tomar la clase”.
Samantha practica el piano alrededor de cuatro o cinco horas diarias. “Toco el piano desde que soy niña y mi familia siempre me inculcó la música, así que en todo mi desarrollo estuvo de por medio. Yo soy de Veracruz, cuando vi la oportunidad de venir a Ciudad de México a cursar la secundaria, pues lo hice. Me metí a estudiar desde el propedéutico, a la par de la prepa, y dije: me gusta, creo que tengo ciertas habilidades en esto y haré lo que me llena que es hacer música. Y así fue como decidí ser música”. Tocó el primer movimiento de una sonata de Beethoven, “porque creo que es una obra bastante complicada, de mucha maduración, que tiene gran cantidad de detalles y hay que estudiar demasiado; entonces pues me pareció excelente. Me encantan los retos”.
Jorge Luis Tapia, estudiante de la Facultad de Música, estaba muy emocionado desde que hizo la audición en línea, por medio de un video: “realmente fue una oportunidad increíble. No lo podía creer, tenerlo ahí (a Jorge Federico Osorio), pues lo he escuchado en Youtube, y desde ahí ver la facilidad que él tiene era abrumador, pero estar ahí a su lado me conmovió mucho”.
Escogió una pieza de Chopin: “opino que es una obra complicada, gloriosa, una pieza que ya se ha escuchado bastante y por eso precisamente la elegí. El consejo del maestro es que hay que estudiarlo cómo va, tomar la partitura para trabajarla y poder hacer algo innovador dentro de lo que se ha hecho de la obra. Sabía que él me podía ayudar mucho, a saber cómo llevarla”.
Ha reflexionado en estos días sobre lo que le dijo, “cómo debo abordar las cosas, llegar a una pieza y, sobre todo, cómo trabajar de manera distinta una misma balada”.
Por su parte, Katya Trejo tuvo la suerte de estar en la clase, ya que no participó en la dinámica de selección. Ese día el maestro se dio cuenta que alcanzaba el tiempo para un estudiante más y preguntó al público si alguien más quería tocar. Katya alzó la mano, interpretó Hacia la cima de Manuel M. Ponce.
Dice sentirse muy afortunada y agradecida de estar “con uno de los más grandes pianistas de México, y también me dio mucho gusto haber podido asistir a su clase, justo estando en el proceso cercano de comenzar a estudiar. Voy a poder incorporar los valiosos conocimientos que me dio el maestro en esta pieza desde el principio, creo que es algo muy afortunado para mí”.
Acota que es una pieza “que empecé a estudiar hace poco, un mes, y realmente en el proceso de aprenderla busqué grabaciones, y encontré la realizada por el maestro Jorge Federico Osorio, y me encantó su interpretación. Pensé que me gustaría mucho recibir sus comentarios de esta obra”.
Ha sido un largo proceso para Katya Trejo: “llegar a sentirlo, ya que mi gusto por la música es algo presente en mi vida desde que estoy muy chiquita, casi desde que tengo memoria. Recuerdo que de pequeña me encantaba bailar con todo tipo de música, que era principalmente clásica, y a partir de ahí tengo una conexión muy fuerte con la música. De hecho, a temprana edad probé varios instrumentos. Toqué violín, batería, piano, canto, un poco de guitarra. En mi adolescencia temprana, alrededor de los 12 años, encontré a un maestro de piano, y en ese momento fue que decidí estudiarlo”.
(Con información de Gaceta UNAM)