Fake news, se desvanecen pronto, pero el daño ya está hecho
Todo es rápido, sencillo y simple, y más aún cuando se combina. Noticias falsas ha habido siempre, pero ¿qué ha acelerado el proceso? Son tres factores: uno, la accesibilidad a la información, lo que técnicamente se denomina la omnipresencia de la información; el segundo es la hiperconectividad y el tercero la facilidad de publicación, dijo Fabián Romo, director de Sistemas y Servicios Institucionales de la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación (DGTIC).
La tecnología es tan veloz que nuestros métodos para la verificación de la validez de información, orígenes, fuentes, responsabilidades en las publicaciones, entre otros, ya no los asumimos, ya no los aplicamos, simplemente porque somos consumidores constantes de información y datos, y justo eso es lo que ocasiona que se desvanezcan tan rápido las noticias falsas; no obstante, pudieron haber afectado ya a equis cantidad de personas o instituciones”, explicó.
Todo esto, abundó, ha impactado a nuestros jóvenes hoy en día, debido a que el rápido acceso a la información es como las fiestas: un invitado convoca a otros cien. Aquí es lo mismo, alguien publica y por el simple hecho de compartir la información le da validez porque cree en esa persona y la da por cierta.
El factor clave es la rapidez con la que se disemina, porque incluso el nivel de consumo de la información es tal, que ya no da tiempo de verificar si es cierto; es lo que nos han comentado muchos de nuestros jóvenes”, precisó.
También es fundamental, mencionó Romo Zamudio, no caer en la suposición, pues este es el mayor riesgo que tenemos como sociedad de la información. “Suponemos muchas cosas, y hacerlo no significa tener los datos válidos. Esto va desde nuestro comportamiento como individuos; como comunidad, como nación y como especie debemos erradicar la suposición. La tecnología no es mala por naturaleza, es cómo la usamos nosotros”.
Ambigua y relevante
Ricardo Trujillo Correa, de la Facultad de Psicología (FP), ofrece la interpretación que sobre las fake news dan las ciencias del comportamiento. Reiteró que no es un fenómeno como se quiere hacer creer, es una forma de modificar el pensamiento de un grupo social.
Reconoció que no hay una diferencia clara entre lo que históricamente conocemos como propaganda y fake news, que es modificar la opinión de una persona, de un grupo social a partir de dar una serie de información “imprecisa, incorrecta y/o exagerada”.
Las dos condiciones básicas para un rumor, para la propaganda o para una fake new, es básicamente eso. Hay que hacerlo suficientemente ambiguo y ser afectivamente relevante para la persona; es una especie de fórmula, con eso será mucho más sencillo que se propague de manera viral, porque todos somos proclives a éstas, mientras tengan estos componentes.”
La única forma de controlarlas, dijo, es siempre dar información precisa y adecuada en todo momento porque eso contrarresta mucho la intencionalidad. “La gente ha perdido la credibilidad en los medios tradicionales y se la atribuye más a los no tradicionales. Esa es una tercera variable, no crees la información cuando la dicen por televisión; pero si aparece en Facebook o en Twitter, le otorgas credibilidad”.
Por ejemplo, el hecho de compartir, dar “me gusta” o retuitear una noticia falsa, es un acto emocional, porque se activan nuestros instintos más primitivos, como mecanismo de defensa, alerta, aunque no sea directamente hacia nosotros, sino a alguno de nuestro grupo social.
Historia
Si nos remontamos al origen de Internet en la década de los 70, cómo se generaba, cómo se compartía, indicó Fabián Romo, era un Internet que estaba diseñado para los centros de cómputo, para que las universidades se comunicaran, para compartir datos científicos, no había una necesidad de noticias falsas.
En la segunda generación o segunda etapa de Internet, continuó, es cuando toda esta red, toda esa infraestructura permite la comunicación entre humanos, es decir, cuando surge la web a finales de los años 80, la forma de publicar era del centro hacia los extremos, estaba muy bien identificado el emisor y los receptores, como los medios de comunicación convencionales. Cuando esta web. 1.0 publicaba las cosas era de fuentes acreditadas, porque solamente los que tenían un servidor web con un dominio conocido lo recibían.
“Se ubicaba muy bien quién generaba la información; pero viene un salto en la Internet, en la que ya no se necesita ser web master para publicar; es cuando surge la web 2.0, que es la de las redes sociales y ya cualquiera con un teléfono que está hiperconectado no tiene que llegar a un centro de trabajo para publicar o saber mucho de computación para hacerlo. Esto se multiplica exponencialmente: cada usuario en lugar de ser un consumidor de información se convierte en generador”, concluyó.
RECOMENDACIONES
Estas son las recomendaciones básicas que nuestros especialistas formularon para reducir el impacto de las fake news, las cuales serán imposibles de desterrar porque “siempre habrá alguien que invente algo, es por naturaleza humana”.
- Seamos escépticos, ahora más que nunca: Se debe poner en duda, en cuestionamiento, cualquier cosa que se lee, no importa si nos los comparten nuestros familiares. El exceso de información por un lado y la falta de veracidad por el otro se combaten cuestionándolo todo.
- Verificar en otros medios: Hemos recibido una gran cantidad de noticias falsas a través del WhatsApp y de Facebook. Antes de creerlo debemos buscar en otro lugar, en varias fuentes realmente confiables, en medios de comunicación establecidos y canales institucionales oficiales verificados.
- No acelerarse: Hay que tener paciencia y serenidad para analizar la información y no caer a la primera.
- No transmitir ni reproducir esa información: A menos que se cuente con la validación de la misma.
(Con información de Gaceta UNAM)