Enfrenta el planeta una gran transformación con peligros catastróficos
En el mundo actualmente “existe una especie de desencanto con el desarrollo; como resumió la Asamblea de Naciones Unidas en septiembre pasado en el documento Nuestra agenda común: enfrentamos una gran transformación con grandes riesgos catastróficos que en buena medida hemos creado nosotros mismos”, apuntó Enrique Provencio Durazo, coordinador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la UNAM.
En su conferencia magistral Política climática, instituciones y desarrollo, dijo que en el ámbito global se registran volúmenes de producción como nunca en la historia, es decir, con altos niveles de sufrimiento y, sobre todo, “vamos en una dirección en la que corremos no sólo más riesgos, sino que estamos generando tendencias disfuncionales para los próximos años”.
Precisó que si bien esa no es una novedad, es relevante considerarlo como un diagnóstico que asume la misma Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y que en los últimos años el secretario general de la misma ha señalado: las divisiones y las desigualdades en el mundo crecen y se hacen más profundas.
Al participar en el XIV Congreso Nacional de Investigación en Cambio Climático y VI Congreso Latino de Investigación en Cambio Climático. Desafíos emergentes para un mundo en transformación, organizados por el Programa de Investigación en Cambio Climático de la UNAM, el universitario indicó que el organismo internacional considera que los retos se extienden, la zozobra domina al planeta, “en un mundo cuya confianza también se tambalea y donde la crisis climática adquiere niveles más graves y acelerados, incluso más allá de lo que se preveía hace unos cuantos años”.
En su exposición virtual, dijo que esos rasgos que enfatiza la ONU, están caracterizados por mayores desigualdades económicas e incertidumbres de empleo e ingreso, crisis climática y contaminación que afectan a la biodiversidad, así como el deterioro de las democracias, la inseguridad humana y global.
Detalló que, según algunos autores, tres grandes componentes –educación, investigación e instituciones en gobiernos democráticos– son clave para permitir estrategias exitosas de transición en este tema. Y uno de los puntos “del cual seguimos cojeando” para transitar hacia sociedades innovadoras es más inversión en ciencia, tecnología e innovación.
También es clave cómo se procesará esa visión de desarrollo que integre la transición climática y ambiental en general, con rutas de prosperidad, “no tanto dependiendo de cuánto crezcamos económicamente, sino cómo y con qué calidad social y ambiental”, recalcó.
Desde el punto de vista de la política climática, es necesario recuperar, mejorar o formar agencias o espacios intermedios que operen como interfase entre la política pública y las organizaciones, instituciones académicas, organismos de la sociedad civil y privados, para vincular mejor lo que hemos aprendido, mencionó el universitario.
Asimismo, sugirió alinear e integrar iniciativas públicas entre sí y aprovechar el momento de creación o revisión de nuevas políticas para articular mejor los esfuerzos gubernamentales (en sus tres niveles), sobre todo en el ámbito de transporte, adaptación, riesgo y economía circular.
De igual manera, articular la dimensión transversal que requieren las políticas de transición climática con la política industrial, las energías renovables, la economía circular y la deforestación cero.
Hay que llevar a la política macroeconómica por un camino que permita cierto equilibrio entre las necesidades que tenemos de prosperidad social para abatir la pobreza y eliminar la pobreza extrema, sin entrar en conflicto en las cuentas con el exterior, y sin generar mayores presiones ambientales sobre los ecosistemas.
Es posible encontrar formas de crecimiento con cambio estructural, en las que la transición energética, la economía circular y otras actividades de alta intensidad ambiental permitan un crecimiento compatible con un escenario de transición climática, afirmó Enrique Provencio.
La desaceleración del crecimiento ya está en proceso. Estamos ante la urgencia de pensar los esquemas de circularidad económica, si no como una solución última, sí como atenuante de la presión que se nos viene en los próximos años, y sobre todo, hacer que la productividad material de la economía mexicana mejore, y reducir de manera notable la extracción de materiales y el daño a los ecosistemas.
Ése es un asunto no sólo de transición climática, sino de política ambiental en todos los sentidos. Hay que replantear la política ambiental para hacerla integrada y compatible con las políticas productivas, concluyó.
(Con información de Gaceta UNAM)