El sistema de justicia está roto y la impunidad es casi absoluta
La conciencia legal y las movilizaciones de quienes buscan a sus familiares visibilizan el problema y abonan al Estado de derecho
“Hacer justicia en México es imposible; y por eso, quienes buscan a los desaparecidos están haciendo algo heroico”. Así lo afirmó Janice K. Gallagher, investigadora de la Universidad de Rutgers, ubicada en Nueva Jersey, Estados Unidos, al presentar el libro Bootstrap Justice: The Search for Mexico’s Disappeared en el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), dedicado a analizar el fenómeno de la desaparición forzada en el país y las transformaciones que éste provoca en sus familiares.
Durante la presentación, Janice K. Gallagher –quien estuvo acompañada por Karina Ansolabehere y Camilo Saavedra Herrera, ambos investigadores del IIJ– aseguró que espera en el mediano plazo que el texto esté disponible en español, y explicó que el proyecto inició por su interés en aquellos ciudadanos –en contextos de graves violaciones de derechos humanos– que no sólo reclaman sus derechos, sino que se apropian de estos.
En la publicación, editada por Oxford University Press, la autora aprovecha más de una década de investigación etnográfica para explicar qué permite la movilización sostenida de los familiares de los desaparecidos y analiza cómo las configuraciones de poder político entre el Estado y los actores criminales dan forma a los resultados que pueden lograr. Gallagher sigue a tres familias, rastreando sus vidas antes de la desaparición de sus seres queridos hasta su transformación en activistas y defensores de víctimas, que aprovechan sofisticadas estrategias para seguir a la búsqueda de sus familiares. Asimismo, estas narrativas individuales se complementan con un análisis de las oportunidades políticas en permanente evolución para la movilización dentro de México.
Respecto del título aclaró que bootstrap tradicionalmente refiere a alguien que decide hacerlo por sí mismo, “pero como algo absurdo, es levantarse por sus propios medios”, un significado que se ha modificado con el tiempo y ahora, sobre todo, está relacionado con aquellos que buscan a los desaparecidos: se ha convertido en una acción heroica que consigue resultados ante la ausencia del Estado.
Posterior a la conferencia en el IIJ, en entrevista Gallagher señaló que la situación de los desaparecidos ha cambiado en la última década, aunque en muchos aspectos sigue siendo igual para los involucrados en la búsqueda de sus familiares.
“Ahora, por ejemplo, los derechos están más institucionalizados. Sabíamos hace mucho que las víctimas tenían derechos, pero eso lo precisó el Estado mexicano hasta la Ley de Víctimas. Sabíamos que la desaparición forzada debía ser ilegal, pero fue tipificada hasta 2017. Vemos ciertos avances institucionales también en la práctica diaria de la justicia. Hace diez años, si una víctima se acercaba a denunciar una desaparición, muchas veces ni le tomaban la declaración, y si lograba poner la denuncia, pocas veces podía tener acceso a la averiguación previa”.
Ahora “es común que la gente no solamente tenga acceso a la averiguación previa, está reconocido su derecho de ser coadyuvante en el caso o tener a una ONG a su lado luchando. Hay avances, pero quiero subrayarlo: hoy está roto el sistema de justicia y tenemos una impunidad casi absoluta. Los avances son insuficientes”, añadió.
De acuerdo con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en los últimos 10 años se han registrado de manera oficial la desaparición de más de 100,000 personas; como punto de comparación, en 2011, el organismo de la ONU contabilizaba 5,000.
Para Gallagher, los mexicanos históricamente no han podido confiar en sus instituciones, y a la larga la situación actual continuará con el proceso de erosión que experimenta hoy día: “Cuando decimos que el sistema está roto, esa no es una respuesta. Sí, hay un sistema, instituciones, leyes y también problemas graves. Los servidores públicos también se deben comprometer a modificar un sistema que no fue diseñado para producir justicia. La gente debe seguir presionando e intentando que se innove, empujando y seguir con toda su fuerza posible intentando que mejoren las cosas”.
Y sentenció: “para mí esa es la esperanza. No hay otra opción. Hay buenas personas intentando mejorar la situación a todos niveles, dentro y fuera del gobierno, pero no podemos dar por hecho que las cosas funcionan. Para mí hay resultados si vemos que hay avances concretos”.
(Con información de Gaceta UNAM)