El racismo y la ‘blanquitud’ como problema sociopolítico
Para los no blancos el tono de piel implica ciertos privilegios, la blanquitud es un sistema de supervivencia y de aspiración
Ciudad de México. En el ensayo narrativo Pantano, la escritora Ana Emilia Felker (Ciudad de México, 1986) reunió “un mosaico de voces e historias que me permitieran reflexionar sobre el racismo y la blanquitud en el momento en que Donald Trump gobernaba y mantenía un discurso sobre la ‘invasión de los latinos’, que provocó tragedias como el tiroteo xenofóbico perpetrado por un joven estadunidense”.
La ensayista dijo a La Jornada que el volumen editado por Almadía tiene dos ejes: las historias de diferentes personajes, por ejemplo, mi vecino, quien estuvo en una banda neonazi, una mujer cuyo abuelo migró y fundó un parque, y un hijo de colombianos que escribió algo contra los blancos, y el otro, es la relación con mi familia y la historia de mi papá y mi abuelo estadunidenses.
Añadió que le interesaba hablar sobre la “blanquitud, como parte de lo visceral o personal de cuestionarme a mí misma desde dónde estaba escribiendo, si yo podría ser considerada blanca y si eso me permite hablar sobre ciertos temas así.
“Independientemente de nuestro tono de piel, que implica ciertos privilegios, la blanquitud es un sistema de supervivencia y de aspiración. La crítica al sueño americano que hay en este libro en realidad es a la blanquitud presente en cualquier país, esta idea de aspirar a estar por arriba, tener éxito y aplastar a los demás. Es cuestionar esa aspiración a ser cada vez más ‘blanco’ y, en cambio, buscar otros referentes y formas de vida menos violentas.”
Felker comentó que el río Bravo funciona como metáfora de la identidad rajada que viven muchos migrantes y que se ha retratado por autoras como Gloria Anzaldúa: no ser de aquí ni de allá, estar en medio, culturalmente, identitariamente, y que implica un sentido de pérdida, porque nunca vas a ser aceptado del todo adonde llegaste, ni eres del lugar que dejaste.
El río, continuó la narradora, parece que contara la trayectoria del chico que viaja a El Paso para disparar contra latinos en un Walmart en 2019, y también lo trágico de que se está secando, que funciona como desagüe en la ciudad, que es un río muy hostil, aunque termina el libro con un festival anual Voices From Both Sides (Voces de los Dos Lados), que ocurre en una parte mucho más linda del río, Lajitas.
Sobre el papel intermedio de los migrantes, la también periodista se refirió a la postura de las filósofas chicanas Anzaldúa y Chela Sandoval, de que su “mirada es un tercer punto de conciencia, que sería como la conciencia mestiza en Anzaldúa, la capacidad de ver desde la grieta: desde un lugar de dolor, de desplazamiento, de no pertenencia, pero también de ver el sistema y las opresiones en éste.
Sandoval dice que es algo que está pasando a toda la gente ahora, en este sistema capitalista que nos expulsa a todos, nos hace sentir que no pertenecemos. A los que estamos en una situación precaria nos une mucho la visión de no pertenencia que han tenido desde hace años los migrantes y que se puede hacer una alianza estratégica entre los blancos y los que siempre han estado por fuera.
Felker comentó que el origen de este libro de no ficción, al que definió como ensayo narrativo, se halla cuando estuvo un año en una preparatoria en Houston. “Fue muy impactante el contraste entre cómo vemos las cosas en las películas y lo violento que se siente, por ejemplo, la escuela. Desde entonces me llamaba mucho la atención.
Justo empezó la guerra en Irak y veía en la tele estos anuncios invitando a reclutarse, sobre todo a los latinos, a quienes les ofrecían la nacionalidad. Siempre sentí ese espacio muy relacionado con la guerra, hasta la forma de alimentación era como un preparativo de los cuerpos para la guerra y para el supremacismo. Ahora volví para hacer el doctorado me resultó muy natural hablar sobre ello.
La escritora concluyó: fue una elección literaria porque mucha gente tiene reacciones emocionales contra Estados Unidos, los antiyanquis, o los que aman y viven ese imperialismo cultural. Intenté reflejar esa relación visceral que tenemos con esa cultura.
(Con información de La Jornada)