El origen de las especies y de una revolución científica
Con Darwin: el ser humano pasó a ser una especie más en la Tierra. Pero por miedo a la Iglesia tardó más 20 años en dar a conocer su Teoría
Así como Copérnico, primero, y luego Galileo y Kepler sacaron a la Tierra del centro de la Creación y la colocaron como un planeta más en la constelación del Universo; Charles Robert Darwin —apunta la doctora Ana Barahona, investigadora de la UNAM— también apartó al ser humano del centro de la Creación y lo trató como una especie más en la Tierra.
Todavía en el siglo XIX, en muchos países, sobe todo Inglaterra, se creía a ciegas, según la tradición judeo-cristiana, que un dios había creado a todos los seres vivos, dice la investigadora de la Facultad de Ciencias.
Para no contradecir esa creencia basada en la fe, El origen del hombre se publicó después de El origen de las especies, siendo aquél un capítulo de la gran obra del evolucionismo.
Darwin, por miedo a cómo reaccionaría la Iglesia a sus ideas radicales, tardó mas 20 años en dar a conocer su Teoría de la Evolución. En 1836 ya tenía toda la información para desarrollarla y sustentarla. Sin embargo, la presenta hasta 1858. Un año después, el 24 de noviembre, se pone a la venta su libro El origen de las especies, con mil 250 ejemplares. Ese mismo día se agotó la primera edición.
Diez años después, en 1869, se publica la última edición revisada y ampliada por Darwin, quien incluye respuestas a las críticas a su obra durante esa década, dice Barahona en “Darwin y su importancia en la consolidación del pensamiento científico”, artículo publicado por la Revista Digital Universitaria (10 de junio de 2009).
Teoría vigente
Su teoría: la evolución de las especies por medio de la selección natural, después de 161 de haber sido publicada sigue vigente, subraya Barahona, premio Sor Juana Inés de la Cruz
En 1859, esa teoría y mecanismo causó revuelo, ya que contradecía el fijismo, que sostenía que las especies habían sido creadas y no se transformaban. Eran “fijas”.
Darwin no fue el pionero de la idea de un ancestro común a las especies y del cambio de éstas a través del tiempo (en 1794 su abuelo Erasmus Darwin la plantea en Zoonomía y luego en 1809, Lamarck en su Filosofía zoológica), pero sí fue el primero en desarrollar la Teoría de la Evolución que postula que los organismos cambian con el paso del tiempo a través de un mecanismo que desarrolló y llamó “selección natural”.
Aceptada con cautela la Teoría de la Evolución de las especies por algunas comunidades científicas, el mecanismo de selección natural causó polémica hasta principios del siglo XX.
Después, la introducción y el desarrollo de la genética (principios mendelianos y teoría cromosómica de la herencia) darían la razón a la selección natural como mecanismo que explica perfectamente la evolución de las especies en el tiempo.
Hoy tiene aceptación universal, señala Barahona. La selección natural es el principal, aunque no el único mecanismo de cambio evolutivo. La genética, modelos matemáticos, biología molecular y otras disciplinas (paleontología, biogeografía) han aportado evidencias, datos duros que corroboran la teoría darwiniana.
El arte de hacer ciencia
Por primera vez, gracias a la UNAM, se publicó en español El origen de las especies (la edición definitiva revisada por Darwin) en dos tomos, número 13 de la colección Nuestros Clásicos.
En el año 2009, con motivo del bicentenario del natalicio de Darwin y los 150 años de la publicación de El origen de las especies, se realizó en México el Simposio Internacional “Darwin, el arte de hacer ciencia”.
El simposio fue organizado por el Max Planck Institute for the History of Science de Berlín, Alemania, así como por El Colegio Nacional e investigadores de la UNAM (Facultad de Ciencias, Instituto de Investigaciones Filosóficas e Instituto de Geología).
En 2011, las ponencias presentadas en dicho simposio fueron publicadas por la Facultad de Ciencias en el libro Darwin, el arte de hacer ciencia, que puedes consultar gratis en libros.unam.mx
(Con información de Gaceta UNAM)