Cuando las redes sociales solapan el abuso a las mujeres
Londres. El pasado 13 de octubre millones de mujeres en todo el mundo boicotearon el servicio de microblogging Twitter durante un día, utilizando el hashtag #WomenBoycottTwitter, en reacción con lo que muchas consideraron una respuesta insuficiente a crecientes abusos que se dan en esa plataforma y en otras redes sociales de internet contra las mujeres.
El masivo boicot se realizó luego de que Twitter decidió suspender la cuenta de la actriz estadunidense Rose McGowan, conocida a nivel mundial por su papel de Paige en la serie “Embrujadas”, tras haber denunciado públicamente que fue una de las víctimas del productor de Hollywood Harvey Weinstein.
El caso, que abrió un amplio debate global sobre el modo en que las plataformas de redes sociales responden a los abusos misóginos que prevalecen en internet, dejó al descubierto un problema mucho más amplio y extendido en las redes sociales y en toda la web: el abuso diario contra las mujeres.
La organización Amnistía Internacional (AI) encargó un informe a la consultora británica Ipsos MORI sobre las experiencias de las mujeres de entre 18 y 55 años que usan internet en Dinamarca, España, Estados Unidos, Italia, Nueva Zelanda, Polonia, Reino Unido y Suecia.
Participaron en esa consulta 4 mil mujeres de ocho países, 911 de las cuales dijeron que habían sufrido abusos o acosos en internet, y de ellas 688 declararon que los habían sufrido en un sitio de redes sociales como Twitter, Facebook o Instagram.
En cada país se establecieron cuotas en el trabajo de campo sobre la edad, la región y la situación laboral de las mujeres encuestadas.
La investigación reveló que casi la cuarta parte (el 23%) de las mujeres entrevistadas en los ocho países dijo que había experimentado abusos o acoso en internet al menos una vez, fluctuando entre el 16% en Italia y el 33% en Estados Unidos.
Además, 46% de las mujeres consultadas que sufrieron abusos o acoso en internet dijo que éstos eran de naturaleza misógina o sexista, en tanto que una cuarta parte dijo que recibió amenazas de agresión física o sexual. Cerca de 58% afirmó que las agresiones habían incluido racismo, sexismo, homofobia o transfobia.
Más aún, 26% dijo que se habían divulgado en línea datos personales o que las identificaban (práctica conocida también como doxxing). Y más de la mitad (59%) sostuvo que los abusos procedieron de personas completamente desconocidas.
El informe de AI señala que el impacto psicológico de los abusos en internet suele ser devastador, tanto física como emocionalmente. Explicó que 61% de estas mujeres tenía la autoestima más baja o habían perdido confianza en sí mismas como consecuencia directa de estos abusos.
También reveló que más de la mitad de las entrevistadas (55%) admitió que experimentaba estrés, ansiedad o ataques de pánico. Un 56% confesó que les costaba trabajo concentrarse durante periodos largos, y otro 63% dijo tener problemas para dormir. Incluso, 41% admitió que en al menos en una ocasión sintió su integridad física amenazada.
“Odio focalizado”
Azmina Dhrodia, investigadora de Tecnología y Derechos Humanos de AI, explicó en el informe que internet puede ser “un lugar temible y tóxico para las mujeres”.
“No es ningún secreto que la misoginia y los abusos prosperan en las plataformas de redes sociales, pero este estudio muestra lo perjudiciales que son las consecuencias de los abusos en internet para las mujeres que los han sufrido”, agregó.
Según la investigadora, el problema no suele desaparecer cuando deja de utilizarse internet, ya que muchas mujeres reciben amenazas de muerte o de violación cuando abren una aplicación, o viven con miedo de que se divulguen en internet sin su consentimiento fotos sexuales o privadas.
“El peligro especial de los abusos en internet es la rapidez con la que pueden proliferar: un tuit insultante puede convertirse en minutos en un aluvión de odio focalizado. Las empresas de redes sociales deben empezar a tomarse en serio realmente este problema”, continuó Dhrodia.
El documento incluyó entrevistas a mujeres con perfil público, quienes hablaron sobre su experiencia personal respecto de la violencia y los abusos en internet.
Laura Bates, fundadora del proyecto Sexismo Cotidiano que recopila experiencias diarias de desigualdad de género de más de 80 mil mujeres, explicó que, incluso antes de que su proyecto adquiriera resonancia, recibía cerca de 200 mensajes insultantes al día, entre ellos “descripciones detalladas, gráficas y explícitas de una violación y de violencia doméstica”.
Para Bates, “no se reconoce necesariamente el impacto psicológico que implica leer los pensamientos de alguien que está diciendo gráficamente que te va a violar y asesinar”.
“Puedes estar tranquilamente sentada en el salón de tu casa, fuera del horario de trabajo, y, de repente, alguien es capaz de enviarte una amenaza totalmente gráfica de violarte ahí mismo”, explicó.
Otra mujer entrevistada para la investigación fue la activista estadunidense Pamela Merritt, quien contó el infierno que padeció tras enterarse de que un acosador la perseguía por internet.
“Tuve un incidente cuando recibí un correo electrónico del FBI que decía que ellos necesitaban hablar conmigo sobre cierta actividad relacionada con mi blog. Por lo visto, había un supremacista blanco que estaba tratando activamente de encontrar mi domicilio. Eso llevó la cosa a otro nivel (…) Durante un año después de eso tuve que ser muy prudente con lo que publicaba”, señaló la mujer.
“(El abuso) claramente me hace detenerme antes de considerar nada. Me hace temer por mi familia. He tenido que hablar seriamente con mi familia sobre el aspecto de la seguridad y sobre el hecho de que yo tenga un perfil público y la gente me conozca en internet”, agregó.
El documento revela que, una cuarta parte (24%) de las encuestadas que dijeron que habían sufrido abusos, admitió que éstos les habían hecho temer por la seguridad de su familia. Refiere que más de tres cuartas partes (76%) hizo cambios en la forma en que usan las plataformas, incluyendo limitar los contenidos que publicaban. Al respecto, 32% de las mujeres declaró que había dejado de publicar contenidos que expresaban su opinión sobre ciertos temas.
Dhrodia admitió que las redes sociales han contribuido a aumentar la libertad de expresión, incluido el acceso a la información. Sin embargo, expresó que la discriminación y la violencia contra las mujeres también han migrado al mundo digital, por lo que muchas de ellas “se alejan de conversaciones públicas o se autocensuran por temor a perder su privacidad o su seguridad”.
Según el informe de AI, ni las empresas de Internet ni los gobiernos hacen lo suficiente para frenar este tipo de fenómenos. Por ejemplo, en Suecia 57% dice que las medidas gubernamentales –en especial la acción de la policía– son insuficientes; en Reino Unido es el 33%, y en Estados Unidos y Nueva Zelanda, 32%.
La encuesta de Ipsos MORI indica también que las mujeres creen que las compañías de redes sociales deben hacer más. Sólo 18% afirmó que sus respuestas son adecuadas.
“Las empresas de redes sociales tienen la responsabilidad de respetar los derechos humanos, incluido el derecho a la libertad de expresión. Deben garantizar que las mujeres que usan sus plataformas pueden hacerlo libremente y sin temor”, señaló Dhrodia.
El derecho a la libertad de expresión protege expresiones que podrían ser ofensivas, profundamente perturbadoras y sexistas. Sin embargo, AI destacó que esa libertad no incluye la apología del odio o de la violencia.
“Es más, el derecho a la libertad de expresión debe ser disfrutado por igual por todas las personas e incluye el derecho de las mujeres a expresarse y a vivir sin violencia y abusos, tanto dentro como fuera de Internet”, agregó.
Las plataformas de redes sociales declaran expresamente que no toleran abusos focalizados basados en el género o en otras formas de identidad de la persona. Ante ello, AI les recordó que “deben ahora hacer cumplir sus propias normas para la comunidad (…) Deben permitir y empoderar a usuarios y usuarias para que hagan uso de medidas individuales de seguridad y privacidad, como el bloqueo, el silenciamiento y el filtrado de contenidos. Esto permitirá que las mujeres, y los usuarios en general, tengan una experiencia menos tóxica y perjudicial”, expresó la ONG británica.
En su listado de conclusiones, el grupo pidió además a las empresas de redes sociales garantizar asimismo que las personas encargadas de moderar las comunidades tengan formación para identificar las amenazas y los abusos relacionados con el género y otros aspectos de la identidad que se produzcan en sus plataformas.
Y llamó a los gobiernos a garantizar la existencia de leyes, políticas, prácticas y formación adecuadas “para prevenir la violencia y los abusos contra las mujeres en Internet y acabar con ellos”.
“Es fundamental que no se impongan restricciones o penalizaciones indebidas al ejercicio legítimo de la libertad de expresión. Abordar la violencia y los abusos en internet no debe utilizarse como excusa para reducir el derecho a la libertad de expresión”, concluyó.
(Con información de Proceso)