Antes: madre solo hay una. Pero ahora hay muchas madres
Muchos de los estereotipos a los que se enfrentan las que son madres tienen que ver con la perfección para cumplir ese rol social
Hay muchas formas de ser mujer y ser madre. La maternidad a veces llega con el deseo de empezar una familia, otras por sorpresa, sin planearse o hasta porque las circunstancias de la vida te llevaron a cumplir ese rol.
De acuerdo con Cecilia Paz Contreras Ramírez, jefa de unidad en la Dirección de Gestión Comunitaria y Erradicación de las Violencias en la Coordinación para la Igualdad de Género en la UNAM (CIGU), en el contexto actual hay una sobrexigencia en la mujer, muchos de los estereotipos a los que se enfrentan las que son madres tienen que ver con la perfección para cumplir ese rol.
“Hoy en día a las mamás se les exige que hagan de todo: la tarea escolar, que cocine bien, que apapache, que esté bien presentada, que pueda con todo, que sea supermamá. Muchas sí lo somos, pero todas en diferentes formas y de distintas maneras, y también se vale que de repente, pues no quieras ser la supermamá y estés agotada”, explicó.
Comentó que, aunque las actividades que realizan las mujeres se han ampliado, aún persiste el concepto de “la madre santa, perfecta”. Sin embargo, esta idea idílica de ser madre no existe, ya que la maternidad es una decisión, una opción de vida y también es válido que en el transitar de la maternidad se diga: “creo que no, creo que me equivoqué o creo que por aquí no era”.
Esta visión de perfección de la maternidad va aunada al hecho de que, para la sociedad, aún es difícil incluir la diversidad de madres que existen. La familia heteropatriarcal es el modelo imperante, ya que desde la época colonial era la única manera de formar una familia, pero se ha trabajado para que eso vaya cambiando. “Actualmente hay muchas formas de hacer familias: dos mamás, dos papás o abuelas, entonces el estereotipo tiene que ver con el modo en el que vemos la manera de hacer familia, de maternar”, explicó.
En ese contexto, destacó que no hay una sola forma de ser mamá, ni de maternar, ya que cualquier persona puede tener una experiencia con ese rol, “las experiencias son diversas, algunas están llenas de felicidad, otras son complejas, pero ser madre debe ser, sobre todo, una decisión”, enfatizó.
Mamá soltera
Para Alejandra Velázquez ser madre fue un logro médico, ya que a los 19 años, cuando estudiaba medicina en la UNAM, la diagnosticaron con un tumor en la médula que le afectó ocho vértebras, lo cual implicó dejar de estudiar.
El pronóstico la hizo pensar que nunca podría ser madre, y aunque su embarazo no fue planeado, de alto riesgo y lo vivió como mamá soltera, el respaldo que tuvo de su propia madre la hizo seguir adelante. “La primera vez que vi a Valentina, no puedo decir que la vi bonita como otras mamás dicen, la verdad la vi muy chiquita, la vi muy indefensa y sentí mucho miedo”, afirmó Alejandra.
Desde hace más de 20 años depende de una silla de ruedas para realizar sus actividades, pero no le ha impedido trabajar en su negocio de pan integral y vegano que expende por pedido y en una tienda naturista en el municipio de Nicolás Romero en el Estado de México.
Para Alejandra, la palabra mamá significa “esfuerzo”, hoy es madre de dos niñas y regresó a estudiar sociología a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, y también está a cargo de sus hermanos menores desde hace siete años tras la muerte de su madre.
Considera que ha sido complicado, pero su madre le enseñó que las dificultades se combaten con tres h: “humor, humanidad y humildad, pero mi papá le agregó otra… la h de las ganas que le pongas”, finalizó.
Madre y abuela
Gisela Ochoa tiene 48 años y es madre de cinco hijos, pero ahora es mamá de su nieto, luego de quedar bajo su cuidado tras la desaparición de su hija en enero de 2020. “Mientras mi hija no esté yo soy su mamá, cuando ya esté ella, su mamá es Megan, pero ahorita tengo una responsabilidad muy grande, mi hija quería ver bien a su hijo y así trato de hacer las cosas, que mi niño esté bien, que no sufra”, refirió.
Para Gisela ha implicado “volver a empezar”, ya que su hija mayor tiene 30 años y el menor 13, pero es un esfuerzo que hace con gusto, “tener a Iker es como tener a Megan conmigo”. Todos los días dedica tiempo para jugar con él, que hoy tiene tres años; también se ha encargado de enseñarlo en el control de esfínteres y pronto acudirá a terapia de lenguaje.
Lo más complicado para Gisela ha sido no tener trabajo, “ningún lugar va a querer que le dé 20 o 30 por ciento de productividad, nadie me va a dar permiso cuando vaya a las búsquedas, y no confío en nadie para que cuide a mi niño”, explicó.
Los rostros de la maternidad son diversos, pero no cabe duda que la mejor madre es la que se esfuerza para hacerlo lo mejor que puede todos los días.
Familia homoparental
Karen Valadez y Monica García son una familia homoparental, que tras 14 años de relación tomaron la decisión de convertirse en madres, lo lograron a través de inseminación artificial.
Desde siempre Monica supo que quería ser madre, pero por diversas razones pospusieron la decisión hasta el año pasado, cuando se informaron sobre los tratamientos, y en marzo de 2022 nació Matías. “La maternidad me emocionaba mucho, poder enseñar a otra persona las cosas fabulosas que hay en la vida, pero es más complejo de lo que en algún momento me imaginé, y no tan idílico como me lo platicaban”, afirmó.
Para Karen, ser mamá es un gran compromiso y otra faceta de su vida que está acompañada de distintos roles que no quiere dejar de lado, como el de trabajar, ser investigadora, esposa y amiga. “En este momento diría que ser madre es lo más importante, pero no sé si será así siempre”, refirió.
La pareja sabe que está bien acompañada, la una con la otra, comparten las actividades que les demanda ser mamás. “Mientras Mony le da de comer, yo hago el desayuno, si ella le da pecho en la noche yo le cambio el pañal y me doy tiempo de lavarlos, porque decidimos que usara de tela”. Saben de la responsabilidad que tienen con Matías, pero juntas en el respeto y amor formarán a un gran ser humano. “Lo más difícil ahora es que tengo que regresar a trabajar”, afirma Monica.
(Con información de Gaceta UNAM)