Antepondrán salud a ‘beneficios’ del cambio de horario

El análisis de la Ssa, la CFE y la Secretaría de Energía, arroja que el ahorro es ‘mínimo’ en comparación con los daños biosicosociales

Ciudad de México. El horario de verano tiene impactos negativos en la salud, pues altera el reloj biológico generando trastornos biológicos, psicoemocionales y sociales. Aunado a ello, esa medida representó en los últimos tres años un ahorro de apenas 0.2 por ciento en el consumo nacional de electricidad.

Lo anterior se concluye en sendos reportes de las secretarías de Salud (Ssa) y de Energía (Sener) sobre el cambio de horario, los cuales se dieron a conocer este miércoles luego que el presidente Andrés Manuel López Obrador lo instruyera en la mañanera.

En el análisis de la Sener se sepulta el argumento con el que las autoridades de entonces –en 1996, durante el gobierno de Ernesto Zedillo— justificaron la medida, pues se hablaba de impactar en relevantes ahorros del consumo energético.

El estudio actual delinea que en los primeros tres años del actual gobierno federal se ha ahorrado 4 mil 206 millones de pesos derivado de la implementación del horario de verano, esa cifra equivale apenas al 0.2 por ciento del gasto total.

Anualmente, las cifras son las siguientes: en 2021 el consumo nacional fue de 327 mil gigavatio hora (Gw/h) y el ahorro por adelantar una hora los relojes entre abril y octubre fue de 537 Gw/h, equivalente a 0.16 por ciento del consumo nacional y un ahorro de 1 mil 138 millones de pesos, cuando el valor del mercado eléctrico fue de 517 mil 420 millones de pesos.

En 2020, el ahorro estimado ascendió a mil 193 millones de pesos, al dejar de generar 560 Gw/h; mientras que un año antes sumó mil 875 millones de pesos, derivado del ahorro estimado de 876 Gw/h.

En tanto que la Ssa sostuvo que la desincronización con el ambiente altera el orden temporal interno causando problemas físicos y mentales, los cuales se presentan más a menudo en los días posteriores al cambio de horario, por ejemplo, los adultos necesitan de tres a siete días para adaptarse al cambio de hora y los niños requieren de más tiempo.

“El cambio de hora altera el tiempo de exposición al sol y desequilibra nuestro reloj biológico. Así, varias Sociedades Internacionales del Sueño aconsejan un horario sin cambios y recomiendan mantener el horario de invierno de forma permanente, en especial para los niños y las personas de edad avanzada, pues el horario de invierno promueve un ritmo biológico más estable que el de verano, mejorando el rendimiento intelectual, y ayudando a disminuir enfermedades del corazón, obesidad, insomnio y depresión”.

Entre los efectos adversos causados por el horario de verano, de acuerdo con el reporte de la Ssa destacan a nivel del sistema nervioso se puede presentar somnolencia, irritabilidad, dificultad en la atención, la concentración y la memoria.

También cambios en el sistema digestivo, incrementando la secreción del jugo gástrico, la disminución diurna y el aumento nocturno del apetito.

“En la esfera psicoemocional, la depresión e ideas suicidas se aumentan en algunas épocas del año y en algunos horarios y latitudes, más que en otros”; mientras en lo social se describe mayor riesgo en los individuos que requieren de su concentración máxima para realizar sus funciones como pilotos, maestros, empleados y trabajadores.

En los estudiantes se ha reportado fatiga, disminución en el rendimiento escolar y laboral, menor productividad en general y mayor uso de estimulantes; los de secundaria se afecta negativamente el sueño y la vigilia, lo que resulta en un aumento de la somnolencia diurna.

La dependencia remarcó que no se debe dejar de lado que es posible un efecto sinérgico con los cambios de salud provocados por la pandemia del Covid-19.

Diversos estudios, apuntó la Ssa, sugieren una asociación entre el horario de verano y el aumento de la ocurrencia de infarto cardíaco, especialmente en la primera semana después de ser implementado. “Los posibles mecanismos incluyen la privación del sueño, la desalineación circadiana y las condiciones climáticas”.

De 1996, cuando inicio la medida por decreto presidencial, a la fecha ha decrecido el ahorro de energía. De acuerdo al reporte de Sener, en el primer año el ahorro fue de 0.6 por ciento del valor monetario del consumo de electricidad, a 0.2 en 2021.

Mientras que en términos de energía, la tendencia del volumen de ahorro (GWh) por horario de verano respecto del consumo total de electricidad en el país también ha sido decreciente. En 1996 representaba 0.62 por ciento del consumo nacional y en 2021 fue de 0.16.

“En términos de dinero como de electricidad, el ahorro por el horario de verano es muy pequeño”, remarcó la Sener.

En lo referente a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en el país, en 2021 fue inferior a 0.07 por ciento de las emisiones totales de CO2, pues se evitó generar 227 mil toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera; en 2020 y 2019 fueron de 277 mil y 442 mil, respectivamente, equivalentes a 0.07 y 0.06 por ciento de las totales .

La dependencia apuntó que hay 18 naciones que ya han eliminado el horario de verano, muchas lo implementaban desde los años 10, 20, 30, 40 y 50 del siglo pasado. Se trata de Argentina, Azerbaiyán, Belice, Brasil, China, Colombia, Costa Rica, Egipto, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Pakistán, Perú, Rusia, Corea del Sur, Turquía y Uruguay.

(Con información de La Jornada)

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