Adaptación de Ibsen critica el poder patriarcal en México
En México no hemos tenido una dictadura militar, pero el ejército siempre ha sido brazo derecho del poder en turno, dice dramaturgo
En 1968, por órdenes del presidente Gustavo Díaz Ordaz, el Ejército Mexicano ocupó Ciudad Universitaria, y participó, también, en la matanza estudiantil en Tlatelolco. “Pero parece que se nos olvida”, dice el director escénico, cineasta y dramaturgo Luis Ayhllón.
Él es el primer mexicano en ganar el premio Ibsen Scope Grant, que el gobierno noruego otorga a artistas escénicos de relevancia internacional. Fue reconocido en 2021 por la pieza Nuestro amado general, una reinterpretación de Espectros, obra maestra del escritor y dramaturgo Henrik Ibsen, que adaptó a la actualidad mexicana y que próximamente dirigirá en el Festival Cultura UNAM 2022.
“Es una obra muy pertinente. Aunque en México no hemos tenido una dictadura militar, el ejército siempre ha sido brazo derecho del poder en turno, y como en otros países ha sido culpable de atrocidades y masacres, y parece que no tenemos memoria histórica, los errores se siguen repitiendo”, comenta en entrevista sobre ésta y otras preocupaciones que vierte en su work in progress.
Nuestro amado general tiene como elemento central la estatua del general Amado Durán, un militar condecorado cuya vida habría durado más de cien años, en los que pudiera haber participado desde la expulsión de yaquis en el Mar de Cortés hasta la construcción de la verdad histórica del caso Ayotzinapa, explica el dramaturgo.
Sobre el basamento, la estatua del militar se descuartiza, y de ese monumento en ruinas emergen los personajes que dan aliento a un relato teatral que hoy, en México, cae “como anillo al dedo”: Ayhllón no imaginó cuánto. Pero algo intuyó hace un par de años, cuando tomó la obra de Ibsen –que en su tiempo fue censurada en Alemania e Inglaterra– para esta adaptación, que ha tenido ajustes desde su estreno en Noruega, en coyuntura con la llamada militarización de la seguridad pública en el país.
La anécdota de la pieza escénica se dispara en una plaza pública, durante un homenaje oficial: Aurora Durán, una mujer madura y madre de familia, devela la estatua de su difunto y respetado marido. En su monólogo, la viuda revela secretos íntimos del general: su carácter degenerado y una vida hecha de mentiras. Así se sumerge en las sinuosidades de la conducta humana: el abuso de poder, el machismo, y todo lo opaco y patriarcal que viene aparejado con la estructura de la milicia.
Dotado de ironía y humor negro, el work in progress fue bien recibido en el Teatro Ibsen, de Skien, la ciudad natal del dramaturgo. “En el planteamiento del proyecto, una de las cosas que más llamó la atención a los noruegos fue esta línea política y social de la obra, a partir de la figura del general, que es símbolo del patriarcado”.
Aunque no espera que esta puesta cause escándalo, advierte que “le va a echar un poco de acicates al fuego; va a estar interesante”.
La temporada de Nuestro amado general es corta, del 28 de septiembre al 2 de octubre, en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario.
(Con información de Gaceta UNAM)