Muñoz Ledo renuncia a la reelección en San Lázaro

La primera sesión del periodo cerró, tras la decisión de Muñoz Ledo, con una etapa en que Morena insistió en modificar la ley

Ciudad de México. A punto de trascender, según señaló la oposición, como el hombre de Estado que estuvo a punto de generar una crisis constitucional en el Congreso de la Unión y frenar las reformas del Ejecutivo federal, Porfirio Muñoz Ledo (Morena) optó por la única salida posible: «Renuncio (a la reelección). ¡Se puede tener el poder y no pasar a la historia! ¡Se puede pasar a la historia, sin tener el poder”!

En unos minutos, Muñoz Ledo pasó de la ácida crítica de la oposición, que durante casi seis horas incluso lo comparó con Porfirio Díaz y le recordó sus encendidos discursos en favor del derecho de las minorías, a recuperar el reconocimiento de sus adversarios. «¡Porfirio, Porfirio, Porfirio!», lo aclamaron desde todas bancadas.

La reflexión de Muñoz Ledo llegó horas después de que, al exigirle al diputado Elías Lixa terminar una intervención, porque «su tiempo se acabó», el panista le reviró, en un duelo verbal celebrado desde el blanquiazul, por su agilidad: «Y el suyo también, pero sigue ahí».

Morena insistió en la relección, a pesar de que la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, le llamó por la mañana a Mario Delgado para expresar que la bancada le causaría problemas al Presidente. Aunque Delgado puso la llamada en altavoz, los diputados no atendieron a la funcionaria.

Muñoz Ledo, que se había ausentado del pleno desde las tres de la tarde, en medio de un agrio debate de una reforma a la Ley Orgánica del Congreso de la Unión que le permitía de hecho la relección en la presidencia de la Cámara de Diputados por seis meses, retomó a las 20 horas su curul en el estrado.

Desde ahí, anunció: “Los he escuchado. Quiero anunciar mi retiro. Agradezco las alusiones a mi persona, he registrado unas más amables, otras críticas, algunas –las menos– injuriosas”.

Su decisión –que se tomó tras la insistencia de Morena de quedarse con la mesa directiva medio año más y luego distribuir la presidencia en semestres, en ese orden, para PAN, PRI y PT–, abrió anoche mismo una ventana para la negociación entre las bancadas.

Minutos después, los coordinadores se reunieron para avanzar en un primer acuerdo, que podría concretarse hoy, ya sin la reforma impulsada por Mario Delgado, coordinador de Morena, y cuya autoría se atribuyó a Pablo Gómez.

La primera sesión del periodo cerró, tras la decisión de Muñoz Ledo, con una etapa en que Morena insistió en modificar la ley, y en el que el propio ex embajador de México ante Naciones Unidas aprovechó para promoverse a sí mismo.

Para la memoria del Palacio Legislativo quedarán frases como «Sufragio efectivo, sí relección» y «¡Es un delirio estar con Porfirio!»

Desde el inicio de la discusión, PT y PVEM anticiparon –con matices– que la reforma de Morena podría abrir un vacío constitucional, si el Senado no aceptaba obviar los trámites legislativos para validar el cambio mañana mismo y dado que después del 5 de septiembre no hay una salida legal, en caso de que no haya una mesa electa.

En ese sentido, Muñoz Ledo reconoció que, de no subsanarse esa laguna legal, se crearía el peligro de una crisis constitucional.

«La solución política es propiciar los entendimientos para llegar a un acuerdo que nos permita transitar institucionalmente. No seré obstáculo para los entendimientos y garantizar la legalidad de un proceso, a fin de evitar esa delicada crisis que se nos avecina», agregó.

Indicó que como presidente de la cámara está obligado a mantener la unidad y el equilibrio entre el derecho a la voz y al voto de los legisladores, así como al orden interno, «privilegiando siempre, como dice la ley, los intereses generales a los de la facción o de grupo».

Durante más de seis horas, la oposición reclamó que la relección de Muñoz Ledo, mediante lo que llamaron la ley Porfirio, representaba «un viraje hacia el autoritarismo», dado que en la discusión el propio legislador de Morena clamó: «¡La mayoría manda!» En respuesta, los panistas le endilgaron nuevamente el calificativo soez: «¡Eeeeeee, espurio!»

Mientras los priistas colocaron en sus curules imágenes de Francisco I. Madero, Morena pegó cartulinas con el logo del blanquiazul sustituido por suásticas.

Al no existir reforma, el PT se quedará sin la presidencia de seis meses que le prometió Morena, a pesar de que, en una jugada, le «prestó» tres legisladores y dos Encuentro Social, para convertirse en cuarta fuerza política.

Desde temprano, el coordinador del PVEM, Arturo Escobar, consideró preferible un acuerdo que permita votar otra planilla, para no esperar lo que ocurra en el Senado.

Ahí, explicó, obviar los trámites requiere el voto de las dos terceras partes y si no se logra, alertó, habría una crisis constitucional.

(Con información de La Jornada)

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