Intensifican hostigamiento a actos de campaña de AMLO
Junto al templete de un acto de campaña un grupo de personas empieza a alejarse de prisa, gritando “¡fuego!”, “¡incendio!”, “¡cuidado!” Una camioneta van parecía ser el origen del humo y estaba estacionada a pocos metros, en la esquina de Colunga Guerrero y Corregidora, alineada con la cuneta de los portales que circundan el jardín principal de Celaya.
Andrés Manuel López Obrador encabezaba ahí un mitin proselitista, acompañado de los candidatos locales, entre ellos Francisco Ricardo Sheffield, ex alcalde y ex diputado panista, hoy postulado al gobierno por la coalición Juntos Haremos Historia y quien hacia las 17:30 horas del miércoles 16 está al micrófono.
Sheffield, con voz engolada y poca modulación, habla del asesinato de José Remedios Aguirre, candidato a la presidencia municipal de Apaseo el Alto por la misma alianza política y quien fue ultimado el viernes 11 en un acto proselitista:
Víctima de la violencia, revictimizado por el gobierno del panista Miguel Márquez, que filtra con dolo un antecedente que no llegó a ser penal y lo acusa de relacionarse con mafias de huachicoleros –asunto por el que el finado había interpuesto una demanda por daño moral–, son algunas de las consideraciones de Sheffield desde el martes 15, cuando se inició la gira de López Obrador por Guanajuato pero que, ya el 16 en Celaya, queda marcado por la presencia de la viuda, Carmen Ortiz.
Y en eso… el humo. Mientras Sheffield arenga, una voz interviene en el micrófono alterno para pedir que se atienda el incendio en “la camioneta blanca”. Rápido, tres policías municipales –de pronto ya son más– apagan la fuente del humo con un extintor.
Sheffield llama a la calma, atribuyendo el humo a un desperfecto en la planta generadora de electricidad. “Andamos muy nerviosos aquí en Celaya y en Guanajuato. Se entiende. No es para menos”, dirá antes de continuar su arenga y presentar a la viuda de Remedios Aguirre como candidata sustituta.
Ahí acaba todo y junto al templete, Ricardo Monreal recupera la fuente del humo: un vaso de unicel con pequeños cilindros, bombas de humo, que una mano anónima colocó bajo la van blanca que, en efecto, alberga la planta generadora de electricidad para el mitin.
Ese fue sólo uno de los 15 actos de hostilidad que, en distintas modalidades, se registran en la campaña de Andrés Manuel López Obrador cuando visita ciudades gobernadas principalmente por el PAN y el PRD, partidos que integran la coalición Por México al Frente.
Aunque en Celaya, por ser una de las ciudades más violentas del país y la coincidencia con el momento discursivo de reivindicación a un candidato asesinado, tuvo especial notoriedad.
No obstante, al terminar su intervención, el candidato presidencial dirá una vez más: “Voy a seguir sin guardaespaldas y, al triunfo de nuestro movimiento, el Estado Mayor Presidencial se irá al Ejército. Que me cuiden ustedes, que me cuide el pueblo. Porque el que lucha por la justicia, no tiene nada que temer”.
Hostilidad local
El 2 de abril fue el segundo día de la agenda proselitista de López Obrador en campaña. A un ritmo de tres mítines diarios, esa fecha la dedicó a visitar tres municipios de la zona metropolitana de Monterrey: Santa Catarina, Allende y Apodaca, organizados el primero por Morena, el segundo por el Partido Encuentro Social y el tercero por el Partido del Trabajo.
Desde días antes, la dirigente nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, había denunciado la obstaculización de los mítines a realizarse en Santa Catarina y Apodaca, debido a que los ayuntamientos negaban permisos o convocaban a eventos en los mismos lugares a la misma hora.
Fue en Apodaca donde, finalmente, el ayuntamiento priista colocó un tianguis en el que los oferentes cetemistas languidecían mientras la concentración se realizaba sobre la calle aledaña, frente al Palacio Municipal. No obstante, la policía local realizó cortes de seguridad en varias cuadras a la redonda y el candidato presidencial sólo pudo acceder a la zona en su vehículo gracias a la intervención de una patrulla de la Policía Federal que lo custodiaba.
Lo mismo ocurrió días después en San Luis Río Colorado, Sonora. El 16 de abril se programó una concentración en el Bosque de la Ciudad. El comité de Morena en esa localidad denunció que poco antes de iniciarse, personal del ayuntamiento cerró con candado las rejas de acceso; ante el reclamo, pidieron a los morenistas que fueran a la Dirección de Obras Públicas del municipio para tramitar la autorización. El presidencial debió caminar sin más protección que la de sus simpatizantes, hasta el lugar del templete.
En Córdoba, Veracruz, la tensión escaló el 29 de abril. Los vehículos que transportan el mobiliario logístico llegaron por la noche a la ciudad, pero ya los estaban esperando policías estatales y municipales que les impidieron el paso, con el argumento de que en la plaza principal habría un festival por el Día del Niño. A esa hora, un diario local y las redes sociales de Morena difundieron en tiempo real lo que ocurría, lo que motivó que decenas de simpatizantes llegaran al punto a cuidar el mobiliario, instalarlo y pernoctar ahí, en plena calle, hasta la hora del mitin, la tarde del día 30.
A partir de ese día situaciones similares se fueron acumulando. En Ciudad Serdán, Puebla, la negativa de permiso llevó a instalar el templete en la vía pública, y justo al lado de un reparto de tinacos del PAN, lo que aprovechó López Obrador para abundar en su discurso sobre la compra del voto y el reparto de dádivas con fines electorales. Horas después, en San Martín Texmelucan, Puebla, un contingente pasó gritando “AMLO sí, Barbosa no”, lo que sería retomado días después por el candidato presidencial.
Luego, en Iztacalco, el miércoles 2, un mitin que se realizaría en la colonia Agrícola Oriental, barrio de la candidata al Senado Citlali Hernández, horas antes del evento, fueron enviadas cuadrillas para levantar la carpeta asfáltica y repavimentar. Ahí también, militantes de Morena pasaron la noche. Se trata de una delegación perredista, donde la exdelegada Elizabeth Mateos es candidata otra vez a la demarcación, que actualmente encabeza su esposo, Carlos Estrada.
La Ciudad de México continuó así, con los episodios de hostilidad institucional a los candidatos de Morena, como había ocurrido ya con Claudia Sheinbaum, en Gustavo A. Madero, el 12 de abril y luego de que el día 11 había cancelado un mitin en Coyoacán, donde ya había recibido agresiones de personal delegacional. El día 21, minutos antes de realizar un mitin en Gustavo A. Madero, se instaló un contingente gritando consignas en su contra, por lo que debió cancelar.
Hasta entonces la hostilidad provenía de delegaciones con gobiernos surgidos del PRD, que va en alianza con el PAN y Movimiento Ciudadano.
Aunque contaba con permiso desde casi un mes antes, fue en Benito Juárez, bastión panista de la Ciudad de México, donde se intentó obstaculizar el mitin de López Obrador programado para el lunes 7. La delegación mandó instalar juegos mecánicos y una feria artesanal que, aun vacía, obligó a los morenistas a instalarse en la explanada adyacente a la sede delegacional, donde también pernoctaron militantes cuidando la instalación.
Provocación y violencia
Lo ocurrido en Benito Juárez se vio marcado también por dos actos de hostilidad policiaca. Primero, un contingente de granaderos intimidó al coordinador de campaña del candidato local, Fadlala Akabani, quien afirma que, posteriormente, realizaron cortes de circulación para impedir el arribo a la concentración.
Los conflictos por realización de mítines de López Obrador, en lo que va de la campaña, se han expresado en diferendos burocráticos que, en la mayoría de los casos, consisten en negativa o revocación de permisos otorgados para la realización de eventos en espacios públicos. Sin embargo, en Veracruz la aparición de provocadores ha motivado momentos de tensión.
El 29 de abril el candidato al gobierno de Veracruz, Cuitláhuac García, realizó su evento de apertura de campaña, al que llegaron cuatro hombres con botargas de Hugo Chávez. Simpatizantes del candidato los persiguieron, pero un grupo de policías custodió su salida.
Al día siguiente, en Orizaba, durante el mitin de López Obrador, un grupo de mujeres se distribuyó en la plaza principal, portando cartulinas de “agradecimiento”, porque “la amnistía” dejaría en libertad a un violador o a un asesino. Las mujeres escondían sus rostros y permanecían con las cartulinas en alto, mientras enviaban mensajes de texto en sus celulares. No quisieron responder cuestionamientos y, de pronto, abandonaron el lugar tras un breve jaloneo con los simpatizantes morenistas. La situación se repetiría en Córdoba horas más tarde.
En Tantoyuca, cinco provocadores que se identificaban como reporteros, agredieron a organizadores del mitin del jueves 10 y terminaron a puñetazos, momentos después de que López Obrador subiera al templete. En el camino, una mujer se aproximó al tabasqueño. Iba con la cabeza cubierta y gafas oscuras, cuando le entregó unos documentos que el tabasqueño pasó a su personal.
Horas después esa mujer, que era Eva Cadena –protagonista de un videoescándalo en el que recibía dinero–, difundió un video en el que entregaba un libro al candidato presidencial.
Cuitláhuac García dice a Proceso que los actos de provocación ocurren a diario y responsabilizó al gobernador veracruzano Miguel Ángel Yunes Linares de enviar a los provocadores y a Eva Cadena. En la siguiente gira por Veracruz, López Obrador empezó a señalar el envío de provocadores en esta entidad y en Puebla.
En cada mitin de esas entidades, el fundador de Morena ha señalado desde entonces a las familias que se quieren heredar el poder: en el caso de Veracruz, a Miguel Ángel Yunes, por hacer candidato a la gubernatura a su hijo; en el de Puebla, por ser la esposa de Rafael Moreno Valle quien contiende por la gubernatura.
Las arengas en ambas entidades, tanto de los candidatos locales como del presidencial, han subido de tono en los señalamientos a los grupos políticos panistas, en ambos casos, formados en el PRI.
Durante la más reciente gira por Veracruz, en Cosamaloapan, policías estatales realizaron registros fotográficos de López Obrador y las comitivas que lo acompañan. Incluso durante un incidente en el aeropuerto de Veracruz, la mañana del lunes 14, el mismo grupo de provocadores de Tantoyuca, agredió a los reporteros que cubren las actividades de campaña, teniéndolos perfectamente ubicados.
Cuitláhuac García afirma que si en un lugar del país puede haber violencia electoral es en Veracruz, pues ha ido creciendo la hostilidad del gobernador Yunes contra Juntos Haremos Historia.
Para ello, dice el candidato al gobierno, el mandatario estatal se ha aliado a viejos cacicazgos, relacionados con grupos delictivos, que suelen aterrorizar comunidades apartadas conforme se acercan periodos electorales, al grado de que el secuestro y el abigeato, usados como mecanismo de presión, crecen en cada proceso electoral.
En entrevista por separado, la candidata al Senado en esa misma entidad, Rocío Nahle, afirma que el gobernador está echando mano de todo tipo de recursos: desde uso de programas sociales hasta la violencia en los municipios gobernados por Morena.
A los casos anteriores, se suma el envío de trabajadores del gobierno capitalino, durante la jornada del primer debate entre candidatos presidenciales el 22 de abril –documentado por varios medios–, para protestar contra López Obrador en las inmediaciones del Palacio de Minería.
(Con información de proceso.com.mx)