Estas empresas perjudican tu economía y la de todo México
Ciudad de México. América Móvil, Bimbo, Cementos Mexicanos, Coca-Cola Femsa, Grupo México, Gruma y Televisa dominan sus respectivos mercados a nivel nacional. Su preponderancia no las vuelve monopolios por sí mismas; aunque implica riesgos a la sana competencia económica por la posibilidad que tienen de imponer condiciones de mercado.
En el sexenio de Enrique Peña Nieto, estas compañías no han sido investigadas por prácticas monopólicas absolutas, según el archivo público de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece). Pero su tamaño las convierte en agentes potenciales de prácticas monopólicas relativas, de acuerdo con el doctor César Armando Salazar, del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En la opinión del investigador, estas empresas “son monopolios por la forma en que actúan” porque tienen la capacidad potencial de acaparar la producción de un determinado bien o servicio, que conlleva la posible imposición de barreras, el desplazamiento de la competencia y/o la determinación de precios.
Los monopolios restringen los procesos de oferta y demanda. De ese modo, determinan los mercados a través del control de la competencia y de los precios de los bienes y servicios, confirma lo establecido en las disposiciones de la Ley Federal de Competencia Económica.
Según la normatividad vigente desde 2014, la diferencia entre prácticas monopólicas absolutas y relativas radica en que, las primeras, involucran un acuerdo entre los principales competidores de una determinada actividad, para restringir, controlar y beneficiarse del uso exclusivo de un mercado. Las segundas, por otro lado, implican la capacidad de uno o varios competidores para acaparar el mercado.
No obstante, dijo el doctor Salazar, “el principal elemento por el que nosotros identificamos un monopolio es porque éste tiene la capacidad de imponer un precio”.
Ejemplo de ello fue el aumento “injustificado” de 27 por ciento en los precios del cemento por parte de las cementeras, ocurrido entre enero y junio del año pasado.
La “guerra del cemento” –como fue llamada– concluyó casi dos meses después de que Cemex rompiera relaciones con la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción (CMIC) y posterior a un acuerdo empresarial, para mantener precios competitivos como parte de una “estrategia de valor”.
A pesar de que la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (Canadevi) acusó a Cemex de elevar los precios de manera discrecional, la compañía cementera no fue sancionada por las autoridades competentes.
Para Salazar, Cemex tuvo la capacidad de elevar los precios del cemento “por el poder de mercado que tiene”, además de la “agresiva” política de precios que ha mantenido en México –su principal mercado– luego de tener “grandes problemas financieros” de deuda.
En 2016, el Gobierno federal inauguró los Parques Eólicos Ventika, en Nuevo León. El proyecto contó con 650 millones de dólares de inversión privada en la que Cemex participó. Presidente Ejecutivo del Consejo. Foto: Presidencia de la República.
Otro indicador que determina prácticas monopólicas –dijo el economista– es la diferencia entre el precio de reserva de un bien o servicio (que es la cantidad máxima que un consumidor está dispuesto a pagar) y el precio real del producto (lo que paga el consumidor).
La Cofece, por ejemplo, planteó a principios de octubre de este año que la falta de competencia y los monopolios de mercado hacen que los hogares mexicanos paguen un sobreprecio de hasta 98.23 por ciento al momento de consumir bienes de consumo final –tortilla de maíz, pan, cárnicos y huevo, lácteos, frutas, verduras, bebidas no alcohólicas, medicamentos y materiales de construcción– y servicios como el transporte foráneo de pasajeros.
En ese sentido, la Comisión refirió que los “mercados con menores elasticidades donde hay empresas con poder de mercado, tienen mayores probabilidades de observar precios más altos que aquellos mercados con elasticidades grandes o donde no hay empresas con poder de mercado”.
A diferencia de otros países, dijo en entrevista el doctor César Armando Salazar de la UNAM, el Gobierno mexicano no obliga a las grandes corporaciones –que pueden incurrir en prácticas monopólicas relativas o absolutas por su tamaño– a dividirse, sino que aplican medidas para abrir la competencia económica.
Ejemplo de ello es es la reducción del grado de concentración del mercado de servicios de telefonía móvil en México por el incremento de la competencia. Entre 2013 y 2018, según datos del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), la competencia de América Móvil se cuadruplicó (de cuatro a 16 compañías) y su presencia en el sector se redujo (pasó de 69 a 64 por ciento).
Aunque mejorar la competencia es fundamental para el desarrollo económico, no obstante, las medidas que no están acompañadas de mejores y más efectivas regulaciones y sanciones para equilibrar el mercado, “no necesariamente limitan las actividades o el comportamiento monopólicos”.
Salazar explicó que “cuando no hay una competencia real que obligue a los grandes monopolios a intentar mejorar las condiciones del consumidor”, siempre van a existir prácticas de imposición de condiciones.
El investigador recordó lo sucedido en el sector bancario, en que la apertura a la inversión foránea –a partir de 1994– derivó en el monopolio de los extranjeros que, en la actualidad, controlan el 70 por ciento del sistema de pagos. Como efecto adverso, la banca mexicana tiene comisiones “extremadamente altas”, se lee en el estudio de la UNAM “Los bancos extranjeros en México: diversificación de actividades y su efecto en la estructura de ingresos” (2014).
En este contexto, la preponderancia de empresas como América Móvil, Bimbo, Cementos Mexicanos, Coca-Cola Femsa, Grupo México, Gruma y Televisa –por mencionar algunas– implica riesgos a la sana competencia económica.
Estas siete compañías han tenido un crecimiento económico considerable en los últimos años. Aunque las utilidades netas (o ganancias reales) de algunas de ellas fueron inferiores entre 2014 y 2017 –como en los casos de América Móvil y Televisa– su valor contable (o patrimonio neto) fue en ascenso.
Durante ese mismo periodo, el valor real de Gruma fue ocho veces mayor (803 por ciento). El de Grupo México, por otro lado, aumentó en 55.4 por ciento, seguido del de Bimbo (43), Cemex (37), Televisa (30), Coca-Cola Femsa (16) y América Móvil (5.3 por ciento).
(Con información de Sin Embargo)