Controla el crimen organizado a Acapulco

Las bandas primero fueron a buscar a Israel a uno de sus bares en Acapulco el pasado mes de septiembre. Una vez que lo encontraron, comenzaron a exigirle dinero.

El pago: 40 mil pesos al mes. Esto ha sido una carga financiera tan grande en una ciudad donde la economía local ya está sofocada por la delincuencia, con turistas y lugareños que a menudo no se atreven a salir, solo le espera cerrar uno de sus bares pronto.

Su error fue informar de la extorsión a las autoridades. “No busques ‘intermediarios’ otra vez”, fue el mensaje que recibió. “Sólo paga lo que tienes que pagar”. Para enfatizar lo anterior, unos pistoleros recientemente le metieron siete balazos a uno de sus porteros desarmados y tres a otro. Sobrevivieron, pero la falta de pago generalmente es mortal.

Otro propietario de un restaurante del puerto fue asesinado a tiros en su local a plena luz del día hace tres semanas e Israel -no es su verdadero nombre- tomó el consejo de su familia de callarse y pagar.

Un estimado de 150 empresarios han sido asesinados en ese lugar turístico desde enero de 2016, y alrededor de mil 800 a dos mil empresas locales han cerrado en los últimos dos o tres años, según dirigentes locales de la Cámara de Comercio.

El paraíso tropical del surf, que una vez fue una escapada glamurosa para las estrellas de Hollywood, está sufriendo una brutal ola de crímenes violentos.

“Me siento completamente desprotegido. Estoy a su merced”, dice Israel sobre las bandas que lo extorsionan. “Ellos tienen el control aquí en Acapulco”.

Pero no es sólo esta emblemática ciudad balneario la que ha sido asolada por la violencia. Las estadísticas de la Secretaría de Gobernación muestran que, a nivel nacional, México sufrió 11 mil 155 asesinatos en los primeros cinco meses de este año, un aumento del 31 por ciento en comparación con el mismo período de 2016.

Pero los expertos dicen que la cifra de asesinatos de la oficina nacional de estadísticas, Inegi, tiende a ser mayor. Dicen que, si el ritmo actual se mantiene, en 2017 habrá un total de 30 mil asesinatos. Eso eclipsa los 27 mil 213 registrados en 2011 a la altura de la fracasada ofensiva del gobierno de ese momento contra los cárteles de la droga y es una cifra lejana de la decreciente tasa de asesinatos que Enrique Peña Nieto heredó cuando asumió el cargo en 2012.

Esto a pesar de que el gobierno ha enviado tropas a puntos álgidos y ha capturado a varios capos de la droga, incluyendo el más buscado en México, Joaquín “El Chapo” Guzmán.

La extradición de El Chapo provocó una violenta guerra de posiciones. El surgimiento del Cártel de Jalisco Nueva Generación y la fragmentación de los cárteles tradicionales también han desencadenado sangrientas batallas con los rivales y las fuerzas de seguridad en diferentes partes del país. Los enfrentamientos se han intensificado conforme el robo de gasolina se ha convertido en un gran negocio para la delincuencia organizada y diferentes pandillas han buscado afianzarse, o alejar a sus rivales, en el lucrativo negocio.

En Acapulco, Israel deposita su “cuota mensual”, como se le conoce a la extorsión, en una cuenta bancaria de gente que aparenta ser del cártel de los Beltrán Leyva, aunque él no sabe con certeza si lo son. Él dice que ocuparon el territorio del Cártel Independiente de Acapulco. Otros grupos también están activos, evidencia de lo que algunos analistas de seguridad llaman el descenso de México hacia el crimen desorganizado.

Verdades incómodas

Desde el lujoso restaurante Zibu, de Eduardo Wichtendahl, en la cima de una colina sobre las aguas turquesas de la bahía de Puerto Marqués, Acapulco, parece un paraíso tranquilo.

El empresario aprovechó la inauguración de un túnel en la ciudad a comienzos de este mes para decir algunas verdades incómodas a Peña Nieto. “Aquí en Acapulco es donde empezó el turismo en nuestro país. Ayúdenos, Sr. Presidente, a poner fin a la delincuencia de una vez y por todas”, dijo en el evento. “Queremos recuperar Acapulco. Queremos lo que los turistas quieren: sentirse seguros”.

Sonríe. “No creo que el presidente esperara eso”. Pero se muestra más optimista que muchos, destacando un 20 por ciento de disminución en los asesinatos en Acapulco en los primeros cinco meses de este año.

Pero todavía hay un largo camino por recorrer. La violencia se ha convertido en algo “normal”, dice Roberto Jacinto de la Cruz, director de la Canaco Acapulco. “Estamos acostumbrados”.

(Con información de El Financiero)

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