Caso Robles exhibe nulo castigo a funcionarios de Peña

Ciudad de México. En su defensa por los desvíos multimillonarios operados durante sus gestiones al frente de la Sedesol y la Sedatu, Rosario Robles Berlanga recordó ayer que no fue la única integrante del gabinete de Enrique Peña Nieto en estar involucrada en los esquemas fraudulentos conocidos como La Estafa Maestra, en los que se canalizaron miles de millones de pesos del erario a empresas fantasmas.

“Se habla de once dependencias públicas y ocho universidades estatales”, dijo Robles durante su comparecencia ante la Cámara de Diputados; y añadió: “Yo le pregunto: ¿Se acuerda usted del nombre de algún otro funcionario o de alguno de los rectores?”.

Esta declaración, pronunciada bajo el impulso del enojo, es cierta. Si bien la Auditoría Superior de la Federación (ASF) documentó que los desvíos más sobresalientes se llevaron a cabo en las instituciones que encabezó Robles, observó esquemas idénticos en las gestiones de Emilio Lozoya Austin en Pemex, de Alfredo Del Mazo Maza en Banobras, Gerardo Ruiz Esparza en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) o Emilio Chuayffet en la Secretaría de Educación Pública (SEP), entre otros.

Todos estos personajes forman parte del primer círculo del presidente Enrique Peña Nieto, y Lozoya está siendo investigado por la Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Electorales (Fepade) por el presunto uso electoral de sobornos pagados por la empresa brasileña Odebrecht.

Desde el primer señalamiento de la ASF sobre los desvíos en la Sedesol, en febrero de 2015, tanto Peña Nieto como los sucesivos secretarios de Hacienda –Luis Videgaray Caso, José Antonio Meade Kuribreña y José Antonio González Anaya–, mantuvieron un silencio cómplice al respecto.

Este silencio resulta inexplicable dada la magnitud del monto desviado: de acuerdo con la ASF, más de 5 mil 251 millones de pesos se desvanecieron en esquemas de “simulación de servicios” en la Sedesol y la Sedatu durante las administraciones de Robles –y ello sin contar otras irregularidades multimillonarias–.

En los últimos meses, Robles repitió una y otra vez una serie de argumentos engañosos e insostenibles para defenderse de las acusaciones de desvío. Lo hizo sola, sin respaldo de ningún integrante del gobierno.

Sin embargo, ante el cumulo de evidencias se debilitaron sus argumentos. Si bien en un principio negaba la existencia de esquemas fraudulentos, con el paso del tiempo evocó la posibilidad de que alguien “traicionó su confianza”. Ello es inverosímil, pues mantuvo al mismo equipo desde sus primeros días en el gobierno de Peña Nieto.

Y ayer, por primera vez, reconoció ante los diputados que no sólo era posible que existieran desvíos, sino que gran parte del gabinete, y no solo ella, estuvo involucrado en ellos.

A diferencia de la gran mayoría de los diputados, la legisladora Martha Tagle, de Movimiento Ciudadano, no atacó ni insultó Robles durante su comparecencia, pero los señalamientos atinados que expresó desestabilizaron a la funcionaria.

Deploró, con un tono de compasión, que Robles parece ser el “eslabón más débil” de la “banda de la corrupción” en el sexenio de Peña Nieto –citó a Gerardo Ruiz Esparza, Luis Videgaray Caso o Emilio Lozoya como integrantes de esta banda–, y le dijo, empática: “A ti te trajeron al pleno (de la Cámara baja) justamente para vivir esto, más te vale que no la sigas tapando”.

(Con información de proceso.com.mx)

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