Reportero a mucha honra, por vocación, no por equivocación
Debí ser empresario, pero, la última gran devaluación del peso me hizo voltear a un puesto burocrático…
GUAN.
En una ocasión, un apreciado amigo que me conoció en la etapa de columnista, me dijo: “cuando no tenga nada que hacer me voy a dedicar a periodista”. En respuesta, sonreí, pero me llamó la atención el desconocimiento del trabajo de los periodistas, muchos los identifican con los presentadores de TV, con locutores o con los intelectuales orgánicos, otros piensan que ser periodista es sentarse frente a una computadora, estirar los dedos hasta que truenen, respirar profundamente y escribir lo primero que se nos ocurra.
Lo dije antes, que debí ser empresario, pero, la última gran devaluación del peso me hizo voltear a un puesto burocrático del que me nutrí hasta que mi carácter irreverente heredado de mis padres de decir lo que pienso, no me permitieron continuar. Y así llegué al periodismo, como llega el ave a buscar alimento entre los árboles. Pordiositosanto.
TU.
Muchos, efectivamente iniciaron en el periodismo de opinión por hobby o afición. No es mi caso. A mucho orgullo, inicié como reportero y lo fui por muchos años, corriendo tras la noticia, llevando seis u ocho notas diarias a la redacción de El Sureste de Tabasco, el primer diario en nuestro estado que le pagó a sus trabajadores sueldo y prestaciones como Dios manda, lo digo en reconocimiento a los inversionistas que lo sostuvieron hasta el último día.
Para ser reportero, se requiere buena condición física, aguantar el trabajo bajo presión, improvisar, gran capacidad de análisis y síntesis, mucho olfato para identificar la nota escondida en lo más insignificante y mantener un archivo propio completo y organizado, entre otras cosas.
TRI.
Hay que levantarse muy temprano de lunes a sábado y días de guardia, estar enterado de todo lo que suceda de noche y de día, recibir la orden de trabajo para cubrir varias fuentes que pueden estar cerca o lejos, sin ninguna seguridad de encontrar a los protagonistas. Podemos pasar todo el día y apenas llevar una o dos notas, la presión aumenta y hay que improvisar.
Correr a la redacción a elaborar un avance de las notas recabadas sintetizadas en un solo párrafo empezando por la más importante sugiriendo el título o encabezado. Elaborar nota por nota a toda prisa siguiendo las reglas de redacción, la línea editorial y ponderando las consecuencias de la noticia. Así era en El Sureste.
FOR.
El jefe de información, el de redacción o el director suelen interrogar al reportero para corroborar datos confusos o delicados. Antes del cierre se pueden dar hechos que cambien el sentido de alguna nota que obligue a recurrir a fuentes alternas y hay que meterle mano para actualizarla de última hora antes de que entre a prensa el periódico.
A medianoche sube la presión, todos corren hasta que se cierra la edición e inicia la impresión, cuando había, ahora la mayoría de los diarios son digitales y los compañeros reporteros trabajan como freelance sin contrato ni prestaciones.
LA CAMINERA. Un reportero tiene que ganarse su lugar a diario. Un día me puedo llevar la portada y caminar muy fachoso, pero al día siguiente hay que empezar de nuevo, la competencia por la nota de ocho, exclusivas o las que abren la conversación, es permanente.
Como jefe de información y de redacción no hay horario, salía muy temprano de casa y regresaba en la madrugada. En casa me reclamaban, pero así era el trabajo al que me dediqué muchos años y que me permitió sostener a mi familia.
No logré fortuna, pero si muchas satisfacciones cuando mis notas y comentarios trascendieron para bien de la sociedad. Esta es una apurada semblanza del trabajo de periodista.
Sea por Dios.