El capitalismo, ¿lucha con o contra el coronavirus?
Las reglas están vigentes y seguirán vigentes por tiempo indefinido en lo que se reacomoda el mundo a las nuevas condiciones geopolíticas
Debe ser por el efecto de la cuarentena que veo se está acercando lo que hace 45 o 50 años soñábamos los aficionados marxistas: derrocar al capitalismo salvaje con cantos de protesta, saliva y estornudos. No quiero echarle más leña al fuego ni favorecer a chairos contra fifís, pero veo un capitalismo herido defendiéndose a patadas del coronavirus y la recesión mundial.
Las nuevas tecnologías que desplazan masivamente el empleo y la pandemia que muestra las debilidades del sistema capitalista, favorecen al socialismo cuyos países agremiados pretenden aprovechar la aviada para dar un peligroso salto al comunismo científico.
Aunque en México prevalece el régimen presidencial y el sistema capitalista, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, anda en otra sintonía, ha tomado decisiones personales aprovechando la crisis sanitaria (anillo al dedo) para alinear a México rumbo a un nuevo orden mundial de corte socialista al promover la lucha de clases, acelerar la burocratización del país y menospreciar a la iniciativa privada.
Sin mucho cavilar se percibe que el plan “B” que anunció el domingo, deja sin sostén a las empresas y al empleo formal y sin materia ni justificación al Tratado de Libre Comercio (T-MEC) recién aprobado.
Aun reconociendo que las grandes fortunas en México son producto de la evasión y fraude fiscal, la red de complicidades entre empresarios y gobierno, el contratismo y la corrupción generalizada, las decisiones gubernamentales ante la grave crisis sanitaria y económica no debieron tomarse con criterios ideológicos partidistas sino con base en la realidad.
Ningún programa social por más noble que sea puede sustituir el empleo formal que genera prestaciones y mejor nivel de vida para los trabajadores, además de impuestos y productos para el gobierno con los que paga el costo de los programas sociales. Así es en el actual sistema.
Podría resultar en un desatino político no considerar en su plan “B” la variable de que el capitalismo agoniza, pero sus reglas están vigentes y seguirán vigentes por tiempo indefinido en lo que se reacomoda el mundo a las nuevas condiciones geopolíticas que deje la pandemia.
De no darse inmediatamente el escenario previsto por el paisano presidente de un nuevo orden mundial definido por las potencias socialistas, las decisiones que tomó traerán al corto plazo graves consecuencias al país en lo económico, político y social.
Toco madera.