Todos estamos expuestos a las enfermedades mentales
En muchas pláticas hemos coincidido en que deberíamos recibir terapia de vez en cuando. Tristemente no hay suficientes especialistas
Por favor, familia, amigos, conocidos, todos: tengamos cuidado de nuestros niños, de nuestros adolescentes, de nuestros adultos, de nosotros mismos, de comportamientos y de cambios de carácter.
En estos tiempos tan egoístas y de tan escaso contacto cara a cara, abundan los problemas mentales. Sí, mentales, esos de los que ignoramos casi todo, que incluso estigmatizamos, pero a los que TODOS -unos más, otros menos- estamos expuestos…
Hace unos días llevé a Sacrosanta a hospital para hacer unos trámites. Yo me quedé en el pasillo mientras ella veía sus asuntos.
En el lugar había un niño de 10, 11 años a lo sumo. Pulcro, bien vestido, de cabello corto y tenis limpios. Estaba inquieto, caminaba de un lado a otro como muchos niños o adultos a quienes no les gusta esperar.
Estaba acompañado por una adolescente que hablaba por teléfono y se alejó caminando. El niño seguía inquieto y en un momento se acercó a una puerta cerrada y dijo: ¡¡no mientas!!
No pasó mucho tiempo y él mismo abrió esa puerta. Fue cuando me fijé en el letrero: psicólogo.
Del interior del consultorio salió una voz que decía: tendrías que haber esperado a que te llamara, pero ya que abriste, pasa. El niño entró.
Minutos después salió -llorando desconsolada- una mujer joven, no me quedé viendo por respeto, pero caramba, sentí su dolor y desesperación.
Ella abrazó a la adolescente y decía que no entendía cómo un niño de esa edad podía decir esas cosas: «¿Por qué dice que me va a destruir?»
Las palabras de la señora no se me olvidan y pensé en todo lo que vivimos todos los días, lo que vemos, lo que escuchamos, lo que sentimos, soñamos o imaginamos, lo que tememos, lo que nos lastima o nos enfada y que nuestra familia puede o no conocer pero que, en definitiva, nos afecta en mayor o menor medida.
Cuando nos íbamos alcancé a escuchar que el menor requería una consulta psiquiátrica y justo después de eso leí este texto sobre la salud mental, a la que muy poca gente le da importancia pero que cada vez es más necesario tomarla en cuenta por nuestro bien, el de los nuestros y el de la sociedad en general.
En pláticas con médicos, con amigos y con psicólogos, hemos coincidido en que todos deberíamos recibir terapia de vez en cuando. Tristemente no hay suficientes especialistas.