Oración por las mujeres plenas y las oprimidas

Te pido, Señor, por las mujeres que viven sumidas en la violencia, en la opresión y en la incertidumbre

Días atrás tuve cita de control con mi médico maravilloso, al que —gracias a Dios— veré hasta el proximo año.
En la sala de espera había varias personas, entre ellas una mujer con peluca y otra con turbante, entonces recordé cuando me vi pelona por primera vez, mi hermano me rapó con su maquinita, me gustó y sonreí al espejo. Recuerdo cuando me volvió a salir el cabello maravilloso ¡rizado! Me encantó, porque lo consideré un gran regalo; recuerdo que me lo dejé crecer lo más que pude hasta que finalmente lo corté y se alació de nuevo.
Alguna vez el doctor me preguntó cómo me gustaba más, como lo tenía antes o después del proceso.
—En realidad, doctor, me gustaba antes y me gusta ahora, hasta me gustó verme pelona.
Él sonrió, asintió con la cabeza y me dijo — muy bien, Gabriela.
Digo esto porque si bien todas entendemos y reaccionamos diferente a los cambios y a los agresivos tratamientos, creo que las mujeres somos más que solo cabello, más que uñas, más que pestañas, más que senos, glúteos o piernas, más que panza o flacidez, más que cicatrices, aunque por desgracia la gran mayoría nos juzguemos por la apariencia en lugar de privilegiar nuestra inteligencia, nuestra fuerza, nuestra voluntad, nuestra entereza, nuestra conciencia, nuestras capacidades y nuestra sororidad, por eso la Oración de Hoy es para las mujeres.
Te pido, Señor, por las mujeres que son plenas, felices, amadas y maravillosas, que irradian luz e iluminan a quienes las rodean, que confían, que sueñan y que se caen, sonríen, se levantan, se sacuden y siguen avanzando sin rencores.
Te agradezco por los hombres equitativos y justos, respetuosos y solidarios.
Pero sobre todo te pido por las mujeres que viven sumidas en la violencia, en la opresión y en la incertidumbre, para que en algún momento tengan conciencia de lo que les ocurre y busquen y reciban ayuda.
Te pido por las víctimas de maltrato o explotación, que llegan a sentir tal terror ante sus victimarios que las imposibilita para reaccionar y ponerse a salvo, no las juzguemos.
No creamos ese dicho de «mujeres juntas solo difuntas», creamos en la sororidad y el respeto.
¡Que así sea!

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