El desfile, la ciudad, el cambio como una constante
¿Alguno de ustedes fue al desfile vespertino del 18 de marzo?
Creo que esta vez fue un desfile más equis que los últimos dos, que son los que he presenciado.
Las bastoneras adultas de siempre abren el desfile, con los pasos de siempre, con las ganas de siempre, eso sí, con trajes de diferente color y diseño, pero lo mismo al fin.
Aunque hubo muchísimos grupos, solo uno se distinguió por vestuario, música y coreografía, si no me falla la memoria son las bastoneras de la ESBO que llevaban música de los 70’s, peluca negra y vestido a gogó con bastones luminosos que encendían y apagan. Ya era de noche cuando pasaron, lo que permitió que se apreciaran los movimientos de los bastones, hay que decir que denotaron horas de ensayo como cuando eran los desfiles en mi juventud.
En ese entonces se premiaba la marcialidad en el desfile matutino y la creatividad y evoluciones de los grupos en la tarde, recuerdo mucho una tabla que presentó la Díaz Mirón, alguna vez vi cómo ensayaban en el patio trasero de la escuela, no recuerdo qué edad tenía, pero me impresionó la presentación en el desfile porque llevaban rifles de madera y hacían movimientos y evoluciones muy parejitos, obviamente se llevaron el premio. Nosotros, en el Motolinía, éramos distinguidas por marcialidad, no saludábamos ni íbamos platicando o tomando fotos.
No sé si continúen las distinciones en ese sentido, porque la mayoría de los que vi fueron contingentes disparejos, como desganados, no sé, tal vez sea solo un reflejo de cómo está la ciudad que tanto auge dio a la industria petrolera.
Tal vez sea hora de cambiar su denominación, de fiestas del petróleo a fiesta de la ciudad, o Poza Rica de fiesta, qué sé yo, lo que sé es que nada es eterno, todo evoluciona.