Los reclamos a un año del paso del huracán Grace por Poza Rica
No es para alarmar, es solo para estar prevenidos, y para que no se nos olvide el cambio climático ni lo vivido con el ciclón Grace
El 13 de agosto del año 2022, el huracán Grace afectó la zona norte de Veracruz, principalmente Poza Rica.
La experiencia fue impactante, por decir lo menos. Gracias a Dios la hemos superado, pero hay mucha gente que aún espera la ayuda del gobierno porque les prometieron desde dinero hasta electrodomésticos mientras mucha gente que no necesitaba fue censada para recibir.
El cambio climático no es broma, y todo se ha vuelto más extremo. Si bien lo que va de esta temporada de huracanes -del 1 de junio al 30 de noviembre- ha sido la más tranquila de los últimos 40 años, la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos) y la Universidad Estatal de Colorado esperan que este año se convierta en la séptima temporada consecutiva de huracanes por encima de lo normal.
No es para alarmar, es solo para estar prevenidos, y para que no se nos olvide lo vivido con Grace, aquí les dejo mi recuerdo.
Después de Grace
Grace se ha ido, pero nos dejó desesperación, frustración, y en mi caso, un temor que no sentí cuando viviendo allá, Cancún fue arrasado por el huracán Wilma, tan potente y destructor que ese nombre fue borrado de las listas oficiales de huracanes.
Ahora, con Grace, en un lugar donde la cultura de prevención es -por decir lo menos- escasa, donde no esperábamos un impacto de esa magnitud, con esos terribles vientos que destruyeron, arrastraron, rompieron y arrancaron lo que pudieron a su paso, creo que debemos ser diferentes.
No me dejarán mentir quienes vivimos el Wilma, fue una experiencia de miedo e incertidumbre prolongados por las 72 horas que el meteoro se estacionó en Cancún, pero aquí, 4 o 5 horas me parecieron eternas.
Las ventanas silbaban fuerte y con distintos tonos, la lluvia azotaba con fuerza los cristales mientras los árboles eran sacudidos violentamente, los ruidos de objetos arrastrados y lanzados por el viento eran variados y no me daba abasto para intentar adivinar lo que eran.
A lo lejos se escuchó que caía un cristal de tamaño considerable, bajé a la sala, no era en casa pero instantes después oí cómo se rompía, otro, otro y otro, estos sí en las recámaras. Traté de adivinar si el cuarto vidrio era de la azotea.
Después escuché el sonido de láminas sacudiéndose y recordé un pedazo de lámina que está en la azotea, me armé de valor, me puse un rompevientos y subí.
El espectáculo era impresionante, alguien que sabe me dijo que en Pemex abrieron las válvulas de gas para evitar una contingencia mayor, por eso el cielo se veía muy anaranjado.
Quienes vivimos en Poza Rica sabemos que Pemex quema gas, lo que ocasiona que tengamos -ademas de una grave contaminación- una especie de llama eterna porque la quema es permanente, de hecho sin luz de día el cielo se ve anaranjado en la zona de la flama.
Pues esa noche todo el cielo se veía más intenso que de costumbre y además el color se reflejaba en el piso y las paredes blancas de la azotea.
Imaginé una escena de los Círculos del Infierno de Dante: el viento furioso, el ruido incesante, los árboles convulsos, los cristales amenazando romperse y la lluvia que se sentía como alfilerillos en el rostro terminaron por atemorizarme.
En segundos confirmé que la lámina en cuestión no era nuestra y bajé en seguida.
Me dio miedo sentir que el aire podía no solo moverme con facilidad sino lanzarme cualquier objeto aunque solo caminé 4 o 5 pasos fuera de la protección de la escalera. Ahí sentí -como muchos- la grandeza y el poder de Dios en la naturaleza.
Cuando bajé y entré a la recámara mi mamá me esperaba ansiosa pero no le dije lo que había sentido hasta días después, ella también estaba impresionada porque entre las recámaras se formaba una fuerte corriente de aire, que, dijo, parecía que levantaría el techo.
Gracias a Dios se fue calmando poco a poco.
No sé ustedes, amigos y familia pozarricenses, pero creo que con esto que pasó deberíamos promover con mayor énfasis una cultura de prevención.
He escuchado a mucha gente minimizar riesgos, decir que las recomendaciones son exageradas o de plano ignorarlas, pero al ver lo que puede hacer un huracán y que puede llegar hasta estas tierras, tenemos que tomar precauciones.
Dejaré esta fotografía que acabo de tomar, así vemos el cielo un día sí y otro también, el día que vino Grace no tomé ni fotos ni video, pero era más anaranjado que nunca.