De la ‘Dictadura Perfecta’ al ‘Golpe de Estado Perfecto’
Veamos un poco más allá del gasolinazo y del show trumpista. Insistamos en la Ley de Seguridad Interior que se discute en el Senado que pretende legalizar y suavizar un ‘golpe de estado suave’ aderezado con los peligros del nacional socialismo estadounidense, la amenaza extranjera para sensibilizar y unificar a los mexicanos acerca de las ‘bondades’ del actual régimen.
El gobierno mexicano hará todo lo que esté a su alcance para mantener todos los privilegios de ese 1% que ha explotado y saqueado al país haciéndolos poseedores de miles de millones de pesos y para ellos mismos, que disfrutan de los favores como cortesanas en las cortes europeas de la época moderna y contemporánea.
Como escribe Jesús Robles Maloof:
- Las iniciativas de Ley de Seguridad Interior de los priistas Martha Tamayo y César Camacho Quiroz, por un lado, y del panista Roberto Gil, por otro, coinciden en proponer cobertura a los militares para legalmente usar entre otras, cito; “… técnicas, tácticas, métodos, armamento y protocolos que realiza el personal de las fuerzas armadas y federales para controlar, repeler o neutralizar actos de resistencia no agresiva, agresiva o agresiva grave”.
Lo peor es que ni siquiera haría falta un movimiento espontáneo de manifestaciones por cualquier causa (inflación, salarios, devaluación, inseguridad, corrupción…) para recurrir a la ley y utilizar el Ejército para aplastar cualquier movimiento, sino que se podría inducir y desviar cualquier protesta legítima hacia la violencia o el saqueo, tal como en el caso del gasolinazo.
Con el pretexto de la seguridad y el resguardo de las instituciones, minimizan y disuelven los derechos de las personas, para asegurar la aprobación de una ley que contraviene algunos artículos (9, 21 y 129) de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que cumple este 2017 un siglo de haber sido promulgada.
Como dice Maloof:
- Una tras otra, las propuestas legislativas sobre seguridad de los últimos años, contienen implícita o explícitamente una versión de orden público como obediencia ciega a la autoridad. Una sociedad donde nadie protesta y todos siguen al presidente, la paz de los sepulcros.
- Los políticos contraponen con esto el ejercicio de los derechos al orden público, cuando en las sociedades democráticas, el orden público es precisamente la garantía de los derechos.
Con la nueva legislación, la seguridad dejaría la condición necesaria para que las familias mexicanas puedan desarrollar y alcanzar sus metas sin correr el riesgo de perder la vida o su patrimonio y pasa a ser la de salvaguardar las instituciones que permitan la permanencia de la corrupción y el saqueo por parte de las clases económicas más altas, incluyendo por supuesto a sus servidores los políticos de todos los niveles de gobierno, sobre el 99 por ciento de la población.
En lugar de impulsar la seguridad pública, el Poder Legislativo se ha sometido y procede a crear normas que garanticen la participación de fuerzas militares para imponer la “paz pública”, sin que en diez años hayan demostrado que sean realmente efectivos en el combate a la delincuencia organizada, aunque sí en violaciones a los derechos humanos.
Maloof señala que la iniciativa de ley equipara las facultades de vigilancia e intervenciones de las comunicaciones en materia de seguridad nacional a tareas de seguridad pública, cerrando, por lo tanto, los procesos de control, transparencia y rendición de cuentas.
Mientras tanto, sigamos distrayéndonos con The Apprentice en la Casa Blanca (Donald Trump) y Los Aprendices en Los Pinos (Enrique Peña) y la Secretaría de Relaciones Exteriores (Luis Videgaray).
O podemos informarnos, unirnos y organizarnos para mejorar las perspectivas de las futuras generaciones de mexicanos, me refiero a los más de 50 millones de pobres que luchan por sobrevivir y los otros cincuenta millones que buscan no caer en la pobreza, así como los 10 millones más que sueñan con ser parte de la élite y terminan siendo suprimidos como Javier Duarte o Joaquín, Chapo, Guzmán.
El privilegio de robar es para muy pocos, el 1 por ciento no ve con buenos ojos a los de abajo que quieren igualarlos.