Recursos biológicos sustentan las civilizaciones
El número de especies y ecosistemas disminuye a un ritmo acelerado: Paola García Meneses, del Instituto de Ecología
Los recursos biológicos son los pilares que sustentan las civilizaciones. De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de 80 por ciento de la dieta humana está basada en plantas; los peces proporcionan el 20 por ciento de las proteínas animales a unos tres mil millones de personas en el mundo; y aproximadamente 80 por ciento de las personas que viven en las zonas rurales de países en desarrollo dependen de medicamentos tradicionales obtenidos de la vegetación de su entorno.
A propósito del Día Internacional de la Diversidad Biológica, que se celebra el 22 de mayo, la ONU destaca que, si bien cada vez somos más conscientes de que la diversidad biológica es un bien mundial de gran valor para las generaciones presentes y futuras, el número de especies y ecosistemas disminuyen a un ritmo acelerado debido a la actividad humana.
Los bosques, amenazados por la deforestación, así como otros ecosistemas, son de vital importancia para sustentar la vida en la Tierra y desempeñan un papel relevante en la lucha contra el cambio climático.
La salud del planeta también juega un papel importante en la aparición de enfermedades transmisibles entre animales y humanos. A medida que continuamos invadiendo ecosistemas frágiles, nos ponemos en contacto cada vez más con la fauna silvestre, lo que permite que los patógenos de la vida silvestre se extiendan al ganado y a los humanos.
“A lo largo de los años hemos ido modificando el ambiente, utilizando los recursos, y esto ha tenido un impacto directo en la biodiversidad. Se sabe que los humanos y la biodiversidad acompañante, que principalmente está enfocada en el ganado, suman alrededor de 96 por ciento de todos los mamíferos del planeta.
“Sesenta por ciento es ganado, 36 por ciento son humanos, y el cuatro por ciento son mamíferos silvestres. Si vemos esta proporción, se puede apreciar la pérdida de diversidad biológica”, afirma Paola Massyel García Meneses, investigadora asociada al Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad (LANCIS) del Instituto de Ecología (IE).
La científica señala que a lo largo de los últimos 200 años hemos estado modificando terrenos por la acción humana, principalmente en cuestiones agrícolas, ganaderas y de silvicultura; también hemos instalado infraestructura, con el crecimiento de ciudades y otros cambios en el uso del suelo que han generado modificaciones en la tierra para usarla con algún fin antropocéntrico afectando a la biodiversidad.
“Hay un gran impacto que a lo largo de los años se sigue incrementando y las tasas no descienden, que es lo más preocupante”, considera.
Aunque a lo largo de la vida en la Tierra han ocurrido apariciones de nuevas especies, extinciones e incremento en la biodiversidad, procesos naturales en el ciclo de vida en el planeta, actualmente las tasas de desaparición son muy grandes. “Lo rápido que ha sido esta pérdida es en lo que hay que poner mucha atención”, alerta.
García Meneses labora en el LANCIS, un sitio que hace vínculos con otras áreas (gubernamentales, académicas, organizaciones civiles) para crear sinergias de métricas, y resolver cómo monitorear y llevar a cabo conteos en diversas partes del país.
“En este momento colaboramos con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, los institutos de Biología, Biotecnología y la Facultad de Ciencias para crear herramientas u objetos de frontera.
Estos instrumentos son computacionales y diseños de sistemas de datos geográficos donde se pueden sobreponer varias capas de información, por ejemplo con datos de especies de mamíferos, aves o reptiles y luego sobre factores que los afectan, como pérdida de uso de suelo, aumento en las poblaciones o efectos de cambio climático.
“Todo esto se sobrepone en sistemas de información geográfica y se identifican zonas y especies más vulnerables ante la pérdida de biodiversidad”, explica.
Terminan siendo mapas de múltiple información, que pueden verse impresos o estudiarse de forma dinámica en la computadora para ver los movimientos de especies, migraciones, tasas de pérdida de poblaciones. “Año con año estas bases se van alimentando y buscan influir en la toma de decisiones”, concluye.
(Con información de Gaceta UNAM)