Radiografía de la monotonía en tu centro laboral
Investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM analiza las causas por las cuales aparece y nos dice cómo se puede combatir
Cada mañana, millones de personas van a sus centros laborales y realizan una actividad específica que les permite no sólo tener ingresos económicos, sino también sentirse útiles y productivas.
Sin embargo, no pocos individuos se aburren con lo que hacen a diario en su trabajo y la pasan realmente mal porque cayeron en la monotonía, en una situación repetitiva, sin variaciones, que ya no les despierta ningún interés.
“Buena parte del estrés laboral tiene su origen no sólo en el desgaste ocasionado por la interacción con el jefe o los compañeros de trabajo, sino también en la monotonía que genera estar todo el tiempo en un mismo lugar. Ahora bien, que una actividad llegue a ser monótona o no depende de qué tanta emoción produce en quien la lleva a cabo. Cuando nuestra actividad diaria está presidida por un componente emocional, no se vuelve monótona porque el sistema nervioso central se encuentra engarzado en ella”, dice Hugo Sánchez Castillo, académico e investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM.
Cualquier rutina o hábito nos brinda la oportunidad de adaptarnos a nuestro entorno. La monotonía, en cambio, nos hunde en un abismo de tedio y hastío.
“Si yo estoy en un trabajo que me satisface y me ofrece posibilidades de desarrollo dentro de un contexto agradable, la rutina se vuelve reforzante, es decir, me da gusto levantarme a las siete de la mañana, salir de casa a las ocho, llegar a mi trabajo a las nueve y estar ahí hasta las seis de la tarde, aunque esto lo haga todos los días. Pero si deja de tener ese componente emocional, la rutina se vuelve monótona. Las áreas del cerebro relacionadas con la atención y la concentración sufren un colapso, y yo empiezo a aburrirme de mi trabajo y a considerarlo fastidioso”, agrega Sánchez Castillo.
Sencillas medidas
Por lo general, las oficinas de antaño eran lugares inhóspitos, poco acogedores, para los individuos que trabajaban en ellas, lo cual, sin duda, contribuía a que éstos cayeran en la monotonía y perdieran fácilmente la atención y la concentración en sus quehaceres cotidianos.
Pero llegó un momento en que los jefes se dieron cuenta de que la monotonía que atenazaba a sus empleados hacía que su rendimiento fuera muchísimo menor; entonces decidieron adoptar ciertas medidas para refrescar sus mecanismos atencionales.
En la actualidad, la mayoría de los jefes no se oponen a que sus empleados tengan algunos objetos personales en sus escritorios, disfruten pequeños periodos de recreación cada cierta cantidad de tiempo y vayan vestidos de una manera más informal y cómoda el último día laboral de la semana.
“Estas sencillas medidas rompieron con la monotonía que imperaba en las oficinas, hicieron que los empleados pudieran desarrollar el componente emocional necesario en las actividades rutinarias y, por consiguiente, incrementaron su rendimiento”, acota el académico e investigador universitario.
Elementos reforzantes
Un individuo atrapado en una situación repetitiva, sin alicientes, dentro de un contexto plano todo el tiempo, transitará tarde o temprano hacia otros estados emocionales que podrán causarle ataques de ansiedad y depresión.
“En efecto, cualquier actividad gobernada por el sistema nervioso central intenta ajustar la dinámica de su funcionamiento para romper con la monotonía. De este modo, ante una actividad monótona, la ansiedad y la depresión pueden aflorar como mecanismos patológicos cuya función es hacer que el sujeto se desenganche de ella”, indica Sánchez Castillo.
Asimismo, como consecuencia de la monotonía, las personas también corren el riesgo de caer en conductas intempestivas (por ejemplo, emprender un viaje para huir de las obligaciones laborales) y en adicciones (se sabe que en algunos pueblos donde la violencia de los cárteles de la droga obliga a los pobladores a permanecer en sus casas, muchos de éstos recurren al alcohol cada vez con más frecuencia para combatir la monotonía en la que se hayan sumidos).
¿Cómo podemos combatir la monotonía? El académico e investigador responde: “Hay que tratar de descubrir en la actividad diaria elementos que nos proporcionen satisfacción y bienestar, es decir, elementos reforzantes. Yo sé que esto es bastante difícil porque, regularmente, no tenemos el trabajo que quisiéramos, sino el trabajo que obtenemos, lo cual nos puede llevar a la monotonía. Con todo, es indispensable buscar opciones para que la actividad diaria no nos parezca monótona. Si esto no es posible, debemos recurrir a otro tipo de actividades que rompan con la monotonía y que también puedan convertirse en hábitos, como ir al cine, salir de paseo con la familia, practicar algún deporte, etcétera.”
Y si nada de lo anterior funciona y alguien sucumbe a la desesperación, lo más recomendable es que vaya con un profesional de la salud (psicólogo, psiquiatra, neurólogo o médico general), ya que él será capaz de ayudarlo a encontrar mejores estrategias para hacerle frente a este problema.
(Con información de Gaceta UNAM)