¿Qué somos las mujeres si no luchadoras?

Ciudad de México.- En las entrañas de la Ciudad de México, hay un espacio en el que un grupo de mujeres luchan por defender su lugar literalmente a madrazos; ellas son las amazonas modernas, las gladiadoras del siglo XXI, las profesionales de la Lucha Libre mexicana.

Fue en el templo de este popular deporte, la gran Arena México, donde me encontré con tres poderosas féminas: Dalys, Zeuxis y Skadi, quienes con sus atuendos, entrenamiento y técnica, desarrollan una manera explícita de luchar contra los estereotipos de género desde su más grande pasión.

Con ellas no hace falta mediar palabras para definirlas: son fuertes, no le temen al enfrentamiento y buscan reconocimiento; pero aunque sean lo que son, profesionales de los chingadazos, no han podido escapar de la violencia machista, del escarnio público, la discriminación y las críticas.

“A algunas personas no les gusta el trabajo físico de Dalys, porque pues no dicen que es de un hombre, pero es ignorancia, todavía en mucha ignorancia sobre la mujer, sobre el tema de criticarnos, de hacernos”, dijo la luchadora, hablando sobre sí misma en tercera persona; es ella quien actualmente se ostenta como la gladiadora más fuerte del Consejo Mundial de Lucha Libre y quizá la más poderosa de todo México.

No es, por supuesto, la primera mujer de la que la sociedad hace burla por ser fuerte; quizá para ilustrar podría recordar el trabajo físico de Ana Gabriela Guevara y muchas otras atletas que han sido humilladas por su aspecto, calificado de masculino, y les ha traído no sólo agresiones verbales sino también físicas, como en diciembre pasado, cuando la propia senadora fue golpeada por varios hombres mientras manejaba su motocicleta.

Pero Dalys, quien se autodefine como “contestona”, no tiene miedo de plantarle la cara a todo aquel que se atreva a criticarla por su cuerpo.

“Al que veo en el ring gritándome, ahí mismo le contesto y al que se atreve a escribirme en las redes sociales, pues peor le va, porque yo no me meto con nadie”, sentenció orgullosa.

“Obviamente todas las mujeres somos diferentes, todas tenemos diferente genética, diferente cuerpo, yo mido 1.70, pero tengo compañeras muy chiquitas, muy diferentes es muy bonito ser mujer y disfrutar, y también querer tu cuerpo y quererte es muy bonito”.

La diferencia no nos hace diferentes: altas, bajas, delgadas, gordas, cabello corto o largo, de dientes grandes o pequeños, nariz, ojos bocas, todas estamos constituidas de diferente manera, pero en este mundo, una pequeña diferencia, incluso externa como la manera de vestir, podría ser interpretado como un acto de resistencia.

O al menos eso pienso de Skadi, la luchadora más joven de las tres que entrevisté, quien con apenas 19 años, está comprometida con su propia forma de ser.

“Soy luchadora, me gusta ser natural, que la gente me vea tal como soy”, indicó.

“Skadi significa La Reina de los Lobos, y mis presentaciones son de lobos, me gusta estar siempre tapada porque todas las luchadoras están destapadas, todas tienen mangas o se abren más, no está mal, pero me gusta más, me siento cómoda, bien, puedo trabajar, hay compañeras que no pueden trabajar porque se están subiendo el este (tirante) algo, no sé”.

(Con información de Regeneración)

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