París Olímpico, entre valores y antivalores

La delegación de Argelia arrojó rosas al agua en recuerdo de las víctimas de la represión policial el 17 de octubre de 1961

Ciudad de México. París fue una fiesta. La inauguración de los Juegos Olímpicos en la Ciudad Luz fue una celebración a los valores y atributos que Francia enarbola como parte de su identidad nacional.

Si la libertad, la igualdad y la fraternidad son los conceptos plasmados en una bandera, ayer sumaron además la sororidad y la diversidad como necesidades ineludibles para un mundo más incluyente.

El tradicional desfile de apertura tuvo un desarrollo inédito, pues por primera vez en la historia de este certamen las delegaciones se presentaron sobre barcos que navegaron por las aguas del río Sena.

Ese mismo caudal que ha sido objeto de culto en el cine y la música como un personaje más de la vida parisina. Esta edición significó precisamente el retorno a la ciudad que dio origen a los Juegos modernos que nacieron del ideal del pedagogo Pierre de Coubertin.

Despliegue innovador
La ceremonia fue también un despliegue innovador de tecnología donde las animaciones y el uso de la inteligencia artificial le die-ron un toque espectacular. Los Minions, esos personajes de caricatura, convivieron con obras de arte y recreaciones digitales de rostros históricos.

Un caballo mecánico plateado recorrió al galope el río Sena. El corcel flotante, de 1.80 metros de altura, recreaba de manera asombrosa los movimientos del galope.

Y también hubo memoria. Incluso la más cruda que recuerda algunos episodios amargos con el poder de la metáfora.

La delegación de Argelia arrojó rosas al agua en recuerdo de las víctimas de la represión policial en las manifestaciones independentistas del 17 de octubre de 1961, un gesto poco habitual en este tipo de eventos.

Este gesto es un homenaje a los mártires del 17 de octubre de 1961. Viva Argelia, viva Argelia, viva Argelia, declaró un miembro de la delegación en un video difundido por la cadena de televisión pública argelina en su cuenta de X.

El 17 de octubre de 1961, decenas de manifestantes pacíficos fueron masacrados por la autoridad del prefecto de policía de la época, Maurice Papon. Según algunos historiadores, entre una treintena y unos 200 manifestantes fueron asesinados y sus cuerpos arrojados al Sena, ese mismo caudal eternizado en el imaginario popular y que ayer fue escenario de la fiesta olímpica.

Los manifestantes reclamaban la independencia de su país, que entonces aún se encontraba bajo dominio colonial francés (1830-1962). El 28 de marzo de 2024, la Asamblea Nacional francesa aprobó una moción de condena a la masacre de octubre de 1961.

Tan sólo un año después, en 1962, los padres del ex futbolista Zinedine Zidane migraron a Francia. El legendario ex jugador tuvo un papel protagónico en la ceremonia como portador de la antorcha.

A lo largo del Sena se montaron escenas como parte del desfile. Los históricos puentes, monumentos y museos servían de paisaje. De pronto de sus aguas recién saneadas emergían íconos femeninos de la historia en forma de estatuas doradas, entre ellas las escritoras Olympe de Gouges y Simone de Beauvoir. Y en un sitio protagónico la mítica figura de Juana de Arco.

Hubo también una representación de la última cena con integrantes de la comunidad LGBT+ que molestó de forma muy particular a la extrema derecha francesa. Un mensaje velado también para el Comité Olímpico Internacional que no respalda la inclusión de atletas transgénero en las competencias.

Con música de la DJ francesa Barbara Butch, militante feminista y lesbiana, varias modelos, entre ellas la mujer transgénero Raya Martigny, desfilaron con trajes diseñados por talentos emergentes de la moda.

Desfile de leyendas
En un momento épico, cuatro leyendas del deporte abordaron una pequeña embarcación para juntos llevar la antorcha rumbo al pebetero. Serena Williams, Nadia Comaneci, Rafael Nadal y Carl Lewis integraban esa tripulación histórica.

La ex atleta Marie-José Perec y el judoca Teddy Riner fueron los últimos relevistas de la llama olímpica y los encargados de encender el pebetero como broche de la ceremonia de apertura de los Juegos de París 2024.

Ambos deportistas, de los más populares en Francia, tomaron el fuego olímpico en el jardín de las Tullerías y corrieron al pebetero, situado en la base de un globo aeroestático, que estará encendido hasta el cierre de los Juegos, el 11 de agosto.

Lady Gaga se transformó en una especie de corista de cabaret al mejor estilo Moulin Rouge y Céline Dion se desdobló en una versión emotiva de la mítica Edith Piaf, mientras entonaba el Himno al amor desde el primer piso de la Torre Eiffel.

Y en el centro de la atención los barcos de atletas que navegaron por los seis kilómetros del cauce del Sena recibidos con aplausos entusiastas. Sobre todo para la delegación de refugiados y para la anfitriona Francia. Aunque también se escucharon algunos abucheos para la argentina, como consecuencia de los desafortunados comentarios del futbolista Enzo Fernández, quien en la euforia tras ganar la Copa América criticó a los seleccionados galos que participaron en la Eurocopa.

La delegación mexicana lució festiva y elegante, ataviada en una vestimenta sobria en negro con chamarra en blanco y rosa. Los atletas ondeaban las banderas tricolores con la esperanza de lograr una participación histórica.

Alejandra Orozco, doble medallista olímpica, resumió el espíritu que predomina en el contingente nacional. Es un honor mostrar-le al mundo lo que es México, la esencia del mexicano. Somos guerreros y nos vamos a parar en cualquier escenario a dar lo mejor de nosotros.

(Con información de La Jornada)

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