‘No PRI’ es el mismo PRI de siempre

Con el título El PRI se disfraza, Sabina Berman publica una breve sátira de la propuesta tricolor para el proceso electoral 2018. Una lectura que incentiva la democracia en México.

Entonces el logo del PRI fue adaptado. No sería ya un círculo, sino un corazón. No sería tricolor, sino rojo. No diría PRI sino RIP. Y sus siglas significarían algo tan novedoso que nadie todavía lo había inventado…

Señor Presidente, le ruego que no lo tome como una evaluación de su trabajo y menos de su persona —pidió la publicista. —Pero el pueblo lo odia, a usted y a su partido, aún más de lo que odiaron a Santa Ana o a don Porfirio.

El presidente, sentado en el sillón del despacho, no movió un músculo.

No sabía que Porfirio Muñoz Ledo hubiera sido presidente del país ni que una mujer de nombre tan bonito lo hubiera sido también, pero acostumbrado a sus lagunas de información, ésta también la puenteó tranquilamente.

—Es decir, señor —concluyó angustiada la publicista—, para que el PRI ganara las próximas elecciones, tendría que no ser el PRI.

—Ah, mire —dijo el presidente. —Qué buena idea.

—No señor —dijo aprisa ella—, eso fue una ironía.

—Entiendo, María —dijo el Presidente. —No te preocupes. Fue una broma.

Y, sin embargo, el presidente mentía. Tampoco sabía qué quería decir la palabra ironía y se propuso buscarla en el diccionario, pero nunca había entrado a una de esas casas que se llaman diccionario y con el ajetreo de las horas se le fue olvidando la palabra ironía.

A las diez de la noche se lo anunció a su gabinete, reunido alrededor de la mesa ovalada del salón de situaciones:

—Secretarios. Para ganar las elecciones presidenciales, el PRI se disfrazará de no PRI.

El lector conoce lo que sucedió a continuación, pues fue muy público.

Se organizó una magna asamblea nacional del PRI, con mesas de debate en las distintas entidades federativas, comunicadas entre sí por grandes pantallas, y con una sede central instalada en el auditorio en el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México.

La orden del presidente era clara y tajante:

—Debatirán 2 días y dos noches, acaloradamente. Luego votarán y elegirán democráticamente que a nuestro candidato lo elegiré yo, que no será un priista y que dejaremos el hábito de la simulación a un lado.

Tal se hizo. En intensas mesas de debate se discutió acaloradamente 48 horas seguidas y luego se votó y con una magnífica unanimidad triunfó esta terna de ideas: el PRI se había vuelto democrático, el mejor priista para ser el candidato del PRI sería un no priista y el PRI había dejado de simular.

Dos semanas más tarde, el presidente eligió al candidato no priista.

El señor Meade. Un disciplinado servidor público también apodado El Joker, porque igual había encabezado la Secretaría de Energía como la de Hacienda, la de Desarrollo Social como la de Relaciones Exteriores, así como la que ahora dirigía, otra vez la de Hacienda, y todo eso sin cambiar jamás de discurso.

El Joker era un hombre tan adaptable a las circunstancias, que el día en que asistió a la oficina presidencial para agradecer su designación como candidato del No PRI, el presidente no logró verlo.

—¿Dónde estás, José Antonio? —preguntó.

Contra las cortinas azules del cuarto azul, vestido en un traje azul, El Joker murmuró:

—Aquí, señor Presidente.

De inmediato el logo del PRI fue adaptado. No sería ya un círculo, sino un corazón. No sería tricolor, sino rojo. No diría PRI sino RIP. Y sus siglas significarían algo tan novedoso que nadie todavía lo había inventado.

María, la publicista, tomó asiento ante el candidato del PRI y lo miró a los ojos. Era su primera reunión para decidir un plan de acción triunfador.

—¿Por qué quiere ser presidente, Antonio? —preguntó María.

—Yo no quiero, nada más me sucedió, pero sí me gusta.

—Okey Antonio. ¿Pero qué le ofreces a la ciudadanía?

—No sé. Que me digan qué quieren y se los ofrezco.

—Ajá —dijo la publicista. —Dime una frase que condensa tus sueños para el país.

—Tú dímela, ¿no es ése tu trabajo?

—Okey. Te lo pongo así. ¿Por qué eres necesario tú en la Presidencia?

—Para cuidar los muchos negocios ilegales del PRI.

—¡No! —se desesperó María. —¡Mírame a los ojos!

El Joker le clavó la mirada en los ojos.

—Muy bien. Ahora dímelo fuerte y sonoro. ¿Qué me ofreces a mí?

—Cien millones de pesos de honorarios —dijo fuerte y sonoro El Joker.

María alzó más la voz:

—¡Digo a mí como ciudadana! ¡¿Qué me ofreces, Aurelio, digo Antonio?!

—¡Ya te dije, María! ¡Tú dime qué te ofrezco! ¡¿No es ése tu trabajo?!

Era el candidato ideal para el nuevo No PRI. Una baraja cuyo valor cambia según se necesite.

(Con información de El Universal)

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